jueves, 28 de julio de 2016

¿Cuántas palabras puedes decir en 15 segundos?

Juan Carlos García Valdés

Todo empezó hace algunas semanas cuando una amiga me regaló un DVD de The Big Bang Theory. Luego, un amigo me advirtió que uno de los personajes, Sheldon, hablaba muy rápido. ¿Sería eso cierto? Empecé a ver la serie y no me pareció que hablara con una velocidad fuera de lo normal, pero cuando el tema salió en otras conversaciones, la mayoría de las personas tenían la misma impresión: Sheldon iba como tren bala. ¿Quién tenía razón? Me propuse analizar cuántas palabras decía dicho personaje por minuto y cuando empecé a investigar me entró la curiosidad: ¿Y nosotros, los no nativos? ¿Cuántas palabras decimos en el mismo lapso? A continuación les comparto los resultados. 

La metodología

Analicé 106 fragmentos de 15 segundos. Algunos fragmentos los tomé del material multimedia que he ido acumulando a lo largo de los años (videos en los que mis alumnos, de quienes nunca revelaré su identidad, hablan en inglés y el DVD de The Big Bang Theory) y otros los tomé de YouTube (programas, discursos y entrevistas).

Al principio quería analizar fragmentos de un minuto, pero luego descubrí que no siempre es fácil que la gente hable durante un minuto de manera ininterrumpida. Al considerar el material con el que contaba, tomé la decisión de que 15 segundos era la duración que me permitía analizar el número de palabras en hablantes de todos los niveles.

¿Cuántas palabras dice Sheldon en 15 segundos?

Antes de contestar, es necesario mencionar algo. Sheldon es un personaje y a diferencia de todos nosotros, él sigue lo que está escrito en un guion. Por lo anterior, no es recomendable comparar el número de palabras que Sheldon dice con el número de palabras que nosotros decimos. Más adelante en esta entrada les compartiré el registro de hablantes nativos cuando no tienen un guion (les sorprenderá).

Ahora sí, los resultados de Sheldon: El personaje de The Big Bang Theory registró 52 palabras en el primer fragmento de 15 segundos, 45 palabras en el segundo, 54 en el tercero y 42 en el cuarto. Por lo tanto, su promedio fue de 48.25 palabras por cada 15 segundos.

En el hipotético caso de que mantuviera la misma velocidad durante todo un minuto (situación complicada porque uno va cansándose cuando habla por un tiempo prolongado), Sheldon podría decir entre 168 y 216 palabras por minuto.

¿Y los nativos sin guion?

Analizando los registros de los nativos sin guion, el promedio de palabras por 15 segundos es de 54.66 palabras por cada 15 segundos (de hecho, más alto que el promedio de Sheldon). El registro más alto fue de 65 palabras y el más bajo fue de 42.

Donald, Michelle, Melania y los discursos

Es interesante mencionar un dato. Donald Trump, una de las personas cuyo número de palabras analicé, obtuvo un promedio de 58.66 palabras por cada 15 segundos en entrevistas. No obstante, al analizar su discurso en la Convención Republicana de este año, los registros que obtiene al analizar tres fragmentos son los siguientes: 30, 23 y 39, por lo que su promedio baja a 30.66 palabras.

¿Es un caso aislado? Ciertamente, tendríamos que medir a muchos más hablantes en ambos casos (entrevistas y/o conversaciones por un lado y discursos por el otro), pero la situación se repite con la primera dama estadounidense, Michelle Obama. Al analizar tres de sus entrevistas, su promedio es de 52.33 palabras por cada 15 segundos. Sin embargo, cuando se analizaron tres fragmentos de sus discursos, su promedio bajó a 39.

Como podemos ver, tanto Trump como Michelle Obama registran una disminución notable de palabras dichas cuando pasan de una entrevista a un discurso. Esto, no obstante, no le sucede a Melania Trump, quien no es nativa del inglés (nació en Eslovenia). En entrevistas, la esposa de Donald Trump registra un promedio de 40 palabras por cada 15 segundos, mientras que analizando fragmentos de su discurso en la Convención Republicana en Cleveland (discurso sumamente criticado por tener frases muy similares a las de un discurso de Michelle Obama de 2008) su promedio es de 38.33 palabras, un poco más bajo, pero sin una diferencia tan grande como la de su esposo y la de la propia Michelle.

