jueves, 30 de marzo de 2017

Ley de Murphy y otras razones por las que el aprendizaje del inglés sale mal

Hace ya varias décadas, Arthur Bloch publicó un libro muy simpático titulado Ley de Murphy y otras razones porque las cosas salen mal. Hoy me he basado en dicho libro para enfocarme en lo que nos atañe: ¿por qué el aprendizaje del inglés, al menos en nuestro país, a menudo sale mal? Ayudémonos de la Ley de Murphy, la Ley de Parkinson y algunas más para tratar de entender la situación.

Leyes de Murphy y de Wynne

La Ley de Murphy señala que “si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal” y para muestra, el botón del aprendizaje del inglés en nuestro país.

Más allá de un análisis profundo (los interesados pueden revisar, por ejemplo, Sorry. El aprendizaje del inglés en México), cada vez creo más que el inglés en nuestro país está de capa caída debido a lo que la propia Ley de Wynne señala:

                        “La flojera negativa tiende a aumentar” (Bloch, 31).

Aceptémoslo, en nuestro país a muchas generaciones les decían inglés y era como si les pidieran que pusieran cara de aburrimiento.

También es cierto que la mayoría de los maestros no ayudaba y a la fecha no ayuda, pero esa apatía ha llegado a niveles insospechados y sólo las nuevas generaciones, que casi desde bebés cantan las canciones de Rihanna y Justin Bieber, parecen proporcionarnos los elementos necesarios para tener cierta fe y esperanza de que la situación pueda mejorar.

Desafortunadamente, pasa muy seguido que ese entusiasmo por el inglés de la generación más moderna se ve aniquilado en la primera, segunda o tercera clase de idioma en la escuela, cuando el aprendiz se da cuenta de que el inglés escolar en México es una repetición ad infinitum del “Vamos a ver el verbo to be”.

Primera Ley sobre el Bridge

Esta ley destaca que “siempre tiene la culpa el compañero” (Bloch, 42) y me parece que no hay forma más sencilla de explicar nuestra falta de responsabilidad en el aprendizaje del idioma inglés que dicho enunciado: la culpa siempre será del maestro que no nos enseñó, del coordinador que no se preocupa porque el nivel mejore, de la directora a la que nada más le interesa hacer negocio, de Miguel Layún, de mis amigos que no hablan inglés, de los autores de los libros de texto que no saben lo que hacen, de la SEP, de Elba Esther, de Layún otra vez, etcétera, etcétera, etcétera, por los siglos de los siglos.

Ah… pero eso sí… nuestra flojera no tiene culpa de nada y nosotros estamos exentos de cualquier crítica. Primera Ley sobre el Bridge: “la culpa siempre la tienes tú; yo no ehhh”.

Segunda Ley de Johnson

Este precepto nos hace recordar que “Si en el transcurso de varios meses solamente acontecen tres actos sociales de relevancia, todos serán en la misma fecha” (Bloch, 123).

Y la verdad es que lo mismo sucede con muchos de mis alumnos. Cuando por fin se dan la oportunidad de aprender inglés, se acuerdan de que al mismo tiempo también tienen que trabajar, aprender otro idioma, escribir la tesis, pasear al perro, jugar bridge, publicar un blog y compartirlo con los amigos en Face, bla, bla, bla y entonces el inglés pasa a ser la prioridad número 632. “Pero por favor no digan nada… porque yo tenía ganas de aprender; es sólo que se me atravesaron otras cosas”.

Ley de Parkinson

Esta ley, una de mis favoritas, por cierta y precisa, señala que “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”. En otras palabras, si yo les pido que acomoden mis carpetas en la oficina y les doy un plazo de 10 horas, se tardarán 10 horas; por el contrario, si les digo que sólo tienen una hora y media, eso será lo que se van a tardar.

Mi postulado aquí es que en México se utiliza la Ley de Parkinson + 1 para el aprendizaje del inglés. ¿Cómo funciona? Veamos:

a) Si me dan seis semestres para liberar inglés en la uni, yo me tardo siete.

b) Si me dicen que al salir de la carrera debo de tener una certificación, yo me hago pato y que me esperen uno o dos años más.

c) Si en el trabajo me piden saber hablar inglés, yo voy a la entrevista y les digo que ya estoy viendo la situación, que no cunda el pánico, que ya pronto, que ya mero, que en menos de lo que canta un gallo… de esos de los que no cantan.

