Juan Carlos García
Valdés
Hoy compartiré con ustedes la segunda entrevista. Si la vez
anterior conversé con mi amiga que me pidió que le diera clases de alemán,
ahora decidí platicar con una de mis mejores alumnas. Su nivel es cada día
mejor, su entusiasmo para aprender es sobresaliente y siendo una de las alumnas
que más podrían argüir que no tiene tiempo para mejorar su inglés (debido a
ciertas responsabilidades que ya tiene a su corta edad), jamás le he escuchado
esa excusa. Al contrario, la veo motivada, estratégica y muy feliz cada vez que
está en contacto con la lengua inglesa. Es por ello que decidí entrevistar a
esta alumna cuyo nombre no puedo revelar (me pidió que la mantuviera en el
anonimato… ni hablar, así son algunas de las estrellas de este mundo).
Enseñanza #1: Pensar en
inglés… ¡Gran revelación!
Les parecerá extraño lo que voy a comentarles, pero si han
estado al tanto de las entradas anteriores, seguramente ya lo habrán leído. A pesar
de llevar casi veintidós años utilizando el idioma inglés, ese acto de pensar
en lengua inglesa no había sido muy recurrente en mi persona. Alguna vez le escuché
decir al gran Pablo Fernández Christlieb en un curso que dio hace algunos años
titulado Lo que se siente pensar (el
puro título ya hace que te sientas orgulloso de haber estado ahí) que “una
ciudad, para desarrollarse, requiere de mejores conversadores”.
El hecho de tener mejores conversadores nos lleva a tener
mejores pláticas y, a menudo, es ahí y no en la rigidez del salón de clases
donde surgen los grandes descubrimientos personales. ¿Por qué digo todo esto?
Porque la pura frase que mi alumna mencionó en la entrevista (“cuando estoy
aburrida, pero no puedo platicar con alguien y estoy pensando cosas, trato de
pensar las cosas en inglés”) me condujo a una gran revelación, precisamente,
personal: hasta antes de este encuentro, ingenuamente, había concebido que
“pensar en inglés” era algo que se daba de manera natural. En otras palabras,
un día estabas pensando en el caminar de un gran danés bajo la tarde decembrina
and suddenly your mind would focus on the
cookies you saw in the kitchen.
No dudo que para algunas personas afortunadas, el proceso haya
sido así. Sin embargo, las palabras “trato de pensar” me llevaron a un nuevo
estadío (sé que la RAE sólo acepta estadio, pero antes la gente pronunciaba
esta palabra con acento en la “i” y digan lo que digan los eruditos, a mí me
gusta más con el acento; de lo contrario, siento que me estoy refiriendo al
Azteca o al Santiago Bernabéu y yo lo que quiero decir es “período o fase”). En
este nuevo estadío pude reconocer que para pensar en inglés, como para mejorar
en cualquier otro aspecto, a menudo lo más importante es la actitud y la
determinación, el decir “lo haré”. Después de veintidós años, ahora pienso en
inglés; no porque las musas shakespeareanas
me hayan visitado súbitamente, sino simplemente porque emulando a nuestra
entrevistada, que dice que “piensa en inglés 10 minutos, pero diario”
ahora “trato de pensar las cosas” en dicho idioma. Gracias alumna anónima.
Enseñanza #2:
“Tutoriales no, chismes sí” (o todo lo contrario)
¿Hay alguien en este mundo a quien el chisme no le interese?
Efectivamente, se rumora que hay una persona en Vietnam y otra en Dinamarca. De
ahí en fuera, a todos nos encanta el chisme. Obviamente, somos lo
suficientemente precavidos para denominarlo de otra forma: simplemente plática,
“ponerse al tanto” o “ponerse al día”, echarse un cafecito, “indagar más sobre
las necesidades del prójimo”, revisar nuestras redes sociales o “ver qué
lecciones podemos llevarnos de los actos de los demás”. Sí, cómo no. ¡Qué
hipócritas somos! Es chisme y ya, y este acto no debería de estar asociado
necesariamente con algo negativo.
En algún momento de la plática, mi alumna mencionó lo
siguiente: “Veo videos, pero de cosas que me gustan en inglés. No tutoriales,
sino de chismes” y aquí radica buena parte de su éxito. Por un lado, sabe lo
que le gusta y lo reconoce y al trabajar con videos que le atraen, el proceso
se vuelve entretenido en vez de monótono.
Este aspecto está relacionado con lo que yo llamo la
legitimización del aprendizaje. A menudo, me he encontrado con alumnos y alumnas
que se sienten, literalmente, apenados o avergonzados por la forma en la que
aprenden. Dicho de otra forma, es como si una voz interna les dijera que si no
aprenden como los demás, no es válido. Yo diría más bien que lo único que no
debe ser válido es copiar por copiar. Para mi alumna, el lema es “tutoriales
no, chismes sí”, para el danés y el vietnamita es lo contrario y para otros lo
importante es que los videos o los materiales sean de futbol o de música o de
clases de cocina. Ya es momento de que legitimemos nuestros propios procesos de
aprendizaje y de que le seamos fieles a lo que nos motiva. Como diría nuestra
entrevistada: “es más interés; no es <<tengo que aprender inglés>>;
es gusto”.
