jueves, 6 de octubre de 2016

Confesiones de un aprendiz del alemán: 5 cosas que muy probablemente te están pasando (a ti en inglés)

Juan Carlos García Valdés

Como ya se los he dicho con anterioridad, actualmente estoy aprendiendo alemán. La verdad es que he mejorado mucho, pero sería falso decir que todo es color de rosa. Creo que hablarles de las dificultades que he experimentado les permitirá apropiarse de algunas estrategias que me han servido para ser cada día más efectivo. Sé que no son los mismos idiomas, ya que ustedes están aprendiendo inglés, pero aun así me parece que se pueden beneficiar de esta súbita apertura.

Uno: ¿No les pasa que a veces no entienden prácticamente nada?

A veces les entiendo mucho y en otras ocasiones casi quiero confirmar que lo que estoy escuchando efectivamente es alemán. Me he dado cuenta de que depende mucho de la persona. Algunas hablan muy claro y otras no sé si usan un dialecto que desconozco (casi no pasa en alemán… sí, cómo no) o simplemente usan muchos vocablos que aún no me sé. Va a sonar extraño, pero las personas que tienen barba se me dificultan más. En cuestiones de inglés, esto lo he escuchado también varias veces con mis alumnos. Aclaro: no lo de la barba, sino lo de la dificultad de entender un dialecto o acento específico. Se les facilita entender el inglés americano, pero cómo les cuesta trabajo el inglés británico.

¿Qué he hecho para mejorar y qué podrían hacer ustedes en inglés? Lo que yo he hecho se puede resumir en los siguientes tres puntos: a) he buscado cada vez más práctica (de preferencia sumamente variada), tanto cara a cara como al escuchar programas de radio o televisión y podcasts; b) he intentado mejorar mi vocabulario, principalmente mediante audiolibros y con listas de palabras que encontré en YouTube (estoy convencido de que el problema con listening tanto en inglés como en alemán está estrechamente relacionado con el desconocimiento de las palabras que se escuchan y no con una incapacidad para oír y entender) y c) cuando estoy en una conversación, trato de centrarme en el mensaje general y no en palabras aisladas (si escucho una o dos palabras que no sé, no me frustro; por el contrario, me centro en las palabras que sí reconozco y con ellas trato de comprender las partes restantes).

Para inglés, yo agregaría que no se casen con un solo acento. Por ejemplo, a mí me gusta mucho más el inglés americano (lo siento, sé que hay muchos fans del British y es muy respetable, pero yo soy más de las barras y las estrellas). Sin embargo, sería un error centrarme únicamente en el inglés americano. De vez en cuando está bien escuchar a los escoceses y su wee, a los australianos y su ta y a los canadienses y su Kraft Dinner.

Dos: ¿No les pasa que buscan una palabra en el diccionario y les aparecen 22 opciones?

Ok, ok, exageré. Sólo son 19, pero la verdad es que a veces hay tantas opciones que dar con la adecuada cuesta trabajo. La ventaja que tienen los aprendices del inglés es que los diccionarios de Oxford están tan completos y bien organizados que este punto puede solucionarse de forma relativamente sencilla con la consulta de dichos recursos.

En alemán, sin embargo, todavía no encuentro un diccionario que se le acerque a los de Oxford en precisión y alcance y esto me saca canas verdes. Si alguien conoce alguno que me pueda facilitar la vida, mucho agradeceré me haga llegar la recomendación correspondiente.

Tres: ¿No les pasa que un día practican mucho y luego no quieren saber nada del idioma por una semana entera?

No nos pasa.

Ya, en serio. A alguno le ha de pasar. Tal vez a mí lector de Ucrania. ¿No te pasa lector de Ucrania que el domingo practicas cuatro o cinco horas y luego todo se te revierte? (Tú di que sí).

La verdad es que he llegado a una conclusión: practicar mucho un día es contraproducente, al menos en mi caso. Acabo tan exhausto que después mi cuerpo y mi mente piden una tregua. Si practico cinco horas un día y luego durante cuatro días no quiero ni ver al alemán, sería lo mismo que practicara, con constancia y disciplina, una hora cada día, con la pequeña diferencia de que no me hartaría.

Yo creo que es un poco como lo de las dietas y el rebote o una versión lingüística del síndrome del quemado, también conocido por su nombre inglés: burnout.

¿Y ustedes qué pueden hacer para que no les pase lo mismo en inglés? Mi recomendación es que estipulen un horario prácticamente fijo para usar el idioma que están aprendiendo. No se saturen, pero tampoco crean que diez minutos al día los van a convertir en usuarios avanzados de la lengua. Determinen la mejor opción para ustedes y vuelvan al inglés parte de su vida.

Cuatro: ¿No les pasa que a veces se preguntan para qué?

Su vida la hacen en español. Tienen amigos que hablan español. Probablemente un novio o una novia que habla español. Un trabajo en el que se comunican en español. Pueden ver la tele en español, ir de compras, pedir una cerveza, todo, prácticamente todo lo pueden hacer en la lengua de Cervantes. Y entonces, ¿para qué tanto show?