Ley de Pareto

Si el 20% de la población tiene el 80% de los recursos, pues aquí no será la excepción: El 20% de la población estudiantil registrará el 80% de las participaciones en un salón de clases de la materia de inglés. En pocas palabras, ¿para qué me molesto en participar? ¡Que participen los otros!

Ley de Malek

“Cualquier idea simple será expresada en la forma más complicada” (Bloch, 101). ¿Cómo se aprende inglés? Idea simple: Practicando (leyendo y escuchando primero). Forma complicada: “Los aprendientes desarrollarán por medio de técnicas, procesos y metodologías metavanguardistas los elementos necesarios que les permitan una mejora en su capacidad de comprensión oral y producción escrita, sin obviar dentro de los aprendizajes esperados los principios del aprender a aprender, aprender a ser y aprender a chorear”.

Practicando. Punto.

Primera Ley de Weinberg

“Se progresa cada tercer viernes”, que para el caso, me parece que queda mejor de la siguiente manera: “se progresa cada tercer año”.

Pregunta:     ¿Y cómo va tu inglés?

Respuesta:   ¡Uy! ¡Genial! Hace dos años leí un libro.

Comentario: Ah… muy bien.

Leyes a las que no les he encontrado aplicación en nuestro campo, pero que me han sacado una sonrisa

Regla de la grandeza: “Cuando alguien a quien usted admira y respeta parece estar pensando en algo profundo, seguramente está pensando en su almuerzo” (Bloch, 103).

Ley del individuo: “A nadie le preocupa o entiende lo que los demás hacen” (Bloch, 113). Por ejemplo: este blog… o que alguien lo lea… o que alguien no lo lea… o que aprendas inglés o que no aprendas… o que…¡ya basta!

Manos a la obra

Como se podrán haber dado cuenta, esta entrada se basa en La Quinta Regla (Bloch, 115): “Se toma usted demasiado en serio”.

Y todo porque ya se viene el April Fools’ Day jajajaja

Pero entre broma y broma… ¿dónde está tu TOEFL?????



Referencias:

Bloch, no Blog, Arthur. (1981… uy… hace un buen). Ley de Murphy y otras razones porque las cosas salen mal. Mexicalpán de las Tunas: Diana (o sea… la editorial… no la que me hace bullying).

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jueves, 23 de marzo de 2017

Los 5 minutos que cambiaron tu inglés

No voy a exagerar. Este concepto revolucionó mi vida positivamente cuando lo escuché por primera vez y, sobre todo, cuando lo puse en práctica. En español el término kaizen es frecuentemente traducido como “mejora continua” y eso es justo lo que debemos hacer para avanzar.

Primera pregunta importante

¿Qué podrías hacer en los próximos cinco minutos que pudiera mejorar tu inglés por lo menos un 1%?

Imaginemos la siguiente situación. Estás haciendo algo muy importante (estudiando para un examen, acabando un proyecto, viendo la telenovela de las cuatro) y de pronto tu mejor amigo, best friend for ever, de aquí hasta la eternidad y dos lustros más, se aparece en tu casa.

¿Qué harías? ¿No le abrirías? ¿Lo dejarías afuera? Sé honesto. Si fuiste honesto y vives en México, la respuesta en la mayoría de los casos, lo sabemos todos, fue: obviamente le abriría. Y no me digas que no platicarías con él/ella aunque sea cinco minutos.

A lo que voy es que siempre, siempre, siempre tenemos 5 minutos. Y eso es justo lo que necesitamos para mejorar nuestro inglés.

El phrasal verb que no me sé, el idiom que se me dificulta, la pronunciación de una palabra

Si te diera 5 minutos para que te aprendieras que “chip in” significa “poner dinero para algo”, “contribuir”, “aportar”, ¿crees que lo lograrías?

No soy adivino ni brujo de Catemacou, pero la respuesta es que sí.

Tal vez podrías imaginarte que vas a comprarte unas chips, pero no tienes dinero y por lo tanto tus buddies van a caerse con la lana o que debido al hecho de que no tienes feria, pues estás chipil y necesitas que alguien chip in.

Sea como sea, cinco minutos son más que suficientes para que esa palabra quede registrada por el resto de tus días y, por ende, para que la puedas incorporar a tus bellas conversaciones en inglés.

¿Y cuántos espacios de cinco minutos podrías crear en tu agenda (tan) apretada?
-         
     Ninguno.

