jueves, 25 de mayo de 2017

El dibujo de dios, Chomsky y los disciplinados y el deseado fin de las escuelas

Juan Carlos García Valdés

A veces parece que hacemos las cosas como simples autómatas. No nos detenemos a pensar el porqué de nuestros actos ni de nuestras decisiones. Nos quejamos de que nuestros gobiernos no tienen una visión, pero si nos pusiéramos a analizar nuestras vidas personales y profesionales, nos daríamos cuenta de que estamos igual o peor.

Desafortunadamente, el caso del inglés no es la excepción y a menudo sólo copiamos lo que otros están haciendo, supuestamente para aprender, sin permitirnos un momento para reflexionar sobre si efectivamente estamos haciendo lo mejor o no.

En esta entrada, I want to kill two birds with one stone o, lo que es lo mismo, quiero matar dos pájaros de un tiro: Por un lado, quiero reflexionar sobre el acto educativo y el acto de aprendizaje, refiriéndome a algunos de mis héroes de la pedagogía y el pensamiento; por otro lado, quiero que al referirme a ellos, ustedes puedan descubrir algunas de sus conferencias y libros, en inglés, para que al reflexionar también puedan aprender más sobre la lingua franca.

Veamos si lo logramos.

Ken Robinson y el dibujo de Dios

Todo lo que viene a continuación es obra de mi adorado Ken Robinson, así es que abro 18 comillas: “x18

Kencito cuenta la historia de una niña de seis años que (las quotation marks deberían empezar aquí, de hecho) casi nunca ponía atención en clase, pero que, de pronto, en una sesión de dibujo había estado muy atenta. Su maestra le preguntó qué estaba dibujando, a lo que ella respondió:
-         
Estoy dibujando a Dios.

La maestra, sorprendida, dijo:
-       
  Pero nadie sabe cómo se ve Dios.
     
     A lo que la niña de seis años respondió:
-        
Lo sabrán en un minuto.
x18  Fin de las dieciocho comillas.

Ahora bien, la pregunta que surge es por qué una niña de seis años se permite mostrarnos con total seguridad su imagen de dios y nosotros, los adultos, altamente educados y con catorce mil complejos, nos atenemos a una o dos o tres historias en las que hay que creer a rajatabla.

El problema en sí no es lo que creamos sobre dios, sino lo que creemos sobre todo lo demás, y, principalmente, lo que creemos sobre la educación.

Si le preguntáramos a la gente qué es la educación, a menudo nos veríamos bombardeados con la misma idea en sus distintas versiones: “ir a la escuela”, “ir a clases”, “estudiar una licenciatura o una maestría”, cuando lo cierto es que a veces lo más alejado de la educación está en las escuelas y en las universidades, donde casi siempre se trata de memorizar y repetir.

Así las cosas, frecuentemente vemos a los niños de nuestro país, con sus mochilas del Pípila, y a los adolescentes, pero también a los estudiantes universitarios y no se diga a los de doctorado, repetir como robots conceptos y definiciones que alguien, a menudo un maestro o un libro, les ha dicho que son importantes. ¿Y todo para qué? Para pasar un examen y para obtener un título (Noam Chomsky habla de esto en la conferencia que les recomendaré un poco más adelante).

¿Y en cuanto al inglés se refiere? Todos se la pasan repitiendo una y otra vez que el “inglés es indispensable” y yo que vivo de ello, me niego a aceptar tal realidad. El inglés no es indispensable para un abogado que va a vivir toda su vida en las inmediaciones del Altiplano; el inglés no es indispensable para mis padres, que a sus sesenta y pico de años, afortunadamente ya no tienen necesidad de ir a pedir trabajo; el inglés no es indispensable para muchísimas personas, que podrían ser felices sin la lengua inglesa (¿de eso se trata todo, no?... de ser felices), pero nos gastamos millones de pesos al año para que todos lo aprendan y…

El problema está en que casi nadie lo hace.

