Juan Carlos García
Valdés
Phil Crosby, experto en calidad, escribió en uno de sus
libros que antes de la Segunda Guerra Mundial “la definición de un producto
corriente y poco confiable era <<Made
in Japan>>”. ¡Cuánto han cambiado las cosas desde entonces! Ahora
sabemos que muchos de los mejores productos están hechos en el País del Sol
Naciente. Lo anterior demuestra que el cambio es posible. Así las cosas, si el
nivel de inglés de los mexicanos no es lo suficientemente bueno para lo que
deseamos lograr, no debemos aceptar esa realidad actual como nuestro destino,
sino más bien como punto de partida.
Sin embargo, el éxito no llega por casualidad. Para lograrlo,
necesitamos algunas de las mismas lecciones de calidad que los japoneses y el
propio Crosby utilizaron.
1.- Lección #1: Trabajo
continuo
Una de mis frases favoritas sobre calidad viene del mismo
Crosby: “Las personas deben dedicarse a mejorar el proceso de la calidad, en vez
de hacer las cosas según su estado de ánimo del día” (Hablemos de calidad, p. 6).
El error que muchos aprendices cometen es que practican
inglés sólo si las circunstancias se los permiten. A menudo, cuando les
pregunto a mis estudiantes si practicaron el día anterior, las respuestas son:
“No, porque tuve mucha tarea”, “No, porque no me quedó tiempo después del
trabajo”, “No, porque fue la fiesta de mi amiga” o “No, porque no me sentía muy
bien”. Francamente, esas respuestas son puras excusas y, debo decirlo,
sumamente mediocres.
Si quieren mejorar su nivel de inglés, la práctica debe ser
continua y al decir continua lo que quiero decir es que tiene que ser diaria.
No hay excepciones ni compensaciones. El enfoque de “el fin de semana
recuperaré las horas que no practiqué en la semana” no funciona. Práctica
continua y cero justificaciones, ese es el secreto.
2.- Lección #2: Kaizen
Kaizen es uno de los pilares de la calidad
japonesa. En pocas palabras, kaizen
significa “mejora continua”. Los japoneses entienden que el cambio no se da de
la noche a la mañana y comprenden que el éxito tampoco depende de una sola idea
innovadora. Por el contrario, el éxito está directamente vinculado con la
disciplina y el análisis constante de lo que hacemos.
Como dice Masaaki Imai en su libro Kaizen, esta filosofía “supone que nuestra forma de vida (…) merece
ser mejorada de manera constante” (p. 39). La verdad es que lo mismo se puede
decir de nuestro nivel de inglés: merece ser mejorado de forma permanente, pero
así como kaizen, esta mejora “requiere
una gran cantidad de esfuerzo continuo y dedicación” (p. 61).
Habiendo dicho lo anterior, es importante alertar sobre lo
siguiente: el trabajo continuo y la filosofía kaizen no significan que tengamos que repetir los errores que hemos
venido cometiendo. De hecho, nada nos alejaría más de ese excelente nivel de
inglés que queremos lograr. Lo que hay que hacer es practicar día tras día con
los métodos que sabemos funcionan y deshacernos de todas las prácticas que no
nos han dado frutos, aun cuando sean respaldadas por muchas personas.
Al reflexionar sobre dichas prácticas, seguramente nos
convendrá hacernos la misma pregunta que se hace Juran en su libro Juran y el liderazgo para la calidad: “¿Qué
es lo que tengo que hacer diferente a lo que he estado haciendo?” (p. 252).
3.- Lección #3:
Requisitos y desviaciones
Ya es hora de que vayamos entendiendo algo: la materia de
inglés debe aprobarse porque el estudiante demuestra que tiene el nivel
correspondiente; si no lo tiene, lo mejor para todos es que repruebe. En otras
palabras, sólo deben aprobar los alumnos que cumplan con los requisitos de cada
curso.
El problema está en que si Alicia vivía en el país de las
maravillas, nosotros vivimos en el país de las excepciones. “No sabe, pero le
echó ganas; pongámosle seis” o “No pasó el examen, pero le haremos otro a ver
si ahora sí pasa”. Lo más ridículo es que luego las autoridades de las escuelas
nos presumen cómo las tasas de aprobación han ido subiendo. ¡Qué logro tan
extraordinario! El pequeño detalle radica en que dichas tasas de aprobación son
más falsas que una campaña anticorrupción iniciada por los políticos mexicanos.