Si esa fue tu respuesta, lo siento, pero eres un mediocre o una mediocre de primera.
-        
     ¿Por qué?

Porque no eres capaz de organizarte y de administrar tu tiempo y la gente que no organiza su tiempo tiende, aquí no hay de otra, a la mediocridad.
-     
      Bueno, ya… voy a ver si puedo encontrar un espacio pequeño y diminuto entre mis múltiples telenovelas.

Ya hablando en serio, la verdad es que todos tenemos muchísimos espacios de cinco minutos al día. Por ejemplo: al estar esperando en el banco, en el cambio de una clase a otra, mientras nos trasladamos, antes de dormir, recién despertados, sobre todo si la alarma sonó a tiempo, en fin…

Y tú me dirás que cinco minutos no son nada, pero con ocho espacios de cinco minutos al día, tu vocabulario podría incorporar en un año 2,920 palabras.

Obviamente, no se trata de sólo palabras. En 5 minutos, la verdad es que puedes repasar un tema gramatical, escribir varias oraciones, escuchar un video y hacer infinidad de cosas más que le beneficien a tu inglés.

El domingo voy a repasar catorce horas

No es cierto. El domingo te va a dar flojera y después de media hora te vas a dormir o te vas a poner a ver el fútbol o te vas a poner a checar Facebook.

La diferencia entre la estrategia de 5 minutos y la de las 14 horas es brutal. Si fallas en la primera, dentro de una hora o dos tienes una segunda oportunidad. Si fallas en la segunda, san se acabó, te llamabas, Dios nos agarre confesados, ya bailó Berta las calmadas.

¿Por qué? Porque tu próxima oportunidad seguramente será hasta el próximo domingo y, conociéndote, el próximo Sunday va a ser la misma cantaleta.

No pongas todos tus huevos…

Mi abuela decía que no era conveniente poner todos los huevos en la misma canasta y yo siempre le he creído. Entonces, ¿por qué poner todas las horas de práctica en un solo día?

Me kaizen que lo que tienes que hacer es mejorar día tras día

Lo que tienes que evitar es el síndrome del mexicano que todo lo magnifica. Si una persona de Atizapán se agenció el jersey de Tom Brady, entonces súbitamente todos nos sentimos involucrados, aunque la mayoría nunca haya ido a los United; si algo está mal, es un desastre de dimensiones épicas; si algo no funciona, no bueno…

No tenemos el país que quisiéramos tener (según todos dicen… aunque a la hora de la hora ni a quién le importe) porque lo queremos tener mañana mismo y de preferencia a las 7.15 am.

No, no, no… así no funciona. Roma no se construyó en un día. Lo que se nos olvida es que los grandes proyectos son la consecuencia del trabajo continuo, un día sí y otro también. Esa es la única fórmula que garantiza el éxito.

El otro método, el de las prisas y el de aglomerar todo sólo nos lleva a frustraciones continuas y a terminar diciendo que “nuestro país no está hecho para ser desarrollado” o que “a nosotros”, lo que ya hemos escuchado 200,000 veces, “el inglés no se nos da”.

Hoy, hoy, hoy

Ya no pospongas más la mejora de tu inglés. A continuación te dejo ideas para tus primeros 8 espacios de 5 minutos:

1.- ¿Cómo se pronuncian future y culture?
2.- En cocina, ¿qué son crush, mash, simmer, slice, sprinkle y carve? (Clue: Mi crush me machaca; a fuego lento simme enamoro; corta la carve).
3.- ¿Qué significa That’s a no brainer?
4.- ¿Qué significa Off the top my head?
5.- ¿Cómo traducirías la frase: “They are going to splash out and buy a new van”?
6.- Infinitivo, pasado y pasado participio de begin, bring, see, teach y write.
7.- ¿Cómo se dice guión bajo en inglés? ¿Cómo se dice @?
8.- ¿Qué es You’re pulling my leg?

Si tienes 5 minutos, también puedes jugar un poco en Duolingo, por ejemplo.

Manos a la obra

Ya ahorita. No el domingo. Ni en el próximo equinoccio. Hoy, hoy, hoy. Cinco minutos para aprenderte splash out, otros cinco para repasar el vocabulario de verbos en la cocina y otros cinco para la pronunciación. Pero hoy por favor.

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jueves, 16 de marzo de 2017

¿Qué hicieron bien para que yo aprendiera inglés?

