jueves, 22 de septiembre de 2016

Usuarios del idioma, hablarle a los extraños y el teatro gratuito de los sueños: tres ideas para aprender inglés basadas en un gigante de la dramaturgia

Juan Carlos García Valdés

La semana pasada se nos murió un gigante: Edward Albee. Es probable que muchos de ustedes no lo hayan conocido, pero les reitero que era un titán. Y a veces la vida de los grandes hombres no nos motiva, por desconocimiento, pereza o incluso desdén. Sin embargo, y aunque suene cruel, la muerte de estos hombres y mujeres nos brinda una segunda oportunidad de visitar su obra y de admirar su grandeza.

Hoy les propongo no sólo eso, sino también que aprovechemos sus ideas y su legado para mejorar nuestro nivel de inglés.

Primero, ¿quién era Edward Albee?

Edward Albee era un dramaturgo. Su primera obra, La historia del zoológico, la escribió en 1958 y desde ese momento jamás dejó de escribir teatro.

¿Por qué es un gigante?

Cualquiera podría decir que por los tres premios Pullitzer que ganó o por haber escrito la muy aclamada ¿Quién teme a Virginia Woolf?, y ciertamente quienes así lo aseguran no se equivocan. No obstante, Albee es un gigante porque en cada palabra de sus obras e incluso de sus entrevistas nos maravilla con su perspectiva sobre la condición del hombre y se erige como un maestro, muchas veces, me parece, incluso sin querer serlo: un maestro de la dramaturgia y de la vida misma.

Idea #1: “Edward, no te sientes como un poeta; te sientes como alguien que escribe poesía".

Esta es la razón que da Albee en una entrevista para explicar el motivo por el que dejó de escribir poesía (antes de convertirse en dramaturgo). Y yo me pregunto, cuántos de nosotros no experimentamos una situación similar cuando nos acercamos al inglés o a otra lengua. No nos sentimos como usuarios de dicho idioma, sino simplemente como personas que aprenden un idioma.

¿Y cuál es la diferencia, teach? ¿No es lo mismo? Con toda honestidad les puedo decir que hay un mundo de diferencia. Una persona que aprende un idioma hace cosas para mejorar (estudia la gramática, repasa el vocabulario, escucha algunos audios y tal vez lee algunos libros), pero nunca o casi nunca se pone en esas situaciones prueba-de-fuego en las que o utiliza el idioma o lo utiliza. Su vida no depende de qué tanto aprende y siempre tiene la opción de refugiarse en el español si las cosas no van bien.

Por el contrario, el usuario de un idioma no hace necesariamente cosas para mejorar, sino cosas para conseguir algo tangible o para expresar algo que tiene que expresar. En este sentido, constantemente está al borde del precipicio, pero también muy cerca de la gloria, una gloria lingüística y comunicativa en este caso. Su realidad, su bienestar y en buena medida su vida dependen de qué tan exitoso es al comunicarse y difícilmente hay refugios: o habla o habla.

Con la persona que escribe poesía y el poeta pasa lo mismo. La persona que escribe poesía puede hacerlo o puede no hacerlo. Puede incluso mejorar, como comenta Albee, pero nunca está al límite. Si no escribe, puede hacer algo más y punto. Mientras tanto, el poeta tiene una necesidad compulsiva de expresar y de ser en la poesía misma. Las palabras lo colocan siempre en la orilla y muy a menudo toca el cielo y el infierno con apenas minutos o incluso segundos de diferencia.

Regresando a las lenguas, las personas que aprenden un idioma son las que van a su clase de inglés y una vez que se termina piensan que han cumplido, que ya cubrieron su cuota diaria o semanal y consideran molesto o aburrido o improcedente hacer algo adicional. Para ellos el inglés es un fin en sí mismo. En cambio, los usuarios del idioma, nuestros poetas, muchas veces ni se percatan de que están aprendiendo: escriben, leen, escuchan, chatean, participan en conversaciones en el idioma meta, pero lo hacen más por una necesidad inmediata. Para ellos el inglés es un vehículo.

Lección #1: Conviértete en un usuario del inglés; no seas un simple aprendiz.

