Juan Carlos García
Valdés
Algo que valoro de mi estilo de vida es que tengo tiempo. A
veces, mientras todos están trabajando, yo puedo hacer algo que me gusta y que
no tiene nada que ver con metas, desempeño y reportes. Ayer, por ejemplo, me
fui a caminar y a correr durante casi tres horas a uno de los parques más
bonitos de la ciudad y estando ahí surgió esta entrada que tiene que ver no con
la ya famosa pronunciación del presichiste, sino con las formas en las que
podemos ir creando la infraestructura necesaria para que cada vez más mexicanos
y mexicanas, chiquillos y chiquillas, puedan aprender el idioma inglés.
Reflexión #1: ¿Sólo un
parque?
El parque al que fui parece un parque de otro país. Es
chiquito, pero está bien cuidado. Quitando el tema del tamaño, la verdad es que
siempre que voy a este lugar, me acuerdo de Canadá.
Así como nos la pasamos quejándonos de nosotros mismos y de
nuestro propio país, también valdría la pena que de vez en cuando valoráramos
lo positivo y este espacio es sin duda alguna algo positivo.
Sin embargo, estando ahí, también me vino a la mente una
pregunta: ¿Por qué sólo tenemos un parque como estos en toda la ciudad? ¿No
podríamos tener cinco, diez, quince o veinte? La respuesta, por donde se le quiera
ver, es un sí rotundo. Por supuesto que no mañana, ni necesariamente el próximo
año, pero si agregáramos un parque con estas condiciones a nuestra ciudad cada
año, en quince o veinte años nuestra urbe sería un paraíso para las actividades
físicas; incluso, tal vez, un auténtico corredor verde.
Reflexión #1.1: La
infraestructura no se crea de la noche a la mañana
Pasa con los parques y pasa con todo lo demás: si queremos
gozar de una infraestructura que nos brinde una mejor calidad de vida, lo que
necesitamos es un plan a largo plazo, al mismo tiempo ambicioso, pero también
realizable.
La infraestructura para el inglés no es la excepción y aquí
expongo tres estrategias que podríamos llevar a cabo para que, no
mañana, pero sí en los próximos dos o tres lustros, nuestra ciudad sea igualmente
un paraíso para el aprendizaje y la práctica del idioma más hablado del mundo.
Estrategia #1: Hacernos
amigos de por lo menos un nativo del inglés o de un hablante del inglés
En la ciudad donde el autor de este blog radica (Toluquita la
Bella), hay prácticamente dos millones de habitantes y el número sigue
creciendo.
La propuesta es sencilla: tú lector tienes cinco años para
volverte muy buen amigo de un nativo del inglés o de alguien que sea de
Alemania, Holanda, Japón u otro país, de preferencia no hispanoparlante, pero
que hable muy bien la lengua del Denankiu.
¿Y luego? ¿Eso cómo nos beneficia? ¡Ay cabezas de chorlito!
Pues muy fácil… los amigos se visitan, ¿no es cierto? Muy bien… pues lo que
queremos es que cada vez más extranjeros nos visiten y que cada vez más en los
cafés, en los restaurantes, en los bares, en las plazas públicas y en los
centros comerciales podamos escuchar a gente comunicándose en inglés.
Además, si lo piensan, esta estrategia representa una doble
oportunidad: no sólo vienen ellos, sino que a veces también nos invitarán a que
los visitemos y, me crean o no, los viajes son una excelente motivación para
mejorar nuestro comando de la lengua.
FAQ #1: Oye, pero… ¿nos
tenemos que casar con ellos?... Es que yo me quiero casar con el Brayan de mi
colonia
No, no es necesario que se casen con ellos, aunque tampoco
está prohibido. Quien quiera hacerlo, seguramente contribuirá a tener una
sociedad más cosmopolita.