Juan Carlos García Valdés


A Miss Juanita, a Miss Celina y a Thomas Ravelli 

Cuando cumplí ocho años no sabía nada de inglés; ni una palabra. A los doce, recién cumplidos, estuve tres semanas y media con una familia norteamericana en Dayton, Ohio (los Pohlar), pero no realmente para aprender, sino para practicar todo lo que había aprendido. Mis recuerdos me dicen que yo podía decir ya todo lo que necesitaba (con algunos errores, seguramente) y que les entendía perfectamente bien. Eso significa que en cuatro años (o incluso un poco menos), aprendí lo necesario para comunicarme y estoy convencido de que más de una persona tuvo que hacer las cosas bien para que esto sucediera. Analicemos la situación, buscando que se pueda repetir tantas veces como sea posible.

Agosto de 1994

Seguramente este año fue el más importante de mi vida. (Ya lo sé. La mayoría de ustedes ni siquiera había nacido). Del 17 de junio al 17 de julio de aquel año se jugó el Mundial de Futbol en Estados Unidos y para mí era un evento sin importancia. Si algo odiaba, de verdad, era el soccer y cuando mis primos se ponían a jugar, yo entraba al terreno de juego cual Lavolpe fouleador, les quitaba el balón y les decía que se pusieran a hacer algo de provecho.

Nadie sabe cuándo ocurrió exactamente, pero pronto las jugadas de Hristo Stoichkov, los regates de Romario y las atajadas del Loco Ravelli me embelesaron. Zague pudo revertir ese enamoramiento con su falla monumental ante Noruega, pero afortunadamente mi amor por el balompié ya no tenía vuelta atrás.

“¿Y qué tiene que ver todo esto con el inglés?”, se estarán preguntando. Pues bien, la relación no pasa por el hecho de que el Mundial se haya jugado en los Uniteds, país angloparlante por excelencia, sino porque yo pronto pedí que me inscribieran a una escuela de futbol. Y de ahí surgió que no sólo me hayan inscrito por las tardes para practicar “el deporte más bello del mundo”, sino que mis padres vieron la oportunidad de que su primogénito pudiera entrar a una escuela privada (anteriormente había estado siempre en escuela pública y no llevaba inglés).

No te queremos aquí

Encontrar escuela de futbol fue fácil; encontrar escuela de 8 a 2, un poco más complicado y me hace recordar la primera vez que alguien me rechazó.

Mis padres seleccionaron una escuela y me dijeron que ahí me inscribirían (no mencionaré el nombre de la escuela por respeto y porque el hecho de no haberme tenido como estudiante, creo yo, ya fue suficiente castigo…jajajaja… ¿y el humilde no vino?).

En fin, lo que pasó esa mañana jamás lo olvidaré. Comparada con mi antigua escuela, este lugar pertenecía a un cuento de hadas. Todo estaba limpio y ordenado. Las instalaciones se veían modernas y las maestras y maestros que por ahí pasaban (no muchos aquel día ya que eran todavía vacaciones) lucían simplemente elegantes. “Aquí sí voy a aprender”, me dije.

Entramos a la dirección, mis padres y yo, y pronto comenzó la entrevista. Todo fluyó bien, sin contratiempos, hasta que de pronto surgió la pregunta que lo imposibilitó todo: ¿Y su hijo habla inglés? Mis padres, apegados a mi desconocimiento del “How are you?” y del “Fine, thanks and you?”,  contestaron como era debido: Nou señourita. Y entonces nos dijeron que desafortunadamente sería imposible para mí alcanzar a mis compañeros y que debía de buscar otra escuela y eso fue lo que hicimos.

A toro pasado, creo que esa fue una bendición (y miren que muy creyente no soy). La escuela recién mencionada era buena y tenía calidad, pero no era ni el 10% de la escuela a la que finalmente entré (tampoco diré el nombre, pero les puedo decir que mi escuela era “nave que conduce a los hombres que aspiran ciencia, amor y libertad”).

What’s your name?

Total que me inscribieron, me compraron mi uniforme cafecito a cuadros y llegó mi primer día de clases.

El sistema de esta escuela consistía en que todos los alumnos de primero a cuarto de primaria llevaban la mitad del día clases en español y la otra mitad, clases en inglés.

Primero tuvimos a Miss Juanita, excelente maestra, que nos puso a hacer sumas, restas, oraciones, efemérides y a bailar La Macarena, todo en español. Hasta ahí, todo fácil.

