jueves, 29 de junio de 2017

Mis amigos no van al baño: De La Mars a Goethe (Guía para aprovechar esos minutos que te quedan libres)

Juan Carlos García Valdés

Hace una semana les conté cómo había estado perdiendo el tiempo viendo videos en español, en lugar de dedicar mis ratos libres a mejorar mi nivel en la lengua que estoy aprendiendo: alemán. Afortunadamente, ese caso trágico tuvo una vuelta de tuerca y el tiempo que le dediqué hace poco a los videos de La Mars, el Chucky y Martha Debayle ahora lo destiné a la lengua de Goethe. En tan sólo una semana pasé de la vergüenza nacional a uno de mis períodos más productivos en el aprendizaje del idioma. Aquí les cuento qué pasó y qué pueden copiar para mejorar su nivel de inglés.


Primer cambio

Albert Einstein, antiguo jugador del Cruz Azul, dijo alguna vez que la definición de locura era “hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes” (también dijo que la segunda definición de locura era creerse mi definición de Albert Einstein).

Así las cosas, después de la revelación trágica de que me la pasaba perdiendo el tiempo cual vil mediocre, me vi casi (que) obligado a replantearme la vida misma.

Y aquí les va el primer tip: antes, escogía videos en alemán de dos a tres minutos y los escuchaba cuatro veces. Eso, por sí mismo, no está mal, pero el asunto, problema, pega, traba o complicación (para que vean que sí estuve viendo a la Micha) venía inmediatamente después: como ya había sintonizado el mismo video cuatro veces, entonces me sentía libre de culpa y sin remordimiento alguno de echarme, digamos, “Tesorito entrevista a La Mapacha”; o sea, si ya hice dieta durante dos días, ¿por qué no me puedo devorar unos tacos de suadero, buche, nana y nenepil? (¿Quién dice esa frase? Yo la he escuchado en algún lugar de un gran país… y segunda pregunta: ¿qué es el famoso nenepil?)

En fin, le hice caso al delantero de La Noria y dejé de hacer lo mismo de siempre. Afortunadamente, me encontré con un audiolibro genial de Bodo Schäfer intitulado Die Gesetze für Gewinner, que dura cinco horas, treinta y dos minutos y once segundos y, adivinen adivinadores, ahora la luz verde para ver a La Mapacha se dio cada cinco horas y no cada dieciocho segundos.

En otras palabras, el primer tip que propongo es que se den sus gustos de vez en cuando, pero que lo hagan sólo después de conseguir un objetivo serio: escuchar cinco horas de alemán es algo respetable y, entonces sí, cuando terminen, Bisogno vénganos tu reino, hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el sky, pero sólo con un video o dos y ya está, le paramos a la fiesta.


Motivación

Algo que también estaba haciendo mal era que elegía videos que me motivaban, pero no al 100 por ciento. Sin embargo, el texto de Bodo Schäfer que incluye consejos y recomendaciones para ser más efectivo, productivo y para vivir mejor, me motivó al 2655 por ciento.

Además, al estar dividido en capítulos, mi meta, aunque ambiciosa, parecía mucho más asequible. “Ya voy en el capítulo 14. Venga. Uno más. Sí se puede. Sí se puede. La ola, la ola, eeeehhhh….”, lo siento, si a alguien se le ocurre decir algo semejante, nos cierran el blog. Ni se les ocurra.


Elijan algo que repercuta positivamente en sus vidas

Sin lugar a dudas, escuchar el audiolibro arriba mencionado desencadenó un círculo virtuoso, a saber: por la mañana escuchaba a Schäfer y sus enseñanzas, al mediodía las aplicaba y veía que tenía razón. ¿Qué hacía entonces en las noches? Regresar al libro a seguir aprendiendo.