¿Por qué? Porque seguimos repitiendo como autómatas que el inglés se aprende en la escuela y comprando libros de texto y mandando a nuestros hijos a Vancouver y resulta que en la escuela sólo se aprende un poco, que los libros de texto son totalmente dispensables, o superfluos, si el uso de esta palabra les parece mejor, y que Vancouver está bien para vacacionar, pero que nadie en su sano juicio se gastaría $100,000 pesos en uno o dos meses para que su tesoro supuestamente aprenda inglés en esa ciudad tan verde y tan bella, cuando la realidad es que sólo va a ir a hablar con otros extranjeros, gente de Francia y Japón, y muy a menudo con muchos latinoamericanos, con los cuales irá a todas las excursiones posibles, habidas y por haber, pero no aprenderá casi nada.

Pero ahí estamos repitiendo lo que los demás hacen y dicen (¡no deberías empezar una oración con “pero” J.C.!) y la complicación radica en el hecho de que si bien el abogado y mis padres pueden vivir sin el verbo to be, muchas otras personas no pueden, o, al menos, no deberían.


Noam Chomsky y los disciplinados

Quien quiera una definición lo más correcta posible del acto educativo en la actualidad, bien podría referirse a las palabras de Chomsky: “most schooling is just training for stupidity and conformity”.

Desafortunadamente, las clases de inglés frecuentemente siguen el mismo patrón. Desde dentro, les puedo decir que la gran mayoría de ellas están diseñadas, a menudo inconscientemente (no estoy diciendo que los maestros lo hagan a propósito; pero lo cierto es que lo hacen) para cumplir con los programas de estudio o para quedar bien con los evaluadores u observadores y no para que los alumnos aprendan. Ya es momento de que alguien lo diga y de que nos centremos cien por ciento en los alumnos y no en planeaciones estúpidas requeridas por entes estúpidos.

Chomsky menciona lo siguiente: “x15.3 The educational system is supposed to train people to be obedient, conformist, not think too much, do what you’re told, stay passive, don’t cause any crisis in democracy, don’t raise any questions, and so on, that’s basically what the system is about. Even the fact that the system has a lot of stupidity in it has a function. It means that people are filtered out for obedience. If you can guarantee a lot of stupidity in the educational system, you know, like stupid assignments and things like that, you know that the only people who will make it through are people like me and like most of you, I guess, who are willing to do it no matter how stupid it is because we want to go to the next step, you know. So you may know that this assignment is idiotic and the guy up there couldn’t think his way out of a paper bag, but you’ll do it anyway because that’s the way you get to the next class and you want to make it so on and so forth. Well, there are people who don’t do that. There are people who say <<I’m not going to do it. It’s too ridiculous>>”x15.3.   

El hecho de que un personaje como Chomsky haya dicho esto nos debería llevar a una revolución total en la educación, pero como pueden ver, aquí y en China, casi nadie hace nada o, dicho de otra forma, lo cambiamos todo para que permanezca igual.

¿Cuántos proyectos idiotas han tenido en sus clases de inglés? ¿Cuánta tarea innecesaria y cuántos requisitos brutos y ridículos? ¿Cuántas dinámicas que no llevan a nada? Ahí está lo que el propio Chomsky dice, con evidencias del aquí y el ahora.

Y en este país prácticamente todos pasan su materia de inglés, aunque después no sepan ni decir Hello!

Link:


Iván Illich y el fin de las escuelas

La última recomendación no es una conferencia, sino un libro. No me parece que esté escrito de la mejor manera, pero las ideas del gran Iván Illich son brillantes.

Illich menciona que: “x17.42 Universal education through schooling is not feasible. It would be no more feasible if it were attempted by means of alternative institutions built on the style of present schools. Neither new attitudes of teachers toward their pupils nor the proliferation of educational hardware or software (in classroom or bedroom), nor finally the attempt to expand the pedagogue's responsibility until it engulfs his pupils' lifetimes will deliver universal education. The current search for new educational funnels must be reversed into the search for their institutional inverse: educational webs which heighten the opportunity for each one to transform each moment of his living into one of learning, sharing, and caring.x17.42

Y vuelvo a colocar aquí la frase que me inspira a buscar momentos de aprendizaje, no en la escuela, sino en la vida cotidiana:

educational webs which heighten the opportunity for each one to transform each moment of his living into one of learning, sharing, and caring.”x17.42 (el gran Illich).