Enseñanza #3: Apropiarse
de la música y de las palabras
Muchos alumnos dicen practicar con música y la verdad es que
muy pocos avanzan. ¿Por qué? Tal vez la clave esté en lo que nuestra
entrevistada anónima nos comparte: “Siempre me ha gustado la música en inglés.
Entonces, yo conseguía la letra en inglés, tenía mi diccionario e iba buscando
palabra por palabra y las anotaba para ver qué decían las canciones. (…)
Traducir las canciones tú misma, no buscar la traducción, es lo que me ha
ayudado a tener más vocabulario porque se me queda, porque yo lo estoy
haciendo”.
Aquellos que no avanzan, estoy convencido de esto, es porque
no logran que el proceso se vuelva propio o personal. Cantan, pero lo hacen
como espectadores. Ven la traducción, pero la bajaron de internet y al no
implicar mayor esfuerzo, la retención tampoco está presente. El caso contrario
es el de nuestra entrevistada que al buscar palabra por palabra se apropia de ellas y las va incorporando a
su producción oral y escrita. Les confieso que a veces cuando la escucho hablar
en inglés, me quedo sorprendido porque utiliza palabras y frases que uno
esperaría solamente en niveles más avanzados.
Enseñanza #4: Inscríbete
a un maratón… de series
Lo de la música y lo de las series se repite en muchos
aprendices exitosos y nuestra interlocutora del día de hoy no es la excepción.
“Últimamente he visto muchas series en inglés, con subtítulos en inglés”,
señala. Algunas de las entrevistadas, cuyas entradas no han sido publicadas
todavía, prefieren quitar por completo los subtítulos. Yo, en lo personal, prefiero
ir analizando ambas partes. En cualquier caso, lo importante es la práctica que
se puede obtener a través de estos programas. Mi alumna vio toda su serie en
dos días, lo que implicó más o menos 30 horas de práctica con un vocabulario
mucho más real y, lógicamente, menos acartonado y falso que el lenguaje del
salón de clases.
Si no tienen tiempo, pidan un día en su trabajo, falten un
día a la escuela o pospongan la comida que tenían con familiares o amigos y
vean su serie favorita (al menos una temporada) en un solo día o en un solo fin
de semana. Su inglés se los agradecerá y el mundo no se va a detener por un día
que se ausenten de sus actividades cotidianas.
¿Y si hay frases o palabras que no quedan claras? ¿Qué
hacemos? Mejor preguntémosle a… ya iba a decir su nombre. “¿Qué hacías cuando
algo no quedaba del todo claro?” Respuesta: “Iba pausando y lo que no entendía,
lo anotaba en una hoja y ya después, cuando acabé de ver la serie, vi qué
significaba”.
La ventaja de no ir al diccionario en cada momento es que no
se pierde el ritmo de lo que se está viendo. Si logran llegar al punto en el
que se les olvida que la serie está en inglés, como a mi alumna le sucede, ¡felicidades, el aprendizaje
está garantizado!
Tip para listening
que nos da nuestra entrevistada: “Al principio veía las series en inglés en la
tele, sin subtítulos, y eso me ayudó para listening, ya que yo trataba de
descifrar lo que estaban diciendo con lo que veía”.
Enseñanza #5: Enamórate
Ya casi al final de la plática, nuestra entrevistada nos
contó lo siguiente: “Todo tiene que ver con el interés. Cuando tenía como
catorce años, me gustaba un niño, pero él era de Japón, entonces teníamos conversaciones en inglés (por medio del chat). Yo no sabía
mucho, pero veía la forma de buscar en el traductor lo que quería decir, de
manera que fuera coherente lo que yo le decía, no nada más copiar y pegar, sino
con lo propio que yo sabía; trataba de estructurarlo yo misma”.
Al buen entendedor, pocas palabras: enamórense de alguien con
quien puedan hablar en inglés; sin importar si es de Japón, de Estados Unidos o
del sureste mexicano. Enamórense y hablen.
Idea a considerar: ¿Más
sabrá el diablo por viejo que por diablo?
En algún momento de la conversación, nuestra entrevistada
mencionó la importancia del tiempo que lleva una persona aprendiendo inglés.
Cabe entonces preguntarse si el nivel de algunas personas es bueno porque
llevan décadas en contacto con el idioma más que por un talento o una habilidad
específica. Es probable que así sea y sería fundamental entonces promover que
los niños comenzaran su proceso de aprendizaje/adquisición a una edad muy
temprana.
Manos a la obra
Una
de las mayores lecciones de esta entrevista es el hecho de que podemos decidir
nosotros mismos qué tanto avanzamos en inglés. Pensar en inglés no tiene porqué
ser algo natural; si no se suscita de esta forma, siempre podremos tomar la
decisión y empezar a hacerlo de manera consciente. Lo más importante es hacer
cosas que nos gusten, nos motiven y nos llenen de satisfacción. Asimismo, la
música y las series son prácticas que se repiten en los aprendices que logran
tener un excelente nivel de inglés, por lo que sería buena idea beneficiarse de
ambas. En caso de que necesitemos mayor motivación todavía, el enamoramiento no
debería de ser descartado.
Esta
serie de entrevistas continuará a lo largo del verano. Les prometo seguir
buscando a gente talentosa y muy inteligente, como la entrevistada para esta
entrada, para seguir compartiendo tips, consejos y acciones que nos lleven a la
excelencia. ¡Gracias lectores! Thank you anonymous
student!
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