Sin embargo, las complicaciones vinieron después del receso, cuando en lugar de Miss Juanita tuvimos a Miss Celina, también extraordinaria. Miss Celina, alta, delgada, joven y profesional, era nuestra maestra de inglés. Llevaba una pelotita que aventaba a diestra y siniestra para fomentar la participación de sus alumnos y todo funcionó muy bien hasta que esa pelotita llegó a mis manos y ella lanzó la pregunta.

Mi cara de What fue épica, como si le preguntaran a Peña Nieto la capital de Veracruz o el precio del kilo de las tortillas y si él contestó que no era la señora de la casa, yo casi quise decirle a Miss Celina que a mí el inglés se me daba como a Enriquito recordar los libros que han marcado su vida.

Alguien me sopló la respuesta en aquella ocasión, pero después todo fue miel sobre hojuelas en mi proceso del aprendizaje del inglés y yo creo que esto se debió a que algunas personas hicieron las cosas bien.

Qué es lo que hicieron bien para que yo aprendiera inglés

1.- No me mintieron sobre mi nivel, ni me aprobaron nada más porque sí. Al contrario, durante todo un año estuve yendo a clases de regularización por las tardes y me dejaban tarea extra. Siempre fui a mis clases. No había pretexto para faltar.

2.- Jamás me enseñaron gramática. Todas las clases estaban enfocadas a que yo incrementara mi vocabulario, mejorara mi comprensión oral y mi capacidad para comunicarme.

3.- Desarrollaron en mí una actitud positiva hacia los Estados Unidos. “¿Y esto qué tiene que ver?”, podrán cuestionar. La respuesta es: Mucho. Al desarrollar esta actitud, yo quería aprender cada vez más sobre su cultura y de paso aprendía más y más inglés.

4.- Nos dejaban leer como si no hubiera mañana. Cada año nos pedían muchos graded readers, pero siempre de acuerdo con nuestro nivel. Todavía me acuerdo de Supersnake in going fishing, Dracula y The Canterville Ghost, entre muchos otros.

5.- Miss Celina y las demás maestras nos hablaban casi siempre en inglés. Así fui desarrollando mi oído para el idioma.

6.- Mis padres me hicieron llenar las paredes de mi habitación con muchas de las palabras que no conocía. Las dejaba ahí por una o dos semanas y de tanto verlas me las fui aprendiendo. Ninguno de mis papás hablaba inglés, pero eso no impidió que estuvieran comprometidos para que yo aprendiera.

7.- Siempre nos expusieron a acentos nativos. Recuerdo que teníamos un libro llamado Project Video, con un señor barbón que me caía muy bien y que nos contaba cosas de su país y de su cultura. El simple hecho de volver a ver la portada de ese libro me pone de buenas.

8.- El número de horas de inglés a la semana era considerable. Tres horas por día significaban quince horas de práctica a la semana más las tareas, los proyectos y mis clases adicionales el primer año (tal vez 20 o 25 horas a la semana el primer año).

9.- Nuestras evaluaciones eran frecuentemente prácticas. Todavía recuerdo que en cuarto de primaria Miss Vicky nos dejó hacer una revista en inglés y que yo me encargué de la sección deportiva. Se trataba no de memorizar unas reglas gramaticales o unas cuantas palabras, sino de poner en práctica todo lo que íbamos aprendiendo.

10.- Cada año algunos alumnos iban a Estados Unidos (como yo lo hice cuando visité a la familia Pohlar) y también un grupo de estudiantes norteamericanos estaba de tres a cuatro semanas en nuestra escuela. Sigo pensando que la interacción con nativos del inglés es muy benéfica para avanzar a pasos de gigante.

Manos a la obra

Yo también estaba destinado a ser el mexicano promedio que no habla inglés, pero una combinación de factores hizo que en 1994 mi aprendizaje empezara para ya no detenerse nunca más. El futbol indirectamente me llevó al inglés y el inglés me ha dado el 95.66% de las oportunidades que he tenido.

¿Qué podrías implementar de los diez puntos mencionados para que tu inglés mejore y mejore? ¿Leer muchísimos graded readers? ¿Acercarte a nativos del inglés y empezar a tener más conversaciones? ¿Tapizar tu casa de palabras inglesas? ¿Dejar de pedirle a tus maestros que te “echen la mano” y hacerte responsable de tu aprendizaje? ¿Desarrollar una actitud más positiva hacia los Estados Unidos, Inglaterra, Australia y los países angloparlantes, a pesar de Donald y sus secuaces?  