¿Y los no nativos, además de Melania?

Cuando analicé los videos y audios de hablantes no nativos del inglés que tienen un nivel avanzado (niveles C1 y C2), el promedio fue de 43.63 palabras por cada 15 segundos. El registro más alto fue de 53 palabras y el más bajo fue de 36.

Esto nos hace ver que existe una diferencia entre los hablantes nativos y los no nativos avanzados, pero esta diferencia a veces puede llegar a reducirse al máximo (o, incluso, puede revertirse). Compárese el registro más alto de los no nativos (53) con el registro más bajo de Trump (47), dos de los tres registros de Michelle Obama (52 y 42) y con otros registros de nativos no famosos (50 y 52). Expresado de otra manera, podríamos decir que, al menos con estos datos, los registros altos de no nativos se equiparan con los registros medios y bajos de los nativos.

Aquellos hablantes no nativos con un nivel intermedio avanzado (B2) obtuvieron un promedio de 33.38 por cada 15 segundos, siendo el registro más alto de 45 palabras y el más bajo de 25 palabras.

Los estudiantes de nivel pre-intermedio (B1) obtuvieron un promedio de 22.68 palabras por cada 15 segundos, siendo el registro más alto de 37 palabras y el más bajo de 15 palabras.

Los estudiantes de nivel básico (A1 y A2) obtuvieron un promedio de 17.11 palabras por cada 15 segundos, siendo el registro más alto de 26 palabras y el más bajo de 9 palabras.

¿Y quién es la campeona mundial?

Hasta ahora, con el material que he analizado, la campeona, sin duda alguna, es Vicky Pollard, el personaje de Little Britain (que, es conveniente señalarlo, sigue un guion). Sus registros son impresionantes de cualquier forma (80 y 78 para un promedio de 79), lo que la convierten en toda una merolica. Si no me creen, compruébenlo ustedes mismos en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=nGcRo2ZvKNc

Manos a la obra

Los datos analizados para escribir esta entrada son muy pocos y llegar a conclusiones mucho más certeras implicaría analizar más fragmentos y, sin duda, una metodología mucho más rigurosa. Yo soy el primero en aceptarlo. Sin embargo, estos datos nos brindan un primer acercamiento al número de palabras pronunciadas por los hablantes nativos y no nativos del inglés.

La siguiente tabla lo resume muy bien:

Grupo/persona
Promedio
Registro mayor
Registro menor
Vicky Pollard
79.00
80
78
Hablantes nativos
54.66
65
42
No nativos avanzados
43.63
53
36
No nativos intermedio-avanzado
33.38
45
25
No nativos pre-intermedio
22.68
37
15
No nativos básico
17.11
26
 9

¿Y para qué nos sirve todo esto? En primer lugar, para saber que Sheldon no habla tan rápido como creíamos J J J  Además, nos permite tener un parámetro extra para saber nuestro nivel. ¿Cómo? Agarren su teléfono celular o una cámara y grábense durante 15 segundos hablando en inglés (de preferencia, mientras contestan una pregunta al azar). ¿Cuántas palabras dijeron? Repitan el ejercicio dos veces más y saquen el promedio. Por fin, ¿en qué nivel se encuentran? Fijen un objetivo personal y a trabajar se ha dicho: “al finalizar este año, diré 30, 40 o 50 palabras cada 15 segundos”. ¡Fíjenlo y pónganse a trabajar para lograrlo!

Saludos de Vicky Pollard… 

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jueves, 7 de julio de 2016

Todos los problemas empiezan con la falta de vocabulario (y una reivindicación hecha por George Steiner)

Juan Carlos García Valdés

Llegaron dos hombres a un café en Inglaterra. El primero se sabía todas la estructuras gramaticales (los tiempos simples, los continuos, los perfectos, cómo hacer reported speech y voz pasiva; se sabía esa frase que todos han repetido hasta el cansancio, que “a los verbos en la tercera persona del singular se les agrega una ‘s’” y podría haber escrito un compendio entre la diferencia entre do y does y otro sobre la diferencia entre may y might), pero casi no sabía vocabulario. El segundo no tenía idea alguna sobre la gramática, pero sabía que café era coffee, azúcar era sugar y de alguna manera intuía que el large le duraría más que el medium. Ya se podrán imaginar quién salió con su bebida y quién no.

