jueves, 2 de marzo de 2017

Creación de infrestructochor, infraestructuchur, o como lo quieran pronunciar, para la práctica del inglés

Juan Carlos García Valdés

Algo que valoro de mi estilo de vida es que tengo tiempo. A veces, mientras todos están trabajando, yo puedo hacer algo que me gusta y que no tiene nada que ver con metas, desempeño y reportes. Ayer, por ejemplo, me fui a caminar y a correr durante casi tres horas a uno de los parques más bonitos de la ciudad y estando ahí surgió esta entrada que tiene que ver no con la ya famosa pronunciación del presichiste, sino con las formas en las que podemos ir creando la infraestructura necesaria para que cada vez más mexicanos y mexicanas, chiquillos y chiquillas, puedan aprender el idioma inglés.

Reflexión #1: ¿Sólo un parque?

El parque al que fui parece un parque de otro país. Es chiquito, pero está bien cuidado. Quitando el tema del tamaño, la verdad es que siempre que voy a este lugar, me acuerdo de Canadá.

Así como nos la pasamos quejándonos de nosotros mismos y de nuestro propio país, también valdría la pena que de vez en cuando valoráramos lo positivo y este espacio es sin duda alguna algo positivo.

Sin embargo, estando ahí, también me vino a la mente una pregunta: ¿Por qué sólo tenemos un parque como estos en toda la ciudad? ¿No podríamos tener cinco, diez, quince o veinte? La respuesta, por donde se le quiera ver, es un sí rotundo. Por supuesto que no mañana, ni necesariamente el próximo año, pero si agregáramos un parque con estas condiciones a nuestra ciudad cada año, en quince o veinte años nuestra urbe sería un paraíso para las actividades físicas; incluso, tal vez, un auténtico corredor verde.

Reflexión #1.1: La infraestructura no se crea de la noche a la mañana

Pasa con los parques y pasa con todo lo demás: si queremos gozar de una infraestructura que nos brinde una mejor calidad de vida, lo que necesitamos es un plan a largo plazo, al mismo tiempo ambicioso, pero también realizable.

La infraestructura para el inglés no es la excepción y aquí expongo tres estrategias que podríamos llevar a cabo para que, no mañana, pero sí en los próximos dos o tres lustros, nuestra ciudad sea igualmente un paraíso para el aprendizaje y la práctica del idioma más hablado del mundo.

Estrategia #1: Hacernos amigos de por lo menos un nativo del inglés o de un hablante del inglés

En la ciudad donde el autor de este blog radica (Toluquita la Bella), hay prácticamente dos millones de habitantes y el número sigue creciendo.

La propuesta es sencilla: tú lector tienes cinco años para volverte muy buen amigo de un nativo del inglés o de alguien que sea de Alemania, Holanda, Japón u otro país, de preferencia no hispanoparlante, pero que hable muy bien la lengua del Denankiu.

¿Y luego? ¿Eso cómo nos beneficia? ¡Ay cabezas de chorlito! Pues muy fácil… los amigos se visitan, ¿no es cierto? Muy bien… pues lo que queremos es que cada vez más extranjeros nos visiten y que cada vez más en los cafés, en los restaurantes, en los bares, en las plazas públicas y en los centros comerciales podamos escuchar a gente comunicándose en inglés.

Además, si lo piensan, esta estrategia representa una doble oportunidad: no sólo vienen ellos, sino que a veces también nos invitarán a que los visitemos y, me crean o no, los viajes son una excelente motivación para mejorar nuestro comando de la lengua.

FAQ #1: Oye, pero… ¿nos tenemos que casar con ellos?... Es que yo me quiero casar con el Brayan de mi colonia

No, no es necesario que se casen con ellos, aunque tampoco está prohibido. Quien quiera hacerlo, seguramente contribuirá a tener una sociedad más cosmopolita.

Estrategia #2: Libros en inglés por doquier

Les propongo algo: vayan a la biblioteca de su escuela o universidad o a la biblioteca pública que les quede más cercana y ya que estén ahí investiguen cuántos libros en inglés hay. En la gran mayoría de los casos, el número será ridículo.