Idea #2: Ya basta de socializar con la misma gente (mediocre) de siempre

El título de esta segunda idea no se lo recuerdo a Edward Albee, pero tanto su vida como su obra me han llevado a esta propuesta y en ambos casos me tengo que referir a La historia del zoológico.

En dicha obra, Jerry de pronto le hace la plática a una persona que no conoce: Peter. La verdad es que (spoiler alert) la interacción no termina muy bien que digamos, pero lo que aquí nos atañe es que la conversación se da entre dos perfectos desconocidos.

En cuanto a la vida de Albee, una anécdota lo ilustra perfectamente. El dramaturgo termina de escribir precisamente La historia del zoológico en 1958 y el texto pronto recibe múltiples rechazos en Estados Unidos. De alguna u otra forma, La historia… llega a Italia y de ahí va a Suiza y después a Alemania (estamos hablando de la época en la que internet no existía). Finalmente, se representa en Berlín y ahora viene lo más interesante: Edward Albee viaja a Alemania para asistir al estreno de su primera obra que se da en un idioma (alemán) que le es totalmente desconocido.

En ambos casos, en el de Jerry y en el del propio Edward, es la fuerza de los extraños la que mueve montañas. Quejarse todo el tiempo de que tu amiga Susy no quiere hablar en inglés y de que tu amigo Mario quiere pero no da una no arregla absolutamente nada. Créeme: hay muchas personas que quieren hablar contigo en inglés, pero tienes que encontrarlas y muy seguramente no van a estar en tu círculo mediocre al que ya te acostumbraste y al que a menudo usas como pretexto.

“Pero teacher, ¿por qué la crueldad?” Respuesta: prometo ser menos cruel si te pones a buscar a tus próximos aliados y si comienzas a hablar cuanto antes.

Lección #2: Busca a las personas que hablarán contigo; créeme que los hay. Sólo un favor: no sigas buscando donde ya lo hiciste y no encontraste más que pretextos.

Idea #3: El teatro gratuito de los sueños.

¿Se imaginan asistir a una representación de La historia del zoológico en inglés? Sería un sueño, ¿verdad? Pues déjenme decirles algo: si Albee tuvo que viajar hasta Alemania para ver el estreno de su obra, el mundo moderno nos facilita las cosas. Ahora sólo tendrán que viajar hasta los links que les comparto a continuación.

Mi propuesta es la siguiente: vean la obra y lean el texto al mismo tiempo. Si gustan, pueden leer la obra primero en español (no es para nada larga) y ya que hayan entendido perfectamente bien la historia, pueden usar el texto en inglés. Les aseguro que aprenderán muchísimo y, sobre todo, aprenderán un lenguaje mucho más natural que el que normalmente aprenden en clase.

Obra de teatro La historia del zoológico (excelente representación; el volumen no es el mejor): https://www.youtube.com/watch?v=ctPun9fzS2E

Obra de teatro La historia del zoológico (la representación tiene sus detalles que pueden mejorar – actuación, dirección –, pero tomando en cuenta que lo que nos importa en estos momentos es el idioma, esta opción sigue siendo atractiva para nuestros fines):

            Parte 1: https://www.youtube.com/watch?v=Y4wdqC6S6FU
            Parte 2: https://www.youtube.com/watch?v=jD3oBgRtk9Q

Texto de La historia del zoológico (en inglés): http://www.taghawaii.net/The_Zoo_Story.pdf


Lección #3: Ir al teatro puede ayudarte a mejorar tu nivel. Y puedes aprovechar esta opción desde la comodidad de tu casa.

Manos a la obra

Convertirse en un poeta del idioma meta, en este caso del inglés, buscar a la gente que sí quiere conversar con nosotros en la lengua que estamos aprendiendo (aunque sean desconocidos) y usar obras de teatro disponibles en línea, apoyándonos en el texto en español y/o inglés son sólo algunas de las estrategias que podemos utilizar para ser verdaderos usuarios del idioma más hablado a nivel mundial. Edward Albee, sin quererlo nuevamente, ha sido un maestro que con su palabra y su obra nos ha permitido ver nuevos caminos. ¡¿Cuándo no Albee, cuándo no maestro?!

Puedes compartir cualquier duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com

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