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jueves, 9 de marzo de 2017

Amigo eterno: celular

Juan Carlos García Valdés

Esta debe ser, sin lugar a dudas, la idea menos original de todas las que he tratado en este blog. Y, sin embargo, lo que me sorprende es que casi nadie la esté usando… o, al menos, no tanto como podríamos hacerlo.

A continuación les presento a nuestro amigo… El Eterno.

¿Quién será?

Pues quién va a ser. Obviamente el que nos acompaña a todos lados, del que no nos podemos despegar, el que sabe todo de nuestras vidas y un poco más: el cell phone.

¡Pongámoslo en inglés!  ¡Wuhuu!!!

Van a decir que soy un aguafiestas, pero ya escuché 632,414 veces que todos cambiaron su celular a inglés, como si eso por arte de magia mejorara nuestro nivel.

Les voy a ser franco: en la gran mayoría de las personas que me han dicho lo anterior no he notado gran cambio (Lo siento, ya saben que así es mi estilo… no me voy a andar con medias tintas).

Honestamente, su “pero ya hasta cambié mi celular a inglés” me suena frecuentemente como a un “no teacher, yo ya hice mi parte, pa’ que vea que sí me esfuerzo… aunque la verdad no hago (casi) nada”.

Juan Carlos:             ¿Y cuántos libros en inglés has leído recientemente?

Estudiante:              No, pues no. Pero puse mi celular en inglés. Mire. Hasta ahí dice “Display & Brightness”. ¿Ahí es donde se juega, no teacher?

Juan Carlos:             No. Ni al caso. ¿Cuántas películas has visto últimamente?

Estudiante:              ¡Uy! Hasta vi la de qué culpa tiene el niño.

Juan Carlos:             ¡En inglés!

Estudiante:              Ah, sorry teach. Pues sería como “What fault has the child”, ¿no?

Juan Carlos:             Noooo. Me refiero a que cuántas has visto en inglés.

Estudiante:              Ah, pues no, tampoco. Pero mire… puse mi celular en inglés. Hasta ya dice “WhatsApp”.

Juan Carlos:             Respira profundo. Tranquilo. Cuenta hasta 12 millones 632 mil 514.

¡No, no, no… la clave no está en ponerlo en inglés!

“¿Y entonces?”, se preguntará más de uno con cara de anonadado. La clave está en: estar expuestos 24/7 a contenidos en inglés.

Les voy a contar cómo surgió la idea

En primer lugar, surgió porque, como ya sabrán los cuatro que me leen con asiduidad (“¿Con asuidu… qué, teacher?”; con frecuencia, eso quiero decir), últimamente me ha dado por correr. Y entonces, no sólo cuando corro, sino también cuando hago otras cosas, me estoy preguntando: “¿Qué más podría estar haciendo en este momento que no interfiera con mi actividad?” Y la respuesta, en mi caso, al correr, es practicar y/o seguir aprendiendo alemán.

Si corro una hora, esos 60 minutos podrían ser, al mismo tiempo, 60 minutos de práctica de alemán para mí… y de inglés para ustedes. Si hasta ahora no lo he implementado cuando corro es porque no tengo datos, pero estoy resolviendo esa situación para que mi faceta de Haile Gebrselassie se vea acompañada de TED Talks (o su equivalente en alemán), podcasts, canciones, YouTubers y demás.

Ustedes no están para saberlo, ni yo para contarlo, pero…

…pero el otro día, mientras desayunaba, estaba escuchando una conferencia en inglés de uno de mis ídolos (Brian Tracy) y cuando acabé de desayunar, tuve que ir al baño… porque también soy humano y los humanos… van al baño.

El pequeño problemita era que la conferencia de mi querido Brian todavía no acababa y entonces dije: “Lo siento; no tengo más tiempo que el que a continuación pasaré sentado en…”, bueno, ya saben… no es necesario tanto detalle… a lo que voy es que… mientras… ¡Teacher!!!... bueno, el punto es que seguí escuchando a Brian.

Y la pregunta de los 64 mil pesos es…

¿Que… ustedes no van al baño? O sea, lo que quiero decir es que hasta ahí, mientras number one o number two, también podrían estar escuchando voces angelicales en inglés.

Teacher… esto si ya es de muy mal gusto

¡No! Lo siento. Lo que es de muy mal gusto es que lleves ocho años en el mismo nivel. Eso sí es de muy mal gusto.