El aprendizaje del inglés no debería de estar exento de esta gran verdad: No puede partir de los preceptos de una SEP arcaica o de programas de estudio impersonales, sino desde las propias necesidades y motivaciones de los aprendices.

Imagino un aprendizaje del inglés liberado, autónomo, si bien con las guías que puede requerir, divertido, significativo, útil desde el primer momento, práctico y colaborativo. 

Lo imagino, lo deseo y por ende trabajo para lograrlo.

Link:


Manos a la obra

Escuchar y leer a tres grandes voces de la educación y el pensamiento nos puede permitir reflexionar sobre el acto del aprendizaje del inglés. ¿Estamos haciéndolo bien? ¿Qué podríamos cambiar? ¿Para qué aprendemos inglés?

Ojalá que puedan adentrarse en las ideas de estos tres genios y ojalá que, de paso, eso les ayude a mejorar su nivel de inglés.

Puedes compartir cualquier duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com

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jueves, 18 de mayo de 2017

Lo que algunos alumnos hicieron por ellos mismos

Hace tres días fue el Día del Maestro y todos los buenos alumnos me regalaron chocolates, mientras que los malos ni se acordaron.

No, ya hablando en serio, siempre es bueno que alguien se tome el tiempo de escribirle a uno un mensaje (y se agradece), pero tampoco es necesario ni mucho menos obligatorio. Lo que sí es necesario y probablemente obligatorio es recordar lo que los buenos alumnos nos han enseñado para hacer del proceso de aprendizaje del inglés mucho más efectivo, agradable y rápido.

A continuación les comparto algunos casos de éxito.

La alumna que leyó 19 libros en un año

Cuando conocí a G., su nivel de inglés era el típico nivel de un estudiante mexicano de nivel licenciatura: desafortunadamente bajo. Sí se sabía algunas palabras y sí sabía decir algunas cosas, pero hasta ahí.

Por alguna u otra razón, un día le presté uno de mis graded readers y desde ese momento G. leyó como nunca. Acababa un libro y me pedía otro y luego otro y así permanentemente durante doce meses.

Los resultados fueron inmediatos. Su vocabulario mejoró, su gramática también y cada día se sentía más motivada.

Desafortunadamente, G. sólo hizo esto durante un año, pero de retomar este hábito tan positivo, pronto vería los beneficios para su inglés nuevamente.

¿Qué pasaría si leyeras 19 libros en los próximos 12 meses? Lo siento, se me olvidaba que tu problema es la falta de tiempo


La alumna que devora series

Hay gente que no ve series, hay gente que ve series ocasionalmente, hay gente que ve series seguido, casi siempre, siempre, forever and ever y luego está C. Su capacidad de sentarse enfrente de una tableta, computadora o televisión y ver sus episodios favoritos es asombrosa.

Desde mi punto de vista, el mayor beneficio para C. ha sido que su listening es excelente y que su vocabulario también es envidiable y no necesariamente académico, ya que el tipo de programas que ve le permite tener acceso a un léxico que difícilmente se enseña en las clases tradicionales de inglés.

No tengo el dato exacto del número de episodios que C. ve por mes, pero hasta donde me quedé, todas las noches veía por lo menos un episodio, así es que menos de 30 al mes y menos de 365 al año no han de ser.

¿Qué pasaría si vieras un episodio diario? Lo siento, no recordaba que no tienes internet, Netflix, computadora, mouse, luz, ganas de avanzar


El alumno que tenía una canción para cada palabra

Tan pronto como pronunciaba una palabra, G., a quien le gusta cantar y quien no tiene por ningún motivo una mala voz, nos deleitaba con dos o tres líneas de una canción determinada en donde obviamente se usaba dicho vocablo.