A mí me pasa lo mismo, aunque no necesariamente lo mismo. En mi caso (va a sonar chistoso o sorprendente), mi mayor enemigo es el inglés. Me gusta más la música en inglés que en alemán, los programas de televisión en inglés que en alemán, los libros en inglés que en alemán, la Premier League que la Bundesliga, la sociedad americana que la sociedad alemana (aunque hay aspectos que les admiro: su disciplina, su puntualidad, la infraestructura de su país, su constancia). Además, la gran mayoría de los alemanes hablan inglés y lo hablan muy bien. Entonces, ¿para qué quebrarme la cabeza? ¿Para qué aprender alemán si ya me puedo comunicar con ellos? Estoy siendo cínico, lo sé, pero también estoy siendo honesto.

¿Y saben cuál es la respuesta que lo resuelve todo para mí? Que a pesar de que ya puedo hablar con ellos en inglés, siento que cuando hablo con ellos en alemán los entiendo más. En otras palabras, hay una esencia a la que sí llego cuando digo Hallo, danke y auf Wiedersehen y que difícilmente se me revela (hablo de los alemanes únicamente) cuando uso la lengua de mi amigo William Shakespeare (uy… nos llevábamos tan bien… lástima que se nos adelantó… o que yo me atrasé).

Y todavía más… hay una esencia mía, propia, que sólo me es conocida en alemán. Soy un defensor a ultranza de la idea de que en cada idioma uno tiene una personalidad diferente y si bien mi personalidad en inglés me gusta bastante (más que mi personalidad en español, dicho sea de paso), mi personalidad en alemán me hace conocer aspectos de mi persona que me habían pasado totalmente desapercibidos.

Cinco: ¿No les pasa que se preguntan cuándo será el día en el que realmente puedan comunicarse sin mayores problemas?

Pues a mí también me pasa, pero he descubierto algo. En lugar de cuestionarme cuándo será el día, lo que debo de hacer es practicar con constancia. Hablar bien un idioma es en el 99.9% de los casos una cuestión del número de horas que uno le dedica y no del talento que se supone tenemos para las lenguas.

¿Cuándo podremos comunicarnos sin mayores problemas? Después de haber utilizado el idioma (el inglés en su caso; el alemán en el mío) por más de tres mil o cuatro mil horas.

La verdad es que eso lo pueden conseguir en un año, en dos, en cinco, en diez o en toda una vida… o tal vez nunca. Todo depende de ustedes. ¡Y aquí sí, ojalá fuéramos todos alemanes porque tendríamos la disciplina y la constancia que muchas veces nos falta!

Habiendo dicho lo anterior, quiero hacer una aclaración: A lo largo del texto he usado la palabra aprendiz, pero me gusta más la palabra usuario. Si no la uso es para no crear una confusión que de momento creo innecesaria. A lo que quiero llegar con esta distinción es a lo siguiente: no cometan el error de esperarse hasta las cuatro mil horas para empezar a usar el idioma. En lugar de estudiar, usen. Váyanse a un café y hablen en inglés, lean una novela en dicho idioma o vean la BBC hoy mismo.

Lo siguiente a mí no me pasa (afortunadamente), pero a lo mejor a algunos de ustedes sí. No está de más comentarlo :)

Uno: En alemán no me pasa que tenga miedo o pena para hablar el idioma. Siempre estoy buscando con quién hablarlo y siempre estoy en busca de nativos que quieran ayudarme a mejorar. Si a ustedes les da miedo o pena, recuerden que lo importante es que sus contrapartes o interlocutores o compañeros de chisme y actualizaciones les entiendan. No busquen la perfección porque dicha búsqueda los frustrará. No se comparen con otros hablantes porque siempre podrán encontrar a alguien mejor que ustedes. Y no crean que no hay nativos cerca de ustedes. Los hay y muchos quieren ayudar. Claro que muchos de ellos pondrán cara de aburrimiento si sólo les preguntan aspectos gramaticales (y la verdad no los culpo). Pero si, por el contrario, se animan a tener una plática con ellos, una plática natural e interesante, les aseguro que podrán avanzar muchísimo y que la mayoría de ellos estará dispuesto a colaborar.

Dos: No me pasa que quiera sonar como un nativo y eso es un gran alivio. Mientras mi pronunciación en alemán sea entendible para las demás personas y mientras pueda comunicar mi mensaje, yo estoy muy feliz. La verdad es que no me molesta si piensan que soy de München o de Temascalcingo. En el caso de la lengua inglesa, quítense de la cabeza la idea de que si no hablan como la Reina Isabel, no pueden hablar. No busquen sonar como londinenses o como bostonianos. Ese no debe ser su objetivo. Si les sale dicha pronunciación de manera natural (o si les va saliendo con el paso del tiempo), muy bien, siéntanse privilegiados. Sin embargo, si fingen mucho su acento, más de un nativo no querrá hablar con ustedes.

Manos a la obra

Es muy probable que los problemas al aprender un idioma se repitan cuando se busca aprender otro. La dificultad para comprender a los nativos, el desconocimiento de muchas palabras, el agotamiento, la falta de una motivación intrínseca y la incertidumbre sobre cuándo realmente llegaremos a usar el idioma sin mayores aprietos son aspectos que rondan nuestra cabeza, a veces más, a veces menos.

Enterremos la idea de que nadie escarmienta en cabeza ajena. El camino recorrido por otros aprendices tanto en el inglés como en otros idiomas nos puede ser muy útil. La clave está en volvernos más observadores y copiar lo que funciona.    

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