Si quieren mostrarnos que el nivel de inglés ha subido, no basen sus argumentos
en las tasas de aprobación internas, sino en tasas de aprobación de exámenes de
certificación, de preferencia de los exámenes Cambridge.
Si queremos mejorar nuestro nivel de inglés es indispensable
hacerle caso a Crosby y tomarnos los requisitos en serio.
Mensaje para las
autoridades educativas:
Mi amigo Phil Crosby les manda el siguiente telegrama: “Dedíquense
al establecimiento de requisitos claros y a cumplirlos por rutina, y no a
explicar por qué una mezcla equivocada realmente sí sirve” (Hablemos de calidad, p. 177). Los
requisitos claros del nivel de inglés deberían ser los siguientes: 100% de
egresados de licenciatura con FCE, 100% de egresados de maestría con CAE y 100%
de egresados del doctorado con CPE. Pónganse a trabajar y no a encontrar
pretextos para decirnos por qué sus egresados sí son competentes cuando, en un
mundo globalizado, no pueden ni leer un artículo en inglés, seguir una
conferencia en dicho idioma o participar en una conversación en dicha lengua.
Algo simplemente ridículo e inadmisible.
Obviamente para carreras como Negocios Internacionales,
Relaciones Internacionales, Lenguas, Docencia del Inglés, Traducción e
Interpretación los estándares deberían de ser más altos.
Segundo mensaje para
las autoridades educativas (con copia para los estudiantes que reprueban y
quieren que “se les ayude”):
Nuevamente Phil me ha pedido que les comparta la siguiente
reflexión: “No establezcan desviaciones ficticias, ni arreglos especiales.
Aprendan cómo hacer bien las cosas y háganlas así todo el tiempo. De ese modo,
las personas que les rodean tendrán algo en qué confiar”. Desviaciones
ficticias son 5.7 que mágicamente se convierten en 6.0 y arreglos especiales
son exámenes adicionales o trabajos extraordinarios que no tienen razón de ser.
La clave para un excelente nivel de inglés es no mentirnos.
Si los japoneses hubieran sido complacientes con ellos mismos, el <<Made in Japan>> seguiría
siendo una carga para ellos y no algo de lo cual sentirse orgullosos.
4.- Lección #4: Mediciones
“Si no medimos, tampoco podemos comunicarnos” (Phil Crosby, Hablemos de calidad, p. 173). Medir nos
permite mejorar sabiendo los terrenos que pisamos. Las instituciones deben
tener una idea muy clara del desempeño de cada estudiante, pero es también
responsabilidad de cada aprendiz conocer los aspectos que le ayudarán a
alcanzar un excelente nivel de inglés.
Las mediciones deben proveernos información relevante y
confiable y dicha información la podemos obtener principalmente de dos fuentes:
de los exámenes de certificación (¿en qué parte de la gráfica del Statement of Results del PET, FCE o CAE
se encuentra cada habilidad?) y de indicadores de los que se hablará cada vez
más (número de palabras dichas en 15 segundos, número de familias de palabras
conocidas y utilizadas, número de horas totales de práctica de inglés, e información específica sobre el desempeño en
listening).
El propio Crosby cuenta lo siguiente en Hablemos de calidad: “Empecé a darme cuenta de que nadie comprendía
qué era la calidad. (…) Nadie tenía la más mínima idea de que pudiese
administrarse. Se consideraba que era simple cuestión de suerte. (…) Causar la calidad era algo que a nadie
se le había ocurrido” (p. 58). Con toda la tecnología y la información que
tenemos hoy en día, un excelente nivel de inglés no es algo que sea “cuestión
de suerte”, sino algo que definitivamente podemos provocar deliberadamente con
nuestra práctica continua.
Manos a la obra
Hemos sido muy complacientes con nuestro nivel de inglés y si
queremos cambiar es necesario que observemos las lecciones provenientes del
campo de la calidad. Mejorar nuestro inglés implicará trabajo continuo,
tomarnos los requisitos y los indicadores de cada nivel en serio, evitar los
arreglos especiales que nos permitan tener una visión distorsionada de nuestro
nivel real y medir tanto como sea posible. Si el <<Made in Japan>> pasó de ser un sinónimo de las cosas
mal hechas a un referente de la calidad misma, transformar nuestro “a mí el
inglés no se me da” en un excelente nivel es también factible si nos
convencemos de que esto no se producirá por suerte ni de la noche a la mañana,
sino por acciones bien pensadas, bien encaminadas y que sean medidas de manera
efectiva.
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