El número de palabras y el número de canciones que G. tenía en su repertorio era simplemente increíble. Lo mismo pop que rock que alternativo que cosas que nadie sabía que existían, salvo él, claro está.

¿Qué pasaría si a cada palabra le buscaras su canción correspondiente? Lo siento, eso es muy ambicioso. Lo sé, lo sé


La alumna que lee dos artículos por semana

Inicialmente T. leía un artículo por semana (cada texto tiene tres o cuatro páginas), pero desde que le hice ver que un artículo por semana serían 52 artículos al año (nada mal), parece ser que se propuso llevar la cifra a 104.

Lo que T. hace con cada artículo es leerlo, repasar el vocabulario y después tener una plática de cinco a diez minutos conmigo en inglés. Al finalizar la charla, yo le doy retroalimentación y todos contentos.

Algo que me llama la atención sobre T. es su disciplina. Siempre encuentra un artículo nuevo sobre el cual hablar y puedo decirles que su speaking ha mejorado mucho, mucho.

¿Qué pasaría si leyeras un artículo cada semana, o dos tal vez? Lo siento, ya se me había ido que eres un flojo de primera


El alumno que no se dio por vencido

Cuando A. me llamó estaba, por decir lo menos, desesperado. “Necesito pasar mi IELTS para irme de intercambio a Holanda”. “¿Para cuándo lo necesitas?”, le pregunté. “Dentro de un mes”, me dijo.

Mi respuesta fue que le daría clases, pero que desde ya pensaba que un mes era poco tiempo para lograrlo. Para bien y para mal, A. no me hizo mucho caso y nos pusimos a trabajar con el fin de obtener su deseada certificación.

La fecha llegó y A. se fue a México D.F. a presentar el examen. Horas más tarde, A. me llamó un tanto triste. “¿Cómo te fue?”, le dije. “Más o menos. El problema es que hubo una palabra en el Writing que no entendí y entonces no sé si lo que escribí tiene que ver con lo que me estaban pidiendo”.

La palabra no entendida resultó ser importante y A. no alcanzó el puntaje deseado. Cuando menos me lo esperaba, días más tarde, recibí una llamada suya nuevamente:
-         
     Juan, ¿me apoyas o no?
-        
     ¿Te apoyo en qué?
-     
       Hay una nueva fecha de examen en quince días. Lo quiero presentar. ¿Me das más clases para prepararme?

El hecho de que la fecha del test fuera tan pronto me hizo dudar al respecto. Sin embargo, lo escuché tan decidido que acepté y empezamos clases al día siguiente.

Cuando A. me llamó semanas más tarde informándome que había obtenido el puntaje que necesitaba, yo fui la persona más feliz del mundo.

Tal vez A. lo hizo todo apresurado (pudo haber empezado los cursos de preparación mucho antes), pero lo cierto es que su gran logro fue no dar por perdida la meta que tenía.

Meses más tarde se fue a Holanda y por lo que sé esos seis meses han sido de los mejores que ha vivido.

¿Qué pasaría si en lugar de tener una actitud derrotista hacia el inglés, lucharas día a día por mejorar tu nivel?


El anti-twitter

Lo siento, pero me gusta el fútbol y me divierto con las payasadas de la Última Palabra, un programa mexicano en donde varios analistas dan sus opiniones sobre el deporte más popular de nuestro país.

Al final del programa, ellos tienen la sección del anti-twitter, que para mí representa la antítesis, lo opuesto, lo que no debemos seguir y ahora les expondré el caso de G3 (porque en esta entrada ya tuvimos a varias Gs).

G3 me cae gorda (y ya se lo he dicho). Tiene un potencial envidiable para aprender el idioma y, sin embargo, no va a sus clases, se le olvida practicar y más de una vez he visto que en lugar de poner atención, está atendiendo otros asuntos.

G3 podía tener el mejor nivel de inglés, pero es como la mayoría de los mexicanos: talentosa, pero carente de disciplina; creativa, pero inconstante; muy inteligente, pero desorganizada.

