Juan Carlos García
Valdés
Como ya se los he dicho con anterioridad, actualmente estoy
aprendiendo alemán. La verdad es que he mejorado mucho, pero sería falso decir
que todo es color de rosa. Creo que hablarles de las dificultades que he
experimentado les permitirá apropiarse de algunas estrategias que me han
servido para ser cada día más efectivo. Sé que no son los mismos idiomas, ya
que ustedes están aprendiendo inglés, pero aun así me parece que se pueden
beneficiar de esta súbita apertura.
Uno: ¿No les pasa que a
veces no entienden prácticamente nada?
A veces les entiendo mucho y en otras ocasiones casi quiero
confirmar que lo que estoy escuchando efectivamente es alemán. Me he dado
cuenta de que depende mucho de la persona. Algunas hablan muy claro y otras no
sé si usan un dialecto que desconozco (casi no pasa en alemán… sí, cómo no) o
simplemente usan muchos vocablos que aún no me sé. Va a sonar extraño, pero las
personas que tienen barba se me dificultan más. En cuestiones de inglés, esto
lo he escuchado también varias veces con mis alumnos. Aclaro: no lo de la
barba, sino lo de la dificultad de entender un dialecto o acento específico. Se
les facilita entender el inglés americano, pero cómo les cuesta trabajo el
inglés británico.
¿Qué he hecho para mejorar y qué podrían hacer ustedes en
inglés? Lo que yo he hecho se puede resumir en los siguientes tres puntos: a)
he buscado cada vez más práctica (de preferencia sumamente variada), tanto cara
a cara como al escuchar programas de radio o televisión y podcasts; b) he intentado
mejorar mi vocabulario, principalmente mediante audiolibros y con listas de
palabras que encontré en YouTube (estoy convencido de que el problema con listening tanto en inglés como en alemán
está estrechamente relacionado con el desconocimiento de las palabras que se
escuchan y no con una incapacidad para oír y entender) y c) cuando estoy en una
conversación, trato de centrarme en el mensaje general y no en palabras
aisladas (si escucho una o dos palabras que no sé, no me frustro; por el
contrario, me centro en las palabras que sí reconozco y con ellas trato de comprender
las partes restantes).
Para inglés, yo agregaría que no se casen con un solo acento.
Por ejemplo, a mí me gusta mucho más el inglés americano (lo siento, sé que hay
muchos fans del British y es muy
respetable, pero yo soy más de las barras y las estrellas). Sin embargo, sería
un error centrarme únicamente en el inglés americano. De vez en cuando está
bien escuchar a los escoceses y su wee,
a los australianos y su ta y a los
canadienses y su Kraft Dinner.
Dos: ¿No les pasa que
buscan una palabra en el diccionario y les aparecen 22 opciones?
Ok, ok, exageré. Sólo son 19, pero la verdad es que a veces
hay tantas opciones que dar con la adecuada cuesta trabajo. La ventaja que
tienen los aprendices del inglés es que los diccionarios de Oxford están tan
completos y bien organizados que este punto puede solucionarse de forma relativamente
sencilla con la consulta de dichos recursos.
En alemán, sin embargo, todavía no encuentro un diccionario
que se le acerque a los de Oxford en precisión y alcance y esto me saca canas
verdes. Si alguien conoce alguno que me pueda facilitar la vida, mucho
agradeceré me haga llegar la recomendación correspondiente.
Tres: ¿No les pasa que
un día practican mucho y luego no quieren saber nada del idioma por una semana
entera?
No nos pasa.
Ya, en serio. A alguno le ha de pasar. Tal vez a mí lector de
Ucrania. ¿No te pasa lector de Ucrania que el domingo practicas cuatro o cinco
horas y luego todo se te revierte? (Tú di que sí).
La verdad es que he llegado a una conclusión: practicar mucho
un día es contraproducente, al menos en mi caso. Acabo tan exhausto que después
mi cuerpo y mi mente piden una tregua. Si practico cinco horas un día y luego
durante cuatro días no quiero ni ver al alemán, sería lo mismo que practicara,
con constancia y disciplina, una hora cada día, con la pequeña diferencia de
que no me hartaría.
Yo creo que es un poco como lo de las dietas y el rebote o
una versión lingüística del síndrome del quemado, también conocido por su
nombre inglés: burnout.
¿Y ustedes qué pueden hacer para que no les pase lo mismo en
inglés? Mi recomendación es que estipulen un horario prácticamente fijo para
usar el idioma que están aprendiendo. No se saturen, pero tampoco crean que
diez minutos al día los van a convertir en usuarios avanzados de la lengua.
Determinen la mejor opción para ustedes y vuelvan al inglés parte de su vida.
Cuatro: ¿No les pasa
que a veces se preguntan para qué?
Su vida la hacen en español. Tienen amigos que hablan
español. Probablemente un novio o una novia que habla español. Un trabajo en el
que se comunican en español. Pueden ver la tele en español, ir de compras,
pedir una cerveza, todo, prácticamente todo lo pueden hacer en la lengua de
Cervantes. Y entonces, ¿para qué tanto show?