Estoy seguro de que llegó un momento en el cual lo que me importaba no era el alemán, sino el contenido y ahí es cuando la magia sucede. El verdadero aprendizaje de un idioma se suscita cuando, paradójicamente, dicho aprendizaje se vuelve secundario y cede su lugar a algo que es mucho más importante: cuando el idioma se vuelve medio y no fin, es ahí cuando avanzamos.


Querer regresar

Con los videos de tres minutos no me ocurría porque cuando lo había visto cuatro veces mi mente decía “prueba superada”, pero con este audiolibro a menudo me pasó que en la tarde sólo pensaba en el momento en el que tendría un poco de tiempo libre para seguir escuchando y aprendiendo. Había unas ganas ahí que no me fue posible detectar anteriormente.


Querer repetir

Ahora bien, lo más interesante viene a continuación: Cuando acabé de escuchar el audio, no me lo pensé ni dos segundos y volví a empezar. En cinco días he escuchado Die Gesetze für Gewinner tres veces y hoy dará inicio la cuarta lectura y lo mejor es que en cada ocasión entiendo más y más.

En otras palabras, con este enfoque llevó 16 horas de comprensión oral en seis días, que utilizando el método de Poincaré junto con la técnica de Hodge para la obtención de promedios da el siguiente resultado:

16/6 = 2.6 horas de práctica al día…

…lo cual no está nada mal, si tomamos en cuenta que mis actividades no han cambiado y que, a este ritmo, podría acumular 973 horas anuales de práctica.


973 horas anuales de práctica…

…no es lo ideal, pero es mejor que nada. A ese paso, alcanzaré el nivel de alemán que quiero en aproximadamente cuatro años, lo cual todavía suena a algo lejano, pero cuatro años se pasan rápido. Es como si dijera que en el próximo Mundial de Fútbol, no en el de Rusia, sino en el de Catar-o-a-ver-dónde-se-hace ya tendré mi Deutsch como lo quiero tener.


“Pero nosotros no tenemos tiempo JC”

Cada vez me convenzo más de que dicha frase es una gran falacia y eso, tal vez, lo aprendí gracias a Bodo Schäfer y su maravilloso audiolibro. En una parte del texto, Schäfer señala que algo fundamental es la capacidad de hacer, de realizar, de pasar a la acción y creo que eso es totalmente cierto.

Sin afán de ventanear a mis alumnos, cada vez me percato más de que muchos de ellos, como muchos políticos de este país, como muchos ciudadanos de esta nación, son seres de palabra fácil que no trasciende a los hechos.

Muchos me juran y me perjuran que esta semana sí van a repasar, sí van a ir a sus clases, sí van a ver series y películas en inglés, sí van a leer, sí van a practicar, sólo para que la próxima vez que los vea uno diga que no pudo porque su vecina Tecolora se enfermó de sarampión, otro mencione la muerte de su abuelo Eustaquio por cuarta vez como excusa y uno más señale que no pudo dedicarle tiempo al English porque hubo un atentado en la Franja de Grasa que no les permitió concentrarse (lo siento, pero al inventarse los pretextos, a menudo también reinventan la geografía como la alumna avispada que un día me corrigió porque Estocolmo no era la capital sueca, sino Estroburgo, de acuerdo con sus fuentes. “Ok”, le dije, “creo que vas a estar exenta de mi clase. Con tal de no verte nunca más”).


Subestimamos, de acuerdo con Schäfer

Ya empiezo a aprenderme el texto en alemán de memoria, sin quererlo, debo decirlo, y una de mis partes favoritas es cuando el autor señala que “la mayoría de nosotros exageramos lo que podemos hacer en un año, pero subestimamos lo que podemos hacer en diez”.

Así las cosas, no deberíamos estar pensando en el nivel de inglés que queremos tener dentro de 365 días, ni haciendo preguntas mensas (dicen que no hay preguntas tontas; yo digo que sí las hay; conclusión: sí las hay) sobre si en dos meses ya tendremos la fluidez de Sir Francis Tocino o si con un curso de cuatro horas a la semana, sin hacer nada más, ya en dos semestres la armamos acá nivel rifado.