Estrategia #2: Libros
en inglés por doquier
Les propongo algo: vayan a la biblioteca de su escuela o
universidad o a la biblioteca pública que les quede más cercana y ya que estén
ahí investiguen cuántos libros en inglés hay. En la gran mayoría de los casos,
el número será ridículo.
Ya estuvo bueno de que las autoridades educativas sigan igual
de miopes que siempre, pero también ya es momento de empezar a exigir. La gran
mayoría de nosotros pagamos impuestos y/o una colegiatura, y esos recursos
deben ser utilizados, entre otras cosas, para crear más infraestructura que
propicie una mejor calidad de vida.
“No Juan Carlos, tú estás soñando”, me podrán decir y puede
ser que lo que digan sea cierto o no, pero recuerden que todo inicia con una
idea y si hay convicción se puede lograr.
Ahora bien, en las grandes ciudades no todo lo hace el
gobierno. En otras palabras, la iniciativa privada tiene un peso muy
importante. Así es que si el gobierno no se quiere poner las pilas y si las
escuelas o universidades públicas tampoco quieren hacerlo, pues las empresas,
las organizaciones no gubernamentales, las instituciones educativas privadas y
las familias no se pueden quedar cruzadas de brazos.
Mis alumnos y exalumnos ya lo saben. Tal vez no tenga una
cantidad ingente de libros en inglés, pero los 100 o 200 que tengo estarán
siempre a su disposición (se espera claro que los regresen en un tiempo
razonable y déjenme decirles que la mayoría lo hace… a los pocos que no los
regresan los odio con odio jarocho porque no me están haciendo el daño a mí,
sino a los mil quinientos estudiantes o exestudiantes que se están beneficiando
o que podrían estarse beneficiando de mi pequeña biblioteca).
¿Y ustedes cuántos libros en inglés tienen en su casa? También
vayan invirtiéndole, por favor, por favor.
Estrategia #3: La
creación de los centros de práctica
Creo firmemente y a pesar de que esto vaya en contra de una
de mis fuentes de ingreso que las clases particulares no son el método más eficiente para el aprendizaje y práctica del idioma inglés.
Atención: no estoy diciendo que no funcionen; lo que digo es
que su costo es a menudo elevado y normalmente se beneficia sólo una persona.
Mi intuición me dice que la tendencia es que nos movamos hacia
los Centros de Práctica. Estos recintos podrán ser grandes o pequeños, lujosos
o no tanto, de uno o dos pisos, con jardín o sin jardín, pero lo importante es
que sean espacios donde el inglés sea la lengua utilizada, donde los niños
puedan ir a hacer sus tareas o sus proyectos, donde puedan ir a escuchar un
cuento, donde haya clases, pero también sesiones de conversación, donde
constantemente haya películas en lengua inglesa, transmisiones de eventos
deportivos, muchos libros, muchas revistas, computadoras o tabletas con acceso
a internet donde los usuarios puedan jugar, chatear o investigar y donde no
haya pocos nativos del inglés. En fin, centros para que el inglés deje de ser
una materia y se convierta en uno de los pilares de una sociedad bilingüe, moderna
y competitiva.
“No Juan Carlos, tú estás soñando”, me podrán decir y puede
ser que lo que digan sea cierto o no, pero recuerden que todo inicia con una
idea y si hay convicción se puede lograr.
Manos a la obra
Todos podemos contribuir a que tengamos la infraestructura
necesaria para que el aprendizaje y la práctica del idioma inglés dejen de ser
un martirio y/o un lujo y se conviertan en un aspecto natural de nuestra
cotidianeidad. Sin embargo, para ello debemos ser responsables, estratégicos y
ver por todos y no nada más por nuestro círculo inmediato. Roma no se construyó
en un día, pero sí hubo un día en el que se puso la primera piedra. Pongamos
pues el primer libro de nuestras bibliotecas en inglés; logremos el primer
contacto con nuestro primer amigo nativo y reformemos por completo
nuestra relación con el idioma más importante del orbe.
Puedes compartir cualquier
duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com
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