Ay G3… me caes gorda por desperdiciar tanto potencial (y no sólo tú, sino todos los de tu estirpe).


Manos a la obra

En este post-día del maestro en el que he dedicado la entrada a las buenas prácticas de algunos de mis alumnos y exalumnos, sólo me basta decir algo más:

EN EL APRENDIZAJE DE UN IDIOMA, LA DISCIPLINA Y LA CONSTANCIA LO SON TODO.

¿Qué pasaría si leyeras 19 libros, vieras series hasta el cansancio, escucharas música, leyeras artículos y nunca te dieras por vencido? Respuesta 100% asegurada: tu inglés tarde o temprano sería excelente… pero recuerda que la disciplina y la constancia deben estar ahí todos los días y todos los años… a menos que quieras ser como el típico mexicano que no habla inglés.

Todos los días… ¡todos!

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jueves, 11 de mayo de 2017

La madre de todas las entradas: Las hipótesis que marcarán mi trabajo en los próximos años

Juan Carlos García Valdés

Si alguien me estuviera plagiando, yo honestamente le recomendaría que se centrara en este texto. Aquí están las hipótesis que marcarán mi trabajo en los próximos años, las ideas que empecé negando y que ahora me enamoran, las afirmaciones que quisiera refutar, pero no puedo. En otras palabras, aquí está la madre de todas las entradas, madre porque cada idea podría convertirse en un texto nuevo.


Uno: No hay talento para los idiomas; hay número de horas dedicadas

El desarrollo de un idioma no tiene nada que ver con la inteligencia. Analicen y comprueben. Hasta el más tonto de sus amigos o vecinos o compañeros habla español (o su lengua materna correspondiente) y lo habla muy bien. Tal vez no tenga buena ortografía, pero esa es harina de otro costal, mole de otro bodorrio. Tal vez se equivoque de vez en cuando o muy seguido como Peña Nieto o como George W. Bush, que mezclaba las frases, pero aun así todo nativo tiene un nivel envidiable para un no nativo.

Un nativo a la edad de 20 años lleva por lo menos 85,410 horas de listening (18 años escuchando; 13 horas por día). Por eso nada se le complica. O casi nada. Por el contrario, los aprendices nos echamos 500 horas en 5 años y ya queremos ser Shakespeare, situación por demás complicada.

¿Se necesitan esas ochenta y cinco mil horas en cada aprendiz? La respuesta es negativa.

¿Cuántas horas se necesitan entonces? Yo partiría de dos supuestos: Uno, la aseveración de Malcolm Gladwell (las 10 mil horas para llegar a un nivel experto), o, dos, el hecho de que un niño a los diez años ya lo sabe decir prácticamente todo (al menos todo lo importante).

Un niño de diez años lleva cuando menos 37,960 horas de listening (13 horas por día durante al menos ocho años, contando días feriados y vacaciones decembrinas). Por lo anterior, el éxito estaría en algún lugar entre las diez mil y las treinta y siete mil horas (minutos más, minutos menos; recuerden: este blog es de ideas reales, no de ficciones académicas).

Por ende, cualquier propuesta que busque ser exitosa debería asegurarle al niño/niña/aprendiz/bodoque en cuestión la posibilidad de escuchar el idioma por un mínimo de 10 mil horas, de preferencia antes de entrar a la universidad (digo, para que ya en la uni se dediquen a usar el idioma en busca de objetivos concretos y no a cursar y recursar nivel A1 por los siglos de los siglos).

Si le dejamos esta tarea al sistema escolar (tomando en cuenta que un niño empieza a tener clases normalmente a los tres años y que entra a la universidad aproximadamente a los 18, tendríamos entonces que distribuir 10 mil horas (por lo menos) en 15 años.

Este cálculo nos daría 666.66 horas (¡qué diabólico!) por año, que calculado en meses escolares (suponiendo que los chilindrinos van nueve meses al año) nos daría 74.07 horas por mes, que calculado en semanas nos daría 18.51 horas semanales o lo que es lo mismo (tomen nota): casi cuatro horas de inglés al día, de lunes a viernes.