La idea entonces es que… ¿use mi celular en el baño teacher?

No. Ese es un ejemplo. La idea es que tu celular, que ya te acompaña a todos lados, te hable todo el tiempo en inglés: mientras caminas, mientras corres, mientras manejas, mientras cocinas, mientras lavas los trastes, mientras estás en el gym, mientras te trasladas de un lado a otro, mientras pones artículos en tu carrito del supermercado… siempre que sea posible. Esa es la idea.

Manos a la obra

Con sólo este cambio podrías pasar de 0.2 minutos de práctica al día a 4 o 5 horas (o incluso más). Piensa qué necesitas para llevarla a cabo. Celular seguramente ya tienes. ¿Datos? ¿Unos audífonos? ¿Un plan para conseguirlo? (Yo creo que sí… y, sobre todo, una disciplina inquebrantable de decir… hoy sí y mañana también y pasado y también en el baño).  

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jueves, 2 de marzo de 2017

Creación de infrestructochor, infraestructuchur, o como lo quieran pronunciar, para la práctica del inglés

Juan Carlos García Valdés

Algo que valoro de mi estilo de vida es que tengo tiempo. A veces, mientras todos están trabajando, yo puedo hacer algo que me gusta y que no tiene nada que ver con metas, desempeño y reportes. Ayer, por ejemplo, me fui a caminar y a correr durante casi tres horas a uno de los parques más bonitos de la ciudad y estando ahí surgió esta entrada que tiene que ver no con la ya famosa pronunciación del presichiste, sino con las formas en las que podemos ir creando la infraestructura necesaria para que cada vez más mexicanos y mexicanas, chiquillos y chiquillas, puedan aprender el idioma inglés.

Reflexión #1: ¿Sólo un parque?

El parque al que fui parece un parque de otro país. Es chiquito, pero está bien cuidado. Quitando el tema del tamaño, la verdad es que siempre que voy a este lugar, me acuerdo de Canadá.

Así como nos la pasamos quejándonos de nosotros mismos y de nuestro propio país, también valdría la pena que de vez en cuando valoráramos lo positivo y este espacio es sin duda alguna algo positivo.

Sin embargo, estando ahí, también me vino a la mente una pregunta: ¿Por qué sólo tenemos un parque como estos en toda la ciudad? ¿No podríamos tener cinco, diez, quince o veinte? La respuesta, por donde se le quiera ver, es un sí rotundo. Por supuesto que no mañana, ni necesariamente el próximo año, pero si agregáramos un parque con estas condiciones a nuestra ciudad cada año, en quince o veinte años nuestra urbe sería un paraíso para las actividades físicas; incluso, tal vez, un auténtico corredor verde.

Reflexión #1.1: La infraestructura no se crea de la noche a la mañana

Pasa con los parques y pasa con todo lo demás: si queremos gozar de una infraestructura que nos brinde una mejor calidad de vida, lo que necesitamos es un plan a largo plazo, al mismo tiempo ambicioso, pero también realizable.

La infraestructura para el inglés no es la excepción y aquí expongo tres estrategias que podríamos llevar a cabo para que, no mañana, pero sí en los próximos dos o tres lustros, nuestra ciudad sea igualmente un paraíso para el aprendizaje y la práctica del idioma más hablado del mundo.

Estrategia #1: Hacernos amigos de por lo menos un nativo del inglés o de un hablante del inglés

En la ciudad donde el autor de este blog radica (Toluquita la Bella), hay prácticamente dos millones de habitantes y el número sigue creciendo.

La propuesta es sencilla: tú lector tienes cinco años para volverte muy buen amigo de un nativo del inglés o de alguien que sea de Alemania, Holanda, Japón u otro país, de preferencia no hispanoparlante, pero que hable muy bien la lengua del Denankiu.

¿Y luego? ¿Eso cómo nos beneficia? ¡Ay cabezas de chorlito! Pues muy fácil… los amigos se visitan, ¿no es cierto? Muy bien… pues lo que queremos es que cada vez más extranjeros nos visiten y que cada vez más en los cafés, en los restaurantes, en los bares, en las plazas públicas y en los centros comerciales podamos escuchar a gente comunicándose en inglés.

Además, si lo piensan, esta estrategia representa una doble oportunidad: no sólo vienen ellos, sino que a veces también nos invitarán a que los visitemos y, me crean o no, los viajes son una excelente motivación para mejorar nuestro comando de la lengua.