Ya estuvo bueno de que las autoridades educativas sigan igual de miopes que siempre, pero también ya es momento de empezar a exigir. La gran mayoría de nosotros pagamos impuestos y/o una colegiatura, y esos recursos deben ser utilizados, entre otras cosas, para crear más infraestructura que propicie una mejor calidad de vida.

“No Juan Carlos, tú estás soñando”, me podrán decir y puede ser que lo que digan sea cierto o no, pero recuerden que todo inicia con una idea y si hay convicción se puede lograr.

Ahora bien, en las grandes ciudades no todo lo hace el gobierno. En otras palabras, la iniciativa privada tiene un peso muy importante. Así es que si el gobierno no se quiere poner las pilas y si las escuelas o universidades públicas tampoco quieren hacerlo, pues las empresas, las organizaciones no gubernamentales, las instituciones educativas privadas y las familias no se pueden quedar cruzadas de brazos.

Mis alumnos y exalumnos ya lo saben. Tal vez no tenga una cantidad ingente de libros en inglés, pero los 100 o 200 que tengo estarán siempre a su disposición (se espera claro que los regresen en un tiempo razonable y déjenme decirles que la mayoría lo hace… a los pocos que no los regresan los odio con odio jarocho porque no me están haciendo el daño a mí, sino a los mil quinientos estudiantes o exestudiantes que se están beneficiando o que podrían estarse beneficiando de mi pequeña biblioteca).

¿Y ustedes cuántos libros en inglés tienen en su casa? También vayan invirtiéndole, por favor, por favor.

Estrategia #3: La creación de los centros de práctica

Creo firmemente y a pesar de que esto vaya en contra de una de mis fuentes de ingreso que las clases particulares no son el método más eficiente para el aprendizaje y práctica del idioma inglés.

Atención: no estoy diciendo que no funcionen; lo que digo es que su costo es a menudo elevado y normalmente se beneficia sólo una persona.

Mi intuición me dice que la tendencia es que nos movamos hacia los Centros de Práctica. Estos recintos podrán ser grandes o pequeños, lujosos o no tanto, de uno o dos pisos, con jardín o sin jardín, pero lo importante es que sean espacios donde el inglés sea la lengua utilizada, donde los niños puedan ir a hacer sus tareas o sus proyectos, donde puedan ir a escuchar un cuento, donde haya clases, pero también sesiones de conversación, donde constantemente haya películas en lengua inglesa, transmisiones de eventos deportivos, muchos libros, muchas revistas, computadoras o tabletas con acceso a internet donde los usuarios puedan jugar, chatear o investigar y donde no haya pocos nativos del inglés. En fin, centros para que el inglés deje de ser una materia y se convierta en uno de los pilares de una sociedad bilingüe, moderna y competitiva.

“No Juan Carlos, tú estás soñando”, me podrán decir y puede ser que lo que digan sea cierto o no, pero recuerden que todo inicia con una idea y si hay convicción se puede lograr.

Manos a la obra

Todos podemos contribuir a que tengamos la infraestructura necesaria para que el aprendizaje y la práctica del idioma inglés dejen de ser un martirio y/o un lujo y se conviertan en un aspecto natural de nuestra cotidianeidad. Sin embargo, para ello debemos ser responsables, estratégicos y ver por todos y no nada más por nuestro círculo inmediato. Roma no se construyó en un día, pero sí hubo un día en el que se puso la primera piedra. Pongamos pues el primer libro de nuestras bibliotecas en inglés; logremos el primer contacto con nuestro primer amigo nativo y reformemos por completo nuestra relación con el idioma más importante del orbe.

Puedes compartir cualquier duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com

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Aunque no sean el método más eficiente para el aprendizaje y la práctica del idioma, ¿estás interesado en una clase de inglés en la que realmente puedas avanzar? Comunícate conmigo al 722-6113296 (WhatsApp).

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