Suena a muchas horas, ¿verdad? Pues sí, pero esa es la realidad. Si queremos ser un país competitivo, con gente que de verdad hable inglés, hará falta invertir e reinvertir bien en la educación de nuestros chicuelos.

¿Deberíamos dejarle esta gran meta al sistema educativo? Yo abogo por el no. La escuela puede ayudar, pero debería de ser una responsabilidad de los padres formar hijos bilingües.


Dos: El tipo de aprendizaje/instrucción determina la fluidez en un idioma

Dicho de otra manera, el idioma que se aprenda en un salón de clases se hablará como lengua de salón de clases, lo cual es triste.

Véanlo en sus conocidos y amigos. Incluso los que hablan mejor, no dejan de pensarlo un poco más que los nativos y de hacerlo con mucha menor naturalidad que los nativos. La excepción son los amigos y/o conocidos que se fueron a vivir un tiempo a un país angloparlante, que tuvieron un aprendizaje mayoritariamente extra-aula y/o que conviven continuamente con nativos del inglés.

¿Por qué? Porque en todos los demás casos el contexto siempre fue académico o, mejor dicho, ficticio. El problema está en que cuando ese aprendizaje restringido se enfrenta al mundo abierto de la vida real, el aprendizaje restringido a menudo sufre.

Es necesario e importante que los aprendices mexicanos se olviden del present perfect y empiecen a tener una práctica mucho más real.


Tres: El acento no nativo, si se necesita, debería de ser únicamente punto de acceso

Lo ideal sería que quienes aprendan inglés tengan maestros nativos del inglés (y que los que aprendan español tengan maestros nativos del español). ¿Por qué? Porque el acento mexicano (en inglés) difícilmente lo vamos a encontrar en Londres, Australia, Canadá o incluso en los United.

¿Para qué acostumbrar a nuestros aprendices a un acento que no van a escuchar? El acento no nativo como punto de acceso, como primer encuentro con el idioma está bien, pero como realidad permanente, ya no.

Hipótesis radical: El acento no nativo es contraproducente para la mejora de nuestro listening (probablemente falsa; todavía no lo sé).


Cuatro: Clases…mango (¡qué forma tan bella de expresar una idea!)

El fin de las clases

Hace apenas una semana un excelente amigo que quiere poner una escuela me consultó sobre lo que debería de hacer en torno al idioma inglés. “¿Estaría bien tener grupos de treinta alumnos?”. Mi respuesta fue no. “¿Grupos de veinte?” No. “¿De cuántos entonces? Mi respuesta fue… Grupos de nada.

Me explico. Si seguimos creyendo que el idioma se aprende en una clase, con el pizarrón tradicional, los ejercicios tradicionales, la gramática tradicional y las chistosadas tradicionales, estamos mal, mal, mal.

De esa forma, podríamos hacer que los alumnos acabaran uno, dos, tres o siete libros de texto por año y no veríamos mejoras significativas. Y lo mismo sucede con el número de alumnos: tener treinta, veinticinco o veinte por grupo no afectará en gran medida los resultados.

Debemos alejarnos de las clases y proponer mesas de conversación. Traer a nativos, nativos y más nativos y entonces sí, si la SEP, Elba Esther o un director inepto, nos pide que tengamos grupos de 30 lo que hacemos es lo siguiente:

a) Dividimos a los 30 entre seis. Resultado igual a cinco.

b) Cinco alumnos se van con un nativo, otros cinco con otro, otros cinco con otro y así hasta la eternidad.

c) Y se ponen a hablar. En los niveles iniciales hablará mucho más el nativo y los aprendices escucharán. El nativo habla con pausas, de manera un tanto lenta, repite y usa mímica, gestos, lo hace todo muy transparente. Los aprendices empiezan a entender cositas por aquí y cositas por allá. Esto es obvio, porque les encanta el chisme. Al siguiente día se cambian de nativo y así se van acostumbrando a varios acentos y no sólo a uno. En los niveles intermedios y/o avanzados la participación de los aprendices se incrementa de manera considerable.

d) Nadie se preocupa por no saberse el tercer condicional y nadie se gasta $500 pesos en libros de texto innecesarios.