FAQ #1: Oye, pero… ¿nos tenemos que casar con ellos?... Es que yo me quiero casar con el Brayan de mi colonia

No, no es necesario que se casen con ellos, aunque tampoco está prohibido. Quien quiera hacerlo, seguramente contribuirá a tener una sociedad más cosmopolita.

Estrategia #2: Libros en inglés por doquier

Les propongo algo: vayan a la biblioteca de su escuela o universidad o a la biblioteca pública que les quede más cercana y ya que estén ahí investiguen cuántos libros en inglés hay. En la gran mayoría de los casos, el número será ridículo.

Ya estuvo bueno de que las autoridades educativas sigan igual de miopes que siempre, pero también ya es momento de empezar a exigir. La gran mayoría de nosotros pagamos impuestos y/o una colegiatura, y esos recursos deben ser utilizados, entre otras cosas, para crear más infraestructura que propicie una mejor calidad de vida.

“No Juan Carlos, tú estás soñando”, me podrán decir y puede ser que lo que digan sea cierto o no, pero recuerden que todo inicia con una idea y si hay convicción se puede lograr.

Ahora bien, en las grandes ciudades no todo lo hace el gobierno. En otras palabras, la iniciativa privada tiene un peso muy importante. Así es que si el gobierno no se quiere poner las pilas y si las escuelas o universidades públicas tampoco quieren hacerlo, pues las empresas, las organizaciones no gubernamentales, las instituciones educativas privadas y las familias no se pueden quedar cruzadas de brazos.

Mis alumnos y exalumnos ya lo saben. Tal vez no tenga una cantidad ingente de libros en inglés, pero los 100 o 200 que tengo estarán siempre a su disposición (se espera claro que los regresen en un tiempo razonable y déjenme decirles que la mayoría lo hace… a los pocos que no los regresan los odio con odio jarocho porque no me están haciendo el daño a mí, sino a los mil quinientos estudiantes o exestudiantes que se están beneficiando o que podrían estarse beneficiando de mi pequeña biblioteca).

¿Y ustedes cuántos libros en inglés tienen en su casa? También vayan invirtiéndole, por favor, por favor.

Estrategia #3: La creación de los centros de práctica

Creo firmemente y a pesar de que esto vaya en contra de una de mis fuentes de ingreso que las clases particulares no son el método más eficiente para el aprendizaje y práctica del idioma inglés.

Atención: no estoy diciendo que no funcionen; lo que digo es que su costo es a menudo elevado y normalmente se beneficia sólo una persona.

Mi intuición me dice que la tendencia es que nos movamos hacia los Centros de Práctica. Estos recintos podrán ser grandes o pequeños, lujosos o no tanto, de uno o dos pisos, con jardín o sin jardín, pero lo importante es que sean espacios donde el inglés sea la lengua utilizada, donde los niños puedan ir a hacer sus tareas o sus proyectos, donde puedan ir a escuchar un cuento, donde haya clases, pero también sesiones de conversación, donde constantemente haya películas en lengua inglesa, transmisiones de eventos deportivos, muchos libros, muchas revistas, computadoras o tabletas con acceso a internet donde los usuarios puedan jugar, chatear o investigar y donde no haya pocos nativos del inglés. En fin, centros para que el inglés deje de ser una materia y se convierta en uno de los pilares de una sociedad bilingüe, moderna y competitiva.

“No Juan Carlos, tú estás soñando”, me podrán decir y puede ser que lo que digan sea cierto o no, pero recuerden que todo inicia con una idea y si hay convicción se puede lograr.

Manos a la obra

Todos podemos contribuir a que tengamos la infraestructura necesaria para que el aprendizaje y la práctica del idioma inglés dejen de ser un martirio y/o un lujo y se conviertan en un aspecto natural de nuestra cotidianeidad. Sin embargo, para ello debemos ser responsables, estratégicos y ver por todos y no nada más por nuestro círculo inmediato. Roma no se construyó en un día, pero sí hubo un día en el que se puso la primera piedra. Pongamos pues el primer libro de nuestras bibliotecas en inglés; logremos el primer contacto con nuestro primer amigo nativo y reformemos por completo nuestra relación con el idioma más importante del orbe.

Puedes compartir cualquier duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com

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Aunque no sean el método más eficiente para el aprendizaje y la práctica del idioma, ¿estás interesado en una clase de inglés en la que realmente puedas avanzar? Comunícate conmigo al 722-6113296 (WhatsApp).