Juan Carlos García
Valdés
Hace un año, cuatro días y diecisiete horas decidí
convertirme en bloguero y no les voy a decir que mi vida ha cambiado
radicalmente; pero lo que sí les voy a decir es que muchos de mis hábitos han
tenido una transformación positiva. ¿Y saben algo? Creo que esos hábitos que yo
hace un año no tenía y que ahora afortunadamente sí tengo les vendrían muy bien
para apuntalar su aprendizaje del inglés.
A continuación les comparto 4 de esos hábitos:
Hábito number 1: La curiosidad (y no
precisamente la que mató al gato)
Les voy a ser sincero. Escribir una entrada de blog es fácil.
Todos tenemos ideas suficientes para lograrlo. Sin embargo, la cosa se complica
cuando llegas a la entrada #23, a la #38 o a la #50, como es el caso del día de
hoy.
Por más creativo que seas, llega un momento en el que las
ideas se agotan o simplemente se repiten y se repiten y se reiteran.
Lo que he descubierto es que el mejor antídoto es andar de
curiosito permanentemente. Así las cosas, si mi amiga Belem le pone la serie
Thomas a su hijo (en Netflix), yo pongo toda la atención del mundo. Si me dice que me va a
enseñar unos libros en alemán, yo me pierdo en ellos. Si mi alumna D. me cuenta
que ahora está chateando en HelloTalk, ahí voy de chismoso. Si mi otra alumna
J. me recomienda Memrise, lo mismo.
En otras palabras, mi próxima entrada de blog puede estar en
cualquier lado: en un programa de televisión, en una recomendación, en una
clase o en el supermercado. Mi función es estar atento. Y créanme que después
de treinta o cuarenta entradas, de verdad clamas por ideas nuevas y el mayor
miedo es ya no tener nada que decir.
Aplicación de este
hábito: Vuélvanse
tan curiosos como puedan serlo. A lo mejor la próxima palabra que se van a
aprender en inglés está en una caja de cereal o en Instagram o en la playera de
su mejor amiga.
Y además de volverse curiosos, ábranse a las oportunidades.
No siempre practiquen con las mismas personas. Si se dan cuenta, las
recomendaciones y las ideas de las que les hablé no provinieron todas de una
persona. Su práctica tampoco puede ser tan reducida. De lo contrario, pagarán
el precio de acostumbrarse a un solo acento, a un solo léxico y a una sola
manera de hablar.
Hábito number 2: Dejen la perfección para la
próxima vida
Si mis amigos de toda la vida están leyendo esta entrada, es
probable que estén a punto del infarto. ¿Cómo Juan Carlos se atreve a decir
esto cuando él es perfeccionista a la décima potencia?
Pues así como en Big
Brother, las reglas aquí también cambian.
La verdad es que sí me gusta ponerle atención a cada detalle
y en cada texto trato de cuidar al máximo la redacción, la ortografía y la
puntuación, entre otras cosas. Pero seamos sinceros: después de haber escrito
aproximadamente 300 cuartillas para este blog, alguna coma se me tuvo que haber
ido y, me duele decirlo, tal vez algún horror ortográfico también.
Lo que he enfatizado es que cada jueves un texto nuevo esté
disponible, listo para ser leído. Y prefiero que mis lectores tengan un texto
que es de 8.5 o de 9 de calificación a que tengan puros textos de 10, pero que
para ello se tengan que esperar uno o dos meses.
Aplicación de este
hábito: Ya sé que a
muchos de ustedes les da miedo hablar en inglés y que sólo lo van a hacer
cuando se sepan todas las palabras del diccionario y cuando su pronunciación
compita con la de la Reina Isabel. Spoiler
alert: Eso no va a pasar… así es que déjense de tonterías y empiecen a
hablar (como diría el presichiste
Fox) hoy, hoy, hoy. “¿Y si se burlan de mi pronunciación?” Que se burlen. “¿Y
si no me entienden?” Les repites. “¿Y si me da pena?” Se te quita. “¿Y si me
hacen burling?” Me dices y tomamos
cartas en el asunto.
Hábito number 3: Sean constantes
La clave de la vida de un bloguero se llama “ser constantes”.
Si publico cada jueves, no puedo dejar todo para fin de mes porque ya se me
pasaron tres días de publicación.
Es cierto que en este año me tomé algunas semanas de vacaciones del blog (me tomaré unas más en los próximos meses) y que, incluso, hubo un jueves que no publiqué nada. Dicho de otra forma, mi tasa de cumplimiento fue del 98% (49 de 50 semanas; no tan buena como el 100%, pero nada despreciable).
Aplicación de este
hábito: Imagínense
que ustedes tienen esa misma tasa a lo largo del año para practicar inglés. Si
practican el 98% de los días, al año estarían practicando 357 días. Nada mal.
Se notaría la diferencia.
Hábito number 4: Reúnanse con gente más
inteligente que ustedes
Desde que empecé el blog, me he tenido que reunir con gente
más inteligente que yo (muchos, muchos): alumnos, colegas, investigadores,
lingüistas, traductores, gente que no tiene nada que ver con el campo de la
enseñanza del inglés, pero que reconoce necesidades en su industria o sector,
otros blogueros, escritores, lectores, estrellas de rock a las que he
entrevistado (tanto las que ya publiqué como las que se vienen… agárrense).
Cada persona inteligente representa una oportunidad para
aprender, para superarme, nuevas ideas, retos, visiones distintas y soluciones
innovadoras.
Aplicación de este
hábito: Acérquense a
los mejores y convivan con los mejores. Reúnanse constantemente con hablantes
del inglés que los motiven, reten, sorprendan y les enseñen cada vez más.
Manos a la obra
Aprenderse una palabra no es difícil. Hablar en inglés una
vez no es complicado. Lo difícil es tener la constancia y la curiosidad
permanentes para mejorar día tras día. Olvídense de la perfección, busquen a
las personas más inteligentes que conozcan o que pueden conocer y practiquen
por lo menos 357 días al año. Si lo hacen, el éxito estará garantizado.
Puedes compartir cualquier
duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com
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