“Oiga teacher, ¿y entonces usted a qué se va a dedicar?” Respuesta: a coordinar a los nativos y a esparcir la belleza del español por el mundo.

Por cierto, esta no es mi idea ehhh. El 99% de las ideas que valen la pena son siempre de alguien más. Yo me baso en un gigante: el gigante de la ciudad de la eterna primavera, mi querido y admirado Iván Illich.


Cinco: La máquina de Schiphol

Esas máquinas existen en muchos aeropuertos, pero yo las vi por primera vez en los Países Bajos. Me refiero a las máquinas de check-in.

¡Me encantan y quisiera tener una!

Imagínense: yo compré mi boleto en la computadora de mi casa y el día de mi vuelo, varios meses después, una máquina en otro país tenía toda mi información en la pantalla. Luego me preguntó otros detalles y me pidió que pusiera mi pasaporte sobre un cristal para que mi documento de identidad fuera escaneado.

O sea que estamos hablando de una máquina muy, muy inteligente, porque así como tenía mi información, tenía la información de muchas personas más. Muy inteligente y totalmente automatizada.

¿Y para qué quiero una máquina de estas?

La quiero porque ahora mismo me encuentro en una etapa de transición. La mayoría de mis grupos no tienen ya el método tradicional, pero todavía no empiezo a implementar el método de los nativos.

El método de transición se llama el método de puntos. En lugar de tener una clase tradicional, los alumnos pueden escoger distintas actividades de un catálogo de treinta opciones (canciones, Duolingo, quizzes de vocabulario, leer libros en inglés, chatear en ese idioma, grabar videos, jugar con aplicaciones en internet, jugar videojuegos, entre muchas otras). Se llama el método de puntos porque cada actividad les confiere un puntaje específico y su meta es llegar a 4,000 (que equivale a un bello 10 de calificación).

Es un método que me gusta como método de transición, pero es un método cansado para mí ya que tengo que checar muchas cosas muy distintas, debido a que cada estudiante elige lo que quiere aprender y cuándo lo quiere aprender. Ahora pues… imagínense si tuviera una máquina como las de Schiphol, una máquina que lo supiera todo de las necesidades de mis alumnos, una máquina que yo alimentara con muchas actividades y que ellos pudieran utilizar sin que yo esté ahí; una máquina a la que no pudieran engañar, como no se puede engañar a las máquinas de Schiphol poniendo un pasaporte que no es, una máquina que dé retroalimentación concreta, como a mí la maquinita schipholiana me dio mi tarjeta de embarque; una máquina que cheque mientras yo estoy en Schiphol a punto de tomar mi siguiente vuelo hacia un destino exótico; una máquina con la que pudieran platicar, chismear y desahogarse.

Yo quiero mi máquina de Schiphol y, a lo mejor, la pongo al lado de los nativos


Manos a la obra

Esta vez ustedes no tienen que hacer nada. El que tiene mucha tarea soy yo: desarrollar mis ideas, conseguir nativos y hacerme de mi maquinita, entre muchas otras cosas.

Ustedes descansen y de vez en cuando lean un poquito, escuchen un poquito, escriban un poquito y hablen con sus amigochos de Estados Unidos, Canadá o Nueva Zelanda.

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jueves, 4 de mayo de 2017

Cinco formularios para mejorar nuestro inglés

Juan Carlos García Valdés

Una de las razones por las cuales nos la pasamos todo el día trabajando es porque vivimos en la tramitología absoluta. Lo anterior nos resta productividad y nos genera estrés individual que a la larga se traduce definitivamente en un estrés colectivo. Sin embargo, creo que nuestra pericia en el llenado de solicitudes y formularios podría tener al menos un lado positivo: ayudarnos a practicar nuestro inglés.