¿Por qué no mejor nos dejamos de payasadas y pensamos a largo plazo? Lo sé, lo sé, estamos en Mexicalpán de las Tunas y aquí eso está prohibido, pero ya es hora de que vayamos cambiando la canción rayada y de que entendamos que volvernos bilingües cuesta, pero también retribuye.


La mayoría de mis alumnos y mis amigos no van al baño

Así como subestimamos lo que podemos hacer en diez años, me parece que también minimizamos lo que la acumulación de minutos puede lograr.

Muchos de mis conocidos, alumnos, allegados, neighbors y acá, se la pasan diciéndome que ellos no practican porque su trabajo los consume (yo sólo veo que les consume el cerebro) o porque tienen tanta tarea de otras materias que simplemente ya no pueden más, y yo lo que digo es que todos ellos no van al baño.

A estas alturas del partido, se preguntarán a qué me refiero y a continuación se los digo.

Hoy por la mañana, cuando acabé de bañarme y me iba a rasurar, peinarme, perfumarme y ponerme lipstick (hay uno de ciruela intenso que me mata… obvio no… lo mío, lo mío, es el naranja cremosito… ¡ya!), me dije a mí mismo: JC, así sean tres o cinco minutos, este es el momento de empezar bien el día y poner a Bodo Schäfer, lo cual hice.

Lo mismo decidí cuando me vestí, desayuné, fui al baño a hacer del zwei y cuando descansé y acomodé papeles, con lo cual llevo hoy tres horas de comprensión auditiva en alemán, pero por lo visto, mis prójimos:

No se visten o amanecen vestidos,

No se echan unos huevitos o un huitlacoche por la morning,

No deponen,

No se sosiegan,

Ni ordenan sus Panama Papers,

Pero ¿qué creen?

Que yo sí…

y así…

me quito de pretextos.


Manos a la obra

Así seas Barack Obama o el hijo de la vecina, si no practicas es porque te estás organizando muy mal. Pero mira, es tu tiempo y son tus decisiones y yo no voy a ponerme a escribir un blog para decirte lo que tienes que hacer. Eso sí me daría mucha flojera.
        
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jueves, 22 de junio de 2017

Regaño a mí mismo: Ponte a practicar

Juan Carlos García Valdés

El último mes he estado muy ocupado y mi alemán lo ha resentido. Soy un hombre de palabras, pero me gusta todavía más ser un hombre de cifras. Por ello, quise cuantificar qué tanto he abandonado mi alemán y los resultados me sorprendieron y me aterraron. Si a mí, que supuestamente soy una persona disciplinada y constante, me pasa esto, no me imagino lo que les puede pasar a la mayoría que no más ni fu ni fa.


Metodología

El diseño metodológico de la investigación presente que permitió la operacionalización de las variables… ¡ay ya chole, yo no sé cómo hay gente que escribe así! Al grano: Agarré mi celular, me metí a YouTube, me fui al historial y conté cuántos videos había visto en español, cuántos en inglés y cuántos en alemán. Mi conteo lo fui haciendo en una hojita, así de simple. Me centré en los últimos 200 videos vistos.


Cifras

El análisis picudo arrojó los siguientes datos:

De los últimos 200 videos que vi:
122 fueron en la lengua de Kalimba,
71 en la lengua de las Kardashian y
7 en la lengua del joven que tiene una carnicería en Freiburg (Friburgo de Brisgovia para los cuates; suponiendo, claro está, que el susodicho es Deutsch y no turco, ecuatoriano o de Vanuatú).


Reflexión inicial

No bueno… me quiero morir. Morir de la pena, de la vergüenza y del hastío. ¿Qué me llevó a ver, por ejemplo, videos como “Chelís critica al Papá del Chucky”, “Así corrió Adela Micha a la Mars” y “Sergio Zurita explota contra Martha Debayle”. Literal, trágame tierra, pero hasta el fondo y cuatro veces.