A mí me pasa lo mismo, aunque no necesariamente lo mismo. En
mi caso (va a sonar chistoso o sorprendente), mi mayor enemigo es el inglés. Me
gusta más la música en inglés que en alemán, los programas de televisión en inglés
que en alemán, los libros en inglés que en alemán, la Premier League que la
Bundesliga, la sociedad americana que la sociedad alemana (aunque hay aspectos
que les admiro: su disciplina, su puntualidad, la infraestructura de su país,
su constancia). Además, la gran mayoría de los alemanes hablan inglés y lo
hablan muy bien. Entonces, ¿para qué quebrarme la cabeza? ¿Para qué aprender
alemán si ya me puedo comunicar con ellos? Estoy siendo cínico, lo sé, pero
también estoy siendo honesto.
¿Y saben cuál es la respuesta que lo resuelve todo para mí?
Que a pesar de que ya puedo hablar con ellos en inglés, siento que cuando hablo
con ellos en alemán los entiendo más. En otras palabras, hay una esencia a la
que sí llego cuando digo Hallo, danke y auf Wiedersehen y que difícilmente se me revela (hablo de los
alemanes únicamente) cuando uso la lengua de mi amigo William Shakespeare (uy…
nos llevábamos tan bien… lástima que se nos adelantó… o que yo me atrasé).
Y todavía más… hay una esencia mía, propia, que sólo me es
conocida en alemán. Soy un defensor a ultranza de la idea de que en cada idioma
uno tiene una personalidad diferente y si bien mi personalidad en inglés me
gusta bastante (más que mi personalidad en español, dicho sea de paso), mi
personalidad en alemán me hace conocer aspectos de mi persona que me habían
pasado totalmente desapercibidos.
Cinco: ¿No les pasa que
se preguntan cuándo será el día en el que realmente puedan comunicarse sin
mayores problemas?
Pues a mí también me pasa, pero he descubierto algo. En lugar
de cuestionarme cuándo será el día, lo que debo de hacer es practicar con
constancia. Hablar bien un idioma es en el 99.9% de los casos una cuestión del
número de horas que uno le dedica y no del talento que se supone tenemos para
las lenguas.
¿Cuándo podremos comunicarnos sin mayores problemas? Después
de haber utilizado el idioma (el inglés en su caso; el alemán en el mío) por
más de tres mil o cuatro mil horas.
La verdad es que eso lo pueden conseguir en un año, en dos,
en cinco, en diez o en toda una vida… o tal vez nunca. Todo depende de ustedes.
¡Y aquí sí, ojalá fuéramos todos alemanes porque tendríamos la disciplina y la
constancia que muchas veces nos falta!
Habiendo dicho lo anterior, quiero hacer una aclaración: A lo
largo del texto he usado la palabra aprendiz, pero me gusta más la palabra
usuario. Si no la uso es para no crear una confusión que de momento creo
innecesaria. A lo que quiero llegar con esta distinción es a lo siguiente: no
cometan el error de esperarse hasta las cuatro mil horas para empezar a usar el
idioma. En lugar de estudiar, usen. Váyanse a un café y hablen en inglés, lean
una novela en dicho idioma o vean la BBC hoy mismo.
Lo siguiente a mí no me
pasa (afortunadamente), pero a lo mejor a algunos de ustedes sí. No está de más
comentarlo :)
Uno: En alemán no me pasa que tenga miedo o pena para hablar
el idioma. Siempre estoy buscando con quién hablarlo y siempre estoy en busca
de nativos que quieran ayudarme a mejorar. Si a ustedes les da miedo o pena,
recuerden que lo importante es que sus contrapartes o interlocutores o
compañeros de chisme y actualizaciones les entiendan. No busquen la perfección
porque dicha búsqueda los frustrará. No se comparen con otros hablantes porque
siempre podrán encontrar a alguien mejor que ustedes. Y no crean que no hay
nativos cerca de ustedes. Los hay y muchos quieren ayudar. Claro que muchos de
ellos pondrán cara de aburrimiento si sólo les preguntan aspectos gramaticales
(y la verdad no los culpo). Pero si, por el contrario, se animan a tener una
plática con ellos, una plática natural e interesante, les aseguro que podrán
avanzar muchísimo y que la mayoría de ellos estará dispuesto a colaborar.
Dos: No me pasa que quiera sonar como un nativo y eso es un
gran alivio. Mientras mi pronunciación en alemán sea entendible para las demás
personas y mientras pueda comunicar mi mensaje, yo estoy muy feliz. La verdad
es que no me molesta si piensan que soy de München o de Temascalcingo. En el
caso de la lengua inglesa, quítense de la cabeza la idea de que si no hablan
como la Reina Isabel, no pueden hablar. No busquen sonar como londinenses o
como bostonianos. Ese no debe ser su objetivo. Si les sale dicha pronunciación
de manera natural (o si les va saliendo con el paso del tiempo), muy bien,
siéntanse privilegiados. Sin embargo, si fingen mucho su acento, más de un
nativo no querrá hablar con ustedes.
Manos a la obra
Es muy probable que los problemas al aprender un idioma se
repitan cuando se busca aprender otro. La dificultad para comprender a los
nativos, el desconocimiento de muchas palabras, el agotamiento, la falta de una
motivación intrínseca y la incertidumbre sobre cuándo realmente llegaremos a
usar el idioma sin mayores aprietos son aspectos que rondan nuestra cabeza, a
veces más, a veces menos.
Enterremos la idea de que nadie escarmienta en cabeza ajena.
El camino recorrido por otros aprendices tanto en el inglés como en otros
idiomas nos puede ser muy útil. La clave está en volvernos más observadores y
copiar lo que funciona.
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