A continuación comparto con ustedes cinco formularios para mejorar nuestro inglés:

1.- Maletas perdidas

Esperemos nunca te suceda. Toquemos madera. Lo cierto es que al llenar este formulario podrás estar practicando vocabulario relacionado con equipaje, vuelos, ropa, accesorios y seguros.

La verdad este cuestionario lo encontré porque una persona a la que recién conocí me contó su experiencia negativa con cierta aerolínea canadiense cuyo nombre omitiré y cuando me pidió que si le ayudaba a contestarlo, me dije “esto no está mal para practicar”.

Link: https://www.aircanada.com/content/dam/aircanada/portal/documents/PDF/en/baggage/bd-kit.pdf (¡Ups! Tal vez la aerolínea en cuestión no vaya a ser tan anónima después de todo. No se preocupen: yo he viajado con ellos varias veces y nunca me han perdido nada… eso sí, casi siempre llegamos retrasados, pero de ahí en fuera, nada que no se pueda arreglar con una sonrisa).

2.- ¿Y si trabajo en un país angloparlante?

A lo mejor un día vas a tener la oportunidad y no estaría de más que te pusieras a practicar un poco desde ahora mismo.

Aquí podrás practicar vocabulario referente a entrevistas de trabajo y carrera laboral.

Este es solamente un ejemplo de mi cafetería favorita en el país de la hoja de maple, pero lo cierto es que puedes encontrar cientos de formularios en línea de distintos sectores y para muy distintos puestos. Date la oportunidad. Quien quita y dentro de algunos años tu salario estará en dólares canadienses, euros o libras esterlinas.


3.- Migración

Cada vez que vas en el avión hacia otro país no falta el momento en el que la azafata se te acerca y te entrega un formulario para declarar tu nombre, tus apellidos, si llevas más de chorrocientos mil dólares, si has ido a una granja y/o si llevas contigo bombas atómicas, partículas de ántrax o frijoles charros.

Para ser sinceros, el llenado de estos formularios es a menudo engorroso, confuso y también innecesario, pero tal vez para mejorar nuestro inglés puedan ser benéficos.

Aquí te dejo un formulario de UK lo suficientemente grande como para abarcarlo todo. No lo veas como una obligación; piensa que es una gran oportunidad para aprender o repasar palabras como apply, sabbatical leave, issuing authority, landline, full time, part-time, income e insurance number, entre otras.


4.- Posgrados

También puedes embarcarte en el proceso de solicitar tu entrada a una de las universidades más prestigiosas del mundo. Así aprenderás todo el vocabulario del mundo académico necesario para hacer trámites en instituciones educativas y estarás dando un paso adelante para algún día hacer tu maestría o doctorado en el extranjero.

Por aquí te dejo el link de la Universidad de Newcastle en Australia:


Nota: Muchas universidades te pedirán que abras una cuenta en su portal. Si sólo vas a practicar, yo te recomendaría que lo hagas con archivos PDF y que te evites crear cuentas.

5.- Voluntariado

El voluntariado está de moda y existen muchísimos cuestionarios de muy distintos temas que puedes utilizar para darle un empujoncito a tu inglés. Ya sea que quieras ir a plantar árboles, ayudar a refugiados, pintar banquetas o enseñar algo que sepas, esta opción sin lugar a dudas puede ser una solución ganar/ganar tanto para tu inglés como para la gente que se verá beneficiada con tus acciones. Por lo pronto, no lo pienses mucho y gana un poco de experiencia llenando formularios para voluntarios. Tal vez esto incremente tus ganas de involucrarte en una actividad parecida o te haga ver oportunidades que anteriormente habías pasado por alto.

Aquí te dejo uno de scouts:

Link: 


Manos a la obra

Los formularios están llenos de preguntas y nos permiten repasar lo que ya sabemos y aprender palabras nuevas. Además, el hecho de que normalmente tendremos una respuesta real  nos permitirá convertir este proceso en uno mucho más significativo y enriquecedor. No lo pienses más y ponte a contestar: mejorarás tu nivel y empezarás a ver oportunidades que no habías considerado.

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