¿De verdad no le pude dar mejor uso a esos 25 minutos de mi vida? O sea, es que sí estoy pa´l perro. ¡Ya nada más me faltó ver un episodio completo de la Rosa de Guadalupe!


Breve comentario a favor de la libertad de expresión en este blog

Aquí no nos andamos con cortinas de humo. Ni modo de mentirles y decirles que me la pasé viendo puros videos sobre la teología de la liberación o sobre Habermas y la acción comunicativa. No, aquí lo que fue. Punto.


Porcentajes

Si traducimos las cifras anteriores a porcentajes, la tragedia queda de la siguiente manera: Spanish 61% de los votos computados, English el 35.5% y German el 3.5%... ¿y así quiero avanzar?


En mi defensa

No voy a poner ninguna justificación. Sólo quiero mencionar que así como a Delfina le robaron algunos votos, es probable que a mí me hayan robado algunas visualizaciones. Me refiero a lo siguiente:

Normalmente los videos de alemán los veo 4 veces seguidas. Sin embargo, el historial de YouTube, en lo posterior, “el sistema”, sólo los cuenta una vez. Así las cosas y suponiendo que cada video de alemán lo vi, efectivamente, 4 veces, entonces podríamos decir que 7 * 4 = 26, más dos para no hacer el ridículo = 28, con lo que es probable que el número de videos en alemán en lugar de 7 sea 28.

Aunado a lo anterior (¿y restado a lo posterior?), debo decir que no todos los videos los veo en mi compu o en el celular, que son los que están vinculados a mi cuenta de Gúgul. A veces veo videos en mi iPad, pero pues esos no se contabilizan, porque el historial no los registra, ya que mi Apple-tablet no está ligada a mi cuenta.

Sea como sea, los 200 videos son representativos de la realidad y como diría Pedro Guerra, “en el circo de la realidad, sólo hay reflejos de la realidad, se desinforma de la realidad, todo se compra en realidad, hay un verso de la realidad que no es verso ni es la realidad, un guiñapo de la realidad, ape-nas”.


Segunda defensa

Vi vídios de José Mujica y si no los han visto, los tienen que ver. ¡Un personajazo lleno de sabiduría! (y el gran Pepe habla en español, ¿qué le vamos a hacer?)


Regaño

Como diría Martinolli, Juan Carlos: “¿De qué te vas a disfrazar?”.

¡No puede ser posible que si tienes la intención de mejorar tu alemán, te la pases viendo los videos de La Mars! ¿O me vas a decir que no tienes tiempo? Calcúlale simplemente. De a 5 minutos en promedio cada video, por 200 videos, el resultado señala que has dedicado 1,000 minutos, o lo que es lo mismo, 16 horas en los últimos diez días a ver contenido de YouTube.

Entonces, no me salgas con que no tienes tiempo, de verdad. Nada de esas babosadas. Tiempo tienes y de sobra. Échale: 16 horas de YouTube, mínimo dos horas cada tercer o cuarto día para ver partidos moleros, el chat re-interesante con Susanita tiene un ratón sobre los memes de Juan Gabriel, la telenovela de CR7 y el desenlace de la confrontación mazo-morenista. Y así nos podemos seguir.

Ah… pero eso sí… para ver cinco o diez videos en alemán, no, no puedo. Para contestarle a tu amiga Denise y a tu amiga Julia, que te escriben en alemán, no, no me alcanza el tiempo. Para ver la Deutsche Welle, no, prefiero Galavisión y ahí me avisan cuando salga Jaime Mausán.

¿Qué te pasa Juan Carlos? ¡Despierta! ¡Ponte a pensar! Hace un mes sí andabas muy chucha-cuerera, diciéndole a all the world que estabas practique y practique y practique y ahora… resulta que ya no se pudo, que chún, chún y que ya bailó Bertha las calmadas.

Si quieres progresar en el idioma de Goethe y de las palabras cortas como Krankenversicherungskarte y Schwangerschaftsabbruch, te tienes que poner las pilas y dejarte de tanto pretexto válido sólo para los mediocres. Tú no eres un mediocre, pero siempre cabe la posibilidad de convertirse en uno, así es que o cortas de tajo a la Micha o tu alemán se va a quedar medio chafa (no sé por qué empecé a pensar en la letra de la Chilanga Banda; noooo… mi alemán va a quedar “más chueco que la fayuca”, noooo).


Y ustedes mucha risa, ¿verdad?... Nomás mírense en el espejo… a ver si se siguen riendo

Sí, porque hacerle bullying al JC está chévere, pero “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar” (o sea, las barbas, a eso se refiere el dicho).

Yo te propongo lo siguiente: revisa tu historial en YouTube o mide el tiempo que pasas en Facebook viendo fotos de perritos y participando en jueguitos tontos o revisando publicaciones sin sentido de blogueros, acompañadas de fotos que dan pena; dime cuántas horas te pasas en Instagram o en Snap; tú vele contando y verás que tiempo tienes de aquí al infinito y para irte en día de marchas.

Ahora bien, estará el otro grupo que me dirá, “no, es que yo trabajo”, “no, es que yo estudio cuatro maestrías al mismo tiempo”, “no, es que yo soy bloguero”. Ah, pues muy bien: déjame decirte que lo mismo aplica para ti. Tienes tiempo cuando sales del trabajo, tienes tiempo temprano en la mañana, tienes tiempo los fines de semana, tienes tiempo para emborracharte, tienes tiempo para el pachangón, para checar redes antisociales, para todo, para todo menos para el English.

¡No seas mentiroso! ¡Qué se me hace que tú también estás viendo los videos de La Mars y de Martha Debayle! O a lo mejor, viniste con defecto de fábrica y a ti sólo te dieron 22 horas o 18 o 14 o nada.


Manos a la obra

Recuerda que sólo nos mentimos a nosotros mismos. Analiza tu situación personal y descubre qué videos, qué redes, qué amigos y qué tareas llenas de estulticia puedes suprimir.

“Una vida que no se cuestiona/sin reflexión, no merece ser vivida” (un tal Sócrates) y lo que sí nos merecemos, si queremos ser un país más productivo, es un excelente nivel de inglés.
 
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jueves, 15 de junio de 2017

9 historias para mejorar listening y vocabulario

Juan Carlos García Valdés

No cabe duda de que con frecuencia tener un momento libre nos permite hacer grandes descubrimientos y yo, que después de varias semanas, tuve un fin de semana libre, sin querer queriendo, así como de reojo, como quien no busca la papa, pero la encuentra, me percaté de la existencia de un canal de YouTube que sin lugar a dudas puede revolucionar su aprendizaje del inglés. Les cuento qué canal es y por qué digo lo que digo.


La ventaja de tener tiempo libre una vez en la vida

El canal se llama Boston Learning English y oh my God!!!... ¡vaya joyita que me acabo de encontrar!

Verán. Era sábado por la mañana y yo normalmente los sábados por la mañana doy clase, pero mis alumnas se fueron a la Albóndiga de Granaditas a una excursión (estoy seguro de que así le llamaría Enrique si tuviera que referirse a dicho sitio histriónico… que diga… histórico).

Así las cosas, al no tener que dar clase, me quedé un poco más de tiempo en mi cama y abrí YouTube sin saber muy bien lo que iba a ver. Hasta ese momento, todo parecía transcurrir de manera normal hasta que súbitamente, en las sugerencias, vi que había un video que decía Learn English through story – Forrest Gump.

La verdad siempre estoy buscando materiales que les puedan ser de utilidad a mis alumnos y al ver ese video dije “Lotería”, un poco como Leslie Nielsen cuando en su papel de Teniente Drebin encuentra algo nada importante en la oficina del malvado Vincent Ludwig (premio especial para quien me diga a qué película me estoy refiriendo en este párrafo, porque, de hecho, esa es mi peli favorita, aunque siempre miento para no verme tan ridículo ante la sociedad).

En fin, el punto es que no sólo me llamó la atención que dijera “Learn English”, sino que también la aparición de mi adorado Forrest Gump jugó un papel determinante para que yo decidiera optar por el susodicho vídio (como dirían allá por el Paseo de la Castellana y anexos).

Si el filme (¡qué diferencia de vocabulario! ¿qué es eso de “peli”?) de Drebin, Ludwig y Jane Spencer es, de manera velada quizás, my number one in the world, la historia del chico de Alabama está en mi top 10 forever and ever (“por todos los siglos de los siglos”, remataría Paz, “cierra el paso al futuro un par de ojos”, mis dos versos favoritos en español).

Pero no estoy aquí para referirme al poema del gran Octavio, sino para decirles que una vez abierto el enlace de Forrest, me encontré con la historia del gran corredor, audio y texto, en un video que dura casi una hora con veinte minutos y que tiene una velocidad de lectura ideal para todos los muchachones y las muchachonas que estén en un nivel pre-intermedio.


¿Y para los que están arriba o abajo?

Don’t worry! Aquí hay pa´ todos. Para los avanzados y para los principiantes, para los que le pueden dedicar dos horas y para los que sólo tienen treinta minutos, para los que les gustan las aventuras y para quienes prefieren los dramas, para los atlantistas y para los necaxistas, al fin que en gustos se rompen géneros.


El beneficio de estos vídios

Hay que recordar que dos de los factores fundamentales en el avance que se puede tener en el aprendizaje de un idioma son el listening y el vocabulario. Sigo diciendo que nuestro inglés será tan bueno como lo sea nuestro listening y saber más palabras no sólo nos permite tener una mejor comprensión oral, sino también más armas para expresarnos.

Aunado a lo anterior, estas historias nos permitirán mejoran nuestra pronunciación y si queremos llevar el aprendizaje un paso más allá, también podrían ayudarnos a comprender muchas estructuras gramaticales en uso y en contexto.


Recomendaciones selectas

A continuación les comparto algunas historias de este canal de YouTube, esperando que al menos alguna les pueda apetecer:

Nivel principiante

1.- Beauty and Beast: una historia con un final feliz. 30 minutos de listening y 10 minutos de actividades de comprensión oral basadas en el texto.

2.- The £1,000,000 Bank-Note: Mark Twain nos cautiva desde el primer momento. 30 minutos de duración.

3.- El Mago de Oz: 33 minutos llenos de fantasía acompañados por Dorothy, y Toto.

4.- Missing in Sydney: ¡Feliz año nuevo en Australia! 35 minutos para mejorar tu inglés.


Nivel pre-intermedio e intermedio:  

5.- Forrest Gump: Run Forrest, run! La historia del chico de Alabama en una hora y veinte minutos.

6.- Persuasion: el clásico de Jane Austen listo para que aprendas muchas, muchas palabras.

7.- The War of the Worlds: ciencia ficción de la máxima calidad, cortesía de H. G. Wells. Tres horas y media de aprendizaje y disfrute.


Nivel avanzado

8.- Brave New World: para los fans de Aldous Huxley. Casi cinco horas de inteligencia y talento puros.

9.- The Citadel: cinco horas de una historia que nos hace reflexionar e imaginar.


Un consejo antes de que empieces a escuchar

Lo que te sugiero es que lo intentes primero con el audio y que sólo si se te complica mucho, utilices el texto.

Ah… y por cierto… recuerda que la clave es la repetición. Si puedes, escucha cada video no una, sino dos, tres, cinco o diez veces. Hazlo y te aseguro que las palabras se te pegarán sí o sí.


Manos a la obra

Las historias que podemos encontrar en Boston Learning English son ideales para los amantes de la lectura y para quienes tienen que mejorar su listening y su vocabulario (casi todos).

La voz es clara, la variedad de historias es significativa y practicar con estos videos no te costará un solo peso.

¡Así es que no desperdicies el tiempo ni estos recursos maravillosos para lograr que tu inglés sea envidiable!

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jueves, 8 de junio de 2017

Reflexiones sobre el inglés

Juan Carlos García Valdés

Me he pasado los últimos cinco años y medio buscando formas en las que mis alumnos mejoren su nivel de inglés y no estoy satisfecho con los resultados.  "¿Qué más puedo hacer para que aprendan?", me pregunto todos los días, mientras como, mientras manejo y mientras camino hacia mi oficina.

Les comparto las ideas que rondan mi cabeza junto con un breve recorrido hacia mi niñez y mi primer acercamiento al inglés, esperando encontrar en el camino nuevas respuestas o al menos nuevas directrices.

Ávido de respuestas que me convenzan, a menudo voy de vuelta a mi infancia y me pongo triste porque en esa etapa nunca llevé un diario ni hice anotaciones a las que pudiera regresar después.

El primer consejo que les daría es que lleven un diario siempre, que apunten lo que los alegró y lo que los entristeció, lo que funcionó y lo que no. Nunca se sabe en qué momento esas ideas, que parecen insignificantes en un primer instante, pueden cobrar vida y desembocar en una solución creativa y necesaria.

Me dirijo a la infancia porque fue ahí donde más aprendí idiomas. Por un lado, el español, mi idioma materno, la lengua de "un sauce de cristal, un chopo de agua, un alto surtidor que el viento arquea" (ese poema de Paz me emociona), y después, a partir de los ocho años, el idioma inglés.

Como muchos de ustedes tal vez ya sepan, por haber leído mis otras publicaciones, mi entrada al mundo del inglés no fue precisamente la más sutil y antes de que aprendiera la primera palabra en esa lengua alguna vez desconocida para mí, una escuela ya me había rechazado porque mis compañeros tenían conocimiento del idioma y yo no. Fue cuando mis padres intentaban cambiarme de una primaria pública a una privada.

Afortunadamente mis papás me llevaron a otra escuela primaria, que incluso resultó ser mejor que la que no me aceptó, y ahí me abrieron las puertas con una condición y con una sugerencia: que durante un año tomara clases particulares de inglés por las tardes y que repitiera segundo de primaria. Aceptamos, mis padres y yo, en ambos casos.

Repetir segundo de primaria cambió mi vida para bien. De no haberlo hecho, estoy seguro, habría sido el niño chiquito de la generación y seguramente el blanco permanente del bullying. Mis compañeros habrían tenido un nivel mucho mejor que yo en todo, no nada más en inglés, y eso habría repercutido tarde o temprano en mi confianza y en mi motivación para aprender.

Repetir segundo fue la mejor decisión, pero no fue fácil. Ya en la primera clase, Miss Celina, my first English teacher, me aventó una pelotita y me preguntó algo que yo por supuesto no entendí y de no haber sido por la intervención oportuna y bienintencionada de un compañero, tal vez todavía estaríamos todos en el aula esperando a que yo dijera mis primeras palabras.

Me acuerdo de eso y me acuerdo de que todas las tardes, durante el primer año de mi estancia en ese nuevo colegio, mi papá me llevaba a la casa de Miss Lulú para tener mis clases particulares. Me acuerdo de eso y de que el día que Miss Lulú puso en la libreta la pregunta "Are you smart?", yo respondí: "Yes, I smart", una respuesta más bien cavernícola y, por supuesto, poco elegante. "Pues muy smart no ha de ser", seguramente pensó ella.

