Hace tres días fue el Día del Maestro y todos los buenos
alumnos me regalaron chocolates, mientras que los malos ni se acordaron.
No, ya hablando en serio, siempre es bueno que alguien se
tome el tiempo de escribirle a uno un mensaje (y se agradece), pero tampoco es necesario ni
mucho menos obligatorio. Lo que sí es necesario y probablemente obligatorio es
recordar lo que los buenos alumnos nos han enseñado para hacer del proceso de
aprendizaje del inglés mucho más efectivo, agradable y rápido.
A continuación les comparto algunos casos de éxito.
La alumna que leyó 19
libros en un año
Cuando conocí a G., su nivel de inglés era el típico nivel de
un estudiante mexicano de nivel licenciatura: desafortunadamente bajo. Sí se
sabía algunas palabras y sí sabía decir algunas cosas, pero hasta ahí.
Por alguna u otra razón, un día le presté uno de mis graded readers y desde ese momento G. leyó como nunca. Acababa un libro y
me pedía otro y luego otro y así permanentemente durante doce meses.
Los resultados fueron inmediatos. Su vocabulario mejoró, su
gramática también y cada día se sentía más motivada.
Desafortunadamente, G. sólo hizo esto durante un año, pero de
retomar este hábito tan positivo, pronto vería los beneficios para su inglés
nuevamente.
¿Qué pasaría si leyeras 19 libros en los próximos 12 meses?
Lo siento, se me olvidaba que tu problema es la falta de tiempo
La alumna que devora
series
Hay gente que no ve series, hay gente que ve series
ocasionalmente, hay gente que ve series seguido, casi siempre, siempre, forever and ever y luego está C. Su
capacidad de sentarse enfrente de una tableta, computadora o televisión y ver
sus episodios favoritos es asombrosa.
Desde mi punto de vista, el mayor beneficio para C. ha sido
que su listening es excelente y que
su vocabulario también es envidiable y no necesariamente académico, ya que el
tipo de programas que ve le permite tener acceso a un léxico que difícilmente
se enseña en las clases tradicionales de inglés.
No tengo el dato exacto del número de episodios que C. ve por
mes, pero hasta donde me quedé, todas las noches veía por lo menos un episodio,
así es que menos de 30 al mes y menos de 365 al año no han de ser.
¿Qué pasaría si vieras un episodio diario? Lo siento, no
recordaba que no tienes internet, Netflix, computadora, mouse, luz, ganas de
avanzar
El alumno que tenía una
canción para cada palabra
Tan pronto como pronunciaba una palabra, G., a quien le gusta
cantar y quien no tiene por ningún motivo una mala voz, nos deleitaba con dos o
tres líneas de una canción determinada en donde obviamente se usaba dicho
vocablo.
El número de palabras y el número de canciones que G. tenía
en su repertorio era simplemente increíble. Lo mismo pop que rock que
alternativo que cosas que nadie sabía que existían, salvo él, claro está.
¿Qué pasaría si a cada palabra le buscaras su canción
correspondiente? Lo siento, eso es muy ambicioso. Lo sé, lo sé
La alumna que lee dos
artículos por semana
Inicialmente T. leía un artículo por semana (cada texto tiene
tres o cuatro páginas), pero desde que le hice ver que un artículo por semana
serían 52 artículos al año (nada mal), parece ser que se propuso llevar la
cifra a 104.
Lo que T. hace con cada artículo es leerlo, repasar el
vocabulario y después tener una plática de cinco a diez minutos conmigo en
inglés. Al finalizar la charla, yo le doy retroalimentación y todos contentos.
Algo que me llama la atención sobre T. es su disciplina.
Siempre encuentra un artículo nuevo sobre el cual hablar y puedo decirles que
su speaking ha mejorado mucho, mucho.
¿Qué pasaría si leyeras un artículo cada semana, o dos tal
vez? Lo siento, ya se me había ido que eres un flojo de primera
El alumno que no se dio
por vencido
Cuando A. me llamó estaba, por decir lo menos, desesperado.
“Necesito pasar mi IELTS para irme de intercambio a Holanda”. “¿Para cuándo lo
necesitas?”, le pregunté. “Dentro de un mes”, me dijo.
Mi respuesta fue que le daría clases, pero que desde ya
pensaba que un mes era poco tiempo para lograrlo. Para bien y para mal, A. no
me hizo mucho caso y nos pusimos a trabajar con el fin de obtener su deseada
certificación.
La fecha llegó y A. se fue a México D.F. a presentar el
examen. Horas más tarde, A. me llamó un tanto triste. “¿Cómo te fue?”, le dije.
“Más o menos. El problema es que hubo una palabra en el Writing que no entendí
y entonces no sé si lo que escribí tiene que ver con lo que me estaban
pidiendo”.
La palabra no entendida resultó ser importante y A. no
alcanzó el puntaje deseado. Cuando menos me lo esperaba, días más tarde, recibí
una llamada suya nuevamente:
-
Juan,
¿me apoyas o no?
-
¿Te
apoyo en qué?
-
Hay
una nueva fecha de examen en quince días. Lo quiero presentar. ¿Me das más
clases para prepararme?
El hecho de que la fecha del test fuera tan pronto me hizo
dudar al respecto. Sin embargo, lo escuché tan decidido que acepté y empezamos
clases al día siguiente.
Cuando A. me llamó semanas más tarde informándome que había
obtenido el puntaje que necesitaba, yo fui la persona más feliz del mundo.
Tal vez A. lo hizo todo apresurado (pudo haber empezado los
cursos de preparación mucho antes), pero lo cierto es que su gran logro fue no
dar por perdida la meta que tenía.
Meses más tarde se fue a Holanda y por lo que sé esos seis
meses han sido de los mejores que ha vivido.
¿Qué pasaría si en lugar de tener una actitud derrotista
hacia el inglés, lucharas día a día por mejorar tu nivel?
El anti-twitter
Lo siento, pero me gusta el fútbol y me divierto con las
payasadas de la Última Palabra, un programa mexicano en donde varios analistas
dan sus opiniones sobre el deporte más popular de nuestro país.
Al final del programa, ellos tienen la sección del
anti-twitter, que para mí representa la antítesis, lo opuesto, lo que no
debemos seguir y ahora les expondré el caso de G3 (porque en esta entrada ya
tuvimos a varias Gs).
G3 me cae gorda (y ya se lo he dicho). Tiene un potencial
envidiable para aprender el idioma y, sin embargo, no va a sus clases, se le
olvida practicar y más de una vez he visto que en lugar de poner atención, está
atendiendo otros asuntos.
G3 podía tener el mejor nivel de inglés, pero es como la
mayoría de los mexicanos: talentosa, pero carente de disciplina; creativa, pero
inconstante; muy inteligente, pero desorganizada.
Ay G3… me caes gorda por desperdiciar tanto potencial (y no
sólo tú, sino todos los de tu estirpe).
Manos a la obra
En este post-día del maestro en el que he dedicado la entrada
a las buenas prácticas de algunos de mis alumnos y exalumnos, sólo me basta
decir algo más:
EN EL APRENDIZAJE DE UN IDIOMA, LA DISCIPLINA Y LA CONSTANCIA
LO SON TODO.
¿Qué pasaría si leyeras 19 libros, vieras series hasta el
cansancio, escucharas música, leyeras artículos y nunca te dieras por vencido?
Respuesta 100% asegurada: tu inglés tarde o temprano sería excelente… pero
recuerda que la disciplina y la constancia deben estar ahí todos los días y
todos los años… a menos que quieras ser como el típico mexicano que no habla
inglés.
Todos los días… ¡todos!
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