Entre más lo pienso, más me convenzo de algo: la gran mayoría de los problemas en una segunda lengua apuntan a la falta de vocabulario. Ahondemos más en el asunto.

Todo empezó con listening

Muchos de mis alumnos llegaban y me decían que tenían problemas de listening. Al principio, les contestaba lo que el típico maestro de inglés dice al respecto: “Practica”. El 97.3 por ciento de mis alumnos no me hacían caso y el 2.7 practicaba. Sin embargo, casi nadie avanzaba: ni los unos, ni los otros. Luego, un buen día, le pedí a una alumna que supuestamente tenía problemas de listening que escuchara un diálogo y que repitiera aquello que oía. Escuchó y rápidamente repitió los sonidos. Sin embargo, no fue capaz de relacionar dichos sonidos con palabras.

El hecho de que pudiera repetir el sonido me hizo ver que su problema no era estrictamente de listening, sino más bien una tremenda falta de vocabulario. La mayoría de las veces que hago el ejercicio de nuevo, pasa lo mismo: los alumnos pueden repetir lo que escuchan, si bien no tienen idea de lo que significa aquello que repiten. De hecho,  a mí me sucede en alemán: en algunas pláticas o conferencias, podría escribir las palabras que escucho, pero en algunos casos no sé qué sentido darles; cómo interpretarlas; qué es lo que significan. Es decir, mi listening en alemán no está mal; mi vocabulario, a menudo, sí.

…siguió con reading

Cuando decimos que no leemos porque simplemente no entendemos, lo único que estamos haciendo es acrecentar el problema. En otros términos, nos encontramos ante un círculo vicioso: no comprendemos y, por lo tanto, no leemos; y al no leer, nuestro vocabulario no mejora, por lo que el proceso se vuelve interminable.

Una vez, una de mis alumnas me dijo que leer en inglés le aburría mucho. Después, noté que lo que la fastidiaba realmente era la incapacidad de conectar con el texto. ¿Y saben por qué no conectaba? Porque los vocablos que sus ojos seguían no le decían nada. Intenten leer un libro en húngaro o en suajili por diez minutos, cuando no saben nada sobre dichos idiomas, y sabrán lo que se siente. Por supuesto que ella sí sabía algo de inglés, pero no lo suficiente para que el entendimiento se diera sin demasiadas complicaciones.

…alcanzó al speaking

Una de mis colegas me dijo un día: “Te das cuenta cómo muchas personas piensan demasiado antes de hablar”. Se refería a muchos alumnos que tardaban a veces diez segundos o más para comenzar a responder una simple pregunta. Lo relacioné con mi experiencia en el aprendizaje de alemán y pronto me di cuenta de que yo hacía lo mismo. Mi maestra me hacía una pregunta y yo tardaba en empezar, incluso en las ocasiones en las que ya sabía lo que quería decir. Entonces, me prometí algo: ya no lo haría; ya no esperaría tanto. Arrancaría e iría adaptándome durante la marcha. Funcionó.

Lo que noté es que cuando dudaba, frecuentemente se debía a que me sentía inseguro del léxico a utilizar. Después, viendo a mis alumnos, todo fue aún más claro: muchos guardaban silencio porque no querían repetir los vocablos y pronto me di cuenta de que dos o tres sinónimos habrían hecho la diferencia. El hecho de tener dos o tres opciones, aunado a una actitud adecuada, abría un panorama completamente nuevo.

La fluidez mejora cuando nos olvidamos de la perfección. En un idioma, lo que esto significa es que la fluidez se presenta cuando dejamos de pensar (obsesivamente) en la gramática. La gramática es el refugio que hemos encontrado para sabotear nuestro propio avance; la gramática es la zona de confort y, paradójicamente, a menudo, la mejor forma de lograr una gramática pulcra es olvidándonos de ella.

…y nos hizo preguntarnos si la forma más adecuada de mejorar nuestro vocabulario es, precisamente, olvidándonos de él

Lo ideal sería que así fuera. Que aprendiéramos palabras al escuchar música, al leer libros, al ver películas, al entablar conversaciones y, de hecho, creo que están son las mejores formas: las formas naturales. El pequeño detalle es que implican mucho tiempo. En otras palabras, para aquellos que quieren aprender un idioma practicando sólo quince minutos al día, estas formas naturales, estas formas adquisitivas, se tornan inviables.

Es por ello que en cuanto a vocabulario se refiere propugno una combinación de formas naturales y formas no naturales, una mezcla de adquisición y aprendizaje, que no supone otra cosa más que el uso simultáneo de películas, libros y canciones, por un lado, y de listas, esquemas y oraciones, por otro (¿se acuerdan de LIS-COS, por ejemplo?)

…o si recursos como Oxford 3000 pueden ayudarnos

Hablando de listas, Oxford 3000 tal vez sea la lista por antonomasia. Quien quiera consultarla, puede ir directamente a http://www.smartcom.vn/the_oxford_3000.pdf. Lo que encontrará es un documento con las tres mil palabras que más nos ayudaría conocer del idioma inglés. En total, la lista se extiende a lo largo de 17 páginas y uno se ve tentado a preguntarse qué pasaría si cada hablante le dedicara una semana a cada hoja: en poco más de cuatro meses, habría abarcado la totalidad de la lista.

¿Significaría esto que ya se sabría las tres mil palabras? Seguramente no, pero se sabría muchas más de las que se sabe ahora.  

… o si George Steiner puede ayudarnos

Soy un defensor de la utilización de dinámicas y de métodos alternativos para mejorar el nivel de inglés de las personas. No obstante, a veces caemos en el extremo: innovar por innovar, sin preguntarnos si esa es la mejor decisión.

Hace menos de una semana, en una entrevista con el periódico El País, el filósofo George Steiner declaraba estar “asqueado por la educación escolar de hoy, que es una fábrica de incultos y que no respeta la memoria” y reivindicaba el aprendizaje de memoria.

En los centros de idiomas, en las escuelas y en las universidades, buscamos siempre nuevas formas que nos permitan aprender más vocabulario y los niños mexicanos, al menos la mayoría de los que fueron a escuelas públicas, se pasan en lo que al inglés se refiere diez o quince años haciendo nada, jugando un poco, en el mejor de los casos, y terminan la universidad con un vocabulario francamente deprimente. Después se preguntan por qué su listening está mal, por qué les cuesta tanto trabajo leer y por qué su fluidez es prácticamente inexistente y es ahí donde nos damos cuenta de que casi nadie ha entendido nada, incluidos los expertos que diseñan los programas educativos y las personas que coordinan los departamentos y centros de idiomas: podrán tener maestrías y doctorados, pero no tienen la más mínima idea sobre cómo desarrollar la competencia comunicativa.

Es entonces cuando la educación escolar de hoy, siguiendo a Steiner, da asco y a veces se pregunta uno si no hubiera sido mejor que nuestros alumnos, desde que iban en la primaria, se hubieran aprendido una semana la página uno y la siguiente semana la página dos hasta llegar a la diecisiete y que, una vez que hubieran terminado, comenzaran de nuevo, hasta que supieran lo que es coffee, sugar, large, acknowledge, cope, eager, elbow, hesitate, needle, squeeze, tear y tear, therefore y whereas.

Manos a la obra

El vocabulario es fundamental si queremos tener un excelente nivel de inglés y a menudo vale más una palabra que una estructura. Frecuentemente, los problemas de listening, reading y speaking no son más que una consecuencia de que nuestro vocabulario sea escaso; esto nos lleva a no entender y a tener poca confianza para comunicarnos. Ya sea mediante libros, películas y canciones, o por medio de listas, esquemas y la repetición de oraciones, mejorar nuestro vocabulario siempre es posible. 

A veces, hace falta inventar menos y trabajar más: queremos encontrar el método perfecto para aprendernos la palabra squeeze, cuando probablemente seríamos más efectivos si la repitiéramos treinta o cuarenta veces en una libreta. Mejorar nuestro léxico es el primer paso para mejorar todo lo demás. It is essential, therefore, that…     

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