Me acuerdo de todo eso, pero cuando una amiga me preguntó hace dos años "¿y tú cómo aprendiste inglés?", descubrí que de eso no sabía o no recordaba casi nada. Es extraño como hay cosas que pasan desapercibidas y sobre las cuales casi nunca reflexionamos.

Desde ese momento, desde esa pregunta, me di a la tarea de rememorar e indagar. Conseguí cuanta libreta pude de aquella época y desempolvé mis adorados Stepping Stones, los libros que usé en la primaria y que sólo tenían juegos y canciones.

De a poco, descubrí que a nosotros no nos habían enseñado gramática. Todo había sido música, videos y diversión y ahora estoy convencido de que cada hora dedicada a la gramática es una hora prácticamente desperdiciada. Si en español nos hubieran metido la gramática desde chiquitos, créanme que todavía estaríamos balbuceando.

Lo veo con mis alumnos, a quienes un día les explico que el negativo en presente simple se hace con don't y doesn't y al siguiente día, al pedirles que escriban la oración "Él no come", hacen como si la virgen les hablara.

Yo sé que no lo hacen porque me odien, pero yo sí los odio cuando lo hacen (lo siento, pero jugar con las palabras es una de mis pasiones, desde los ocho años, cuando Miss Juanita me dijo: "Juan Carlos, ve por mis reglas", y yo le respondí que a esa maestra no la conocía. ¿Quién sería esa tal Miss Reglas?).

Por todo lo anterior, he empezado ya una transición de las clases tradicionales a las clases en donde la gramática no existe, pero en este país, tan acostumbrado a los dictados, a las notas de clase y a la gramática en sí, quitarla de tajo podría desembocar en que a más de uno de mis estudiantes les diera el patatús, que ahora que lo pienso, en un par de casos no estaría nada mal.

“Teacher, si no nos da gramática, le juro que me muero”, me diría mi alumno, a lo que yo podría contestar: “Chicos. Confirmado. Este semestre no va a haber nada de gramática. Querido alumno, sigue con tu plan hacia la lipotimia y el desmayo, fuerte y con todo”.

Sin embargo, debo aclarar que no me interesa que ese sea el destino de la gran mayoría y, por lo tanto, lo reitero, estoy en esa transición, buscando que sea lo más sutil posible.

A nosotros no nos impartieron gramática y luego un buen día, cuando iba en quinto de primaria, un amigo me dijo: “Juan Carlos, ve a ver la lista que está allá abajo. Felicidades”.

Yo corrí desde el tercer piso hasta el patio y me encontré con la noticia de mi vida. Había sido elegido, por mi promedio, para irme un mes a Dayton, Ohio a vivir con una familia norteamericana y asistir a clases en Our Lady of the Rosary School.

Mi alegría era inmensa. Tres años antes me habían rechazado de una escuela por no saber inglés y ahora no sólo aparecía en la lista de alumnos destacados, sino que la encabezaba.

Así las cosas, cuatro días después de haber cumplido los doce años, me subí al avión y conocí a la familia Pohlar.

Algo que me llamó la atención desde el primer momento fue que todo lo que quería decir lo podía decir y que cuando yo les hablaba ellos no ponían cara de pueblo de México cuando Enrique Peña quiere explicar algo. Eso incrementó mi confianza e hizo que el miedo por hablar, si había existido, desapareciera.

Después del viaje, regresé a mi escuela en México y seguí aprendiendo inglés. Finalmente, en tercero de secundaria presenté el First Certificate in English, como la mayoría de mis compañeros, y, como la mayoría de ellos también, lo pasé.

Entonces me sentí el rey del mundo y me dije a mí mismo: “Si ya me puedo comunicar con los nativos y si ya tengo mi certificación, no tiene caso que siga aprendiendo”. A veces los éxitos, por grandes o pequeños que sean, nos afectan más que los fracasos y yo estoy seguro de que esa certificación me hizo mal. A partir de ese momento, ya fuera porque no tuve buenos maestros en las otras escuelas en