Juan Carlos García
Valdés
Llegaron dos hombres a un café en Inglaterra. El primero se
sabía todas la estructuras gramaticales (los tiempos simples, los continuos,
los perfectos, cómo hacer reported speech
y voz pasiva; se sabía esa frase que todos han repetido hasta el cansancio, que
“a los verbos en la tercera persona del singular se les agrega una ‘s’” y podría
haber escrito un compendio entre la diferencia entre do y does y otro sobre la
diferencia entre may y might), pero casi no sabía vocabulario. El
segundo no tenía idea alguna sobre la gramática, pero sabía que café era coffee, azúcar era sugar y de alguna manera intuía que el large le duraría más que el medium.
Ya se podrán imaginar quién salió con su bebida y quién no.
Entre más lo pienso, más me convenzo de algo: la gran mayoría
de los problemas en una segunda lengua apuntan a la falta de vocabulario. Ahondemos
más en el asunto.
Todo empezó con listening
Muchos de mis alumnos llegaban y me decían que tenían
problemas de listening. Al principio,
les contestaba lo que el típico maestro de inglés dice al respecto: “Practica”.
El 97.3 por ciento de mis alumnos no me hacían caso y el 2.7 practicaba. Sin
embargo, casi nadie avanzaba: ni los unos, ni los otros. Luego, un buen día, le
pedí a una alumna que supuestamente tenía problemas de listening que escuchara un diálogo y que repitiera aquello que oía.
Escuchó y rápidamente repitió los sonidos. Sin embargo, no fue capaz de
relacionar dichos sonidos con palabras.
El hecho de que pudiera repetir el sonido me hizo ver que su
problema no era estrictamente de listening,
sino más bien una tremenda falta de vocabulario. La mayoría de las veces que hago
el ejercicio de nuevo, pasa lo mismo: los alumnos pueden repetir lo que
escuchan, si bien no tienen idea de lo que significa aquello que repiten. De
hecho, a mí me sucede en alemán: en
algunas pláticas o conferencias, podría escribir las palabras que escucho, pero
en algunos casos no sé qué sentido darles; cómo interpretarlas; qué es lo que
significan. Es decir, mi listening en
alemán no está mal; mi vocabulario, a menudo, sí.
…siguió con reading
Cuando decimos que no leemos porque simplemente no
entendemos, lo único que estamos haciendo es acrecentar el problema. En otros términos,
nos encontramos ante un círculo vicioso: no comprendemos y, por lo tanto, no
leemos; y al no leer, nuestro vocabulario no mejora, por lo que el proceso se
vuelve interminable.
Una vez, una de mis alumnas me dijo que leer en inglés le
aburría mucho. Después, noté que lo que la fastidiaba realmente era la
incapacidad de conectar con el texto. ¿Y saben por qué no conectaba? Porque los
vocablos que sus ojos seguían no le decían nada. Intenten leer un libro en húngaro
o en suajili por diez minutos, cuando no saben nada sobre dichos idiomas, y sabrán
lo que se siente. Por supuesto que ella sí sabía algo de inglés, pero no lo
suficiente para que el entendimiento se diera sin demasiadas complicaciones.
…alcanzó al speaking
Una de mis colegas me dijo un día: “Te das cuenta cómo muchas
personas piensan demasiado antes de hablar”. Se refería a muchos alumnos que
tardaban a veces diez segundos o más para comenzar a responder una simple
pregunta. Lo relacioné con mi experiencia en el aprendizaje de alemán y pronto
me di cuenta de que yo hacía lo mismo. Mi maestra me hacía una pregunta y yo
tardaba en empezar, incluso en las ocasiones en las que ya sabía lo que quería
decir. Entonces, me prometí algo: ya no lo haría; ya no esperaría tanto. Arrancaría e iría adaptándome durante la
marcha. Funcionó.
Lo que noté es que cuando dudaba, frecuentemente se debía a
que me sentía inseguro del léxico a utilizar. Después, viendo a mis alumnos,
todo fue aún más claro: muchos guardaban silencio porque no querían repetir los
vocablos y pronto me di cuenta de que dos o tres sinónimos habrían hecho la
diferencia. El hecho de tener dos o tres opciones, aunado a una actitud
adecuada, abría un panorama completamente nuevo.
La fluidez mejora cuando nos olvidamos de la perfección. En
un idioma, lo que esto significa es que la fluidez se presenta cuando dejamos
de pensar (obsesivamente) en la gramática. La gramática es el refugio que hemos
encontrado para sabotear nuestro propio avance; la gramática es la zona de confort
y, paradójicamente, a menudo, la mejor forma de lograr una gramática pulcra es
olvidándonos de ella.
…y nos hizo
preguntarnos si la forma más adecuada de mejorar nuestro vocabulario es,
precisamente, olvidándonos de él
Lo ideal sería que así fuera. Que aprendiéramos palabras al
escuchar música, al leer libros, al ver películas, al entablar conversaciones
y, de hecho, creo que están son las mejores formas: las formas naturales. El pequeño detalle es que implican mucho
tiempo. En otras palabras, para aquellos que quieren aprender un idioma
practicando sólo quince minutos al día, estas formas naturales, estas formas
adquisitivas, se tornan inviables.
Es por ello que en cuanto a vocabulario se refiere propugno
una combinación de formas naturales y formas no naturales, una mezcla de
adquisición y aprendizaje, que no supone otra cosa más que el uso simultáneo de
películas, libros y canciones, por un lado, y de listas, esquemas y oraciones,
por otro (¿se acuerdan de LIS-COS, por ejemplo?)
…o si recursos como
Oxford 3000 pueden ayudarnos
Hablando de listas, Oxford 3000 tal vez sea la lista por
antonomasia. Quien quiera consultarla, puede ir directamente a http://www.smartcom.vn/the_oxford_3000.pdf.
Lo que encontrará es un documento con las tres mil palabras que más nos ayudaría
conocer del idioma inglés. En total, la lista se extiende a lo largo de 17 páginas
y uno se ve tentado a preguntarse qué pasaría si cada hablante le dedicara una
semana a cada hoja: en poco más de cuatro meses, habría abarcado la totalidad
de la lista.
¿Significaría esto que ya se sabría las tres mil palabras? Seguramente
no, pero se sabría muchas más de las que se sabe ahora.
… o si George Steiner
puede ayudarnos
Soy un defensor de la utilización de dinámicas y de métodos
alternativos para mejorar el nivel de inglés de las personas. No obstante, a
veces caemos en el extremo: innovar por innovar, sin preguntarnos si esa es la
mejor decisión.
Hace menos de una semana, en una entrevista con el periódico El País, el filósofo George Steiner
declaraba estar “asqueado por la educación escolar de hoy, que es una fábrica
de incultos y que no respeta la memoria” y reivindicaba el aprendizaje de
memoria.
En los centros de idiomas, en las escuelas y en las
universidades, buscamos siempre nuevas formas que nos permitan aprender más
vocabulario y los niños mexicanos, al menos la mayoría de los que fueron a
escuelas públicas, se pasan en lo que al inglés se refiere diez o quince años haciendo
nada, jugando un poco, en el mejor de los casos, y terminan la universidad con
un vocabulario francamente deprimente. Después se preguntan por qué su listening está mal, por qué les cuesta
tanto trabajo leer y por qué su fluidez es prácticamente inexistente y es ahí
donde nos damos cuenta de que casi nadie ha entendido nada, incluidos los
expertos que diseñan los programas educativos y las personas que coordinan los
departamentos y centros de idiomas: podrán tener maestrías y doctorados, pero
no tienen la más mínima idea sobre cómo desarrollar la competencia
comunicativa.
Es entonces cuando la educación escolar de hoy, siguiendo a
Steiner, da asco y a veces se pregunta uno si no hubiera sido mejor que
nuestros alumnos, desde que iban en la primaria, se hubieran aprendido una
semana la página uno y la siguiente semana la página dos hasta llegar a la
diecisiete y que, una vez que hubieran terminado, comenzaran de nuevo, hasta
que supieran lo que es coffee, sugar,
large, acknowledge, cope, eager, elbow, hesitate, needle, squeeze, tear y tear, therefore y whereas.
Manos a la obra
El vocabulario es fundamental si queremos tener un excelente
nivel de inglés y a menudo vale más una palabra que una estructura. Frecuentemente,
los problemas de listening, reading y speaking no son más que una consecuencia de que nuestro vocabulario
sea escaso; esto nos lleva a no entender y a tener poca confianza para
comunicarnos. Ya sea mediante libros, películas y canciones, o por medio de
listas, esquemas y la repetición de oraciones, mejorar nuestro vocabulario
siempre es posible.
A veces, hace falta inventar menos y trabajar más: queremos
encontrar el método perfecto para aprendernos la palabra squeeze, cuando probablemente seríamos más efectivos si la repitiéramos
treinta o cuarenta veces en una libreta. Mejorar nuestro léxico es el primer
paso para mejorar todo lo demás. It is
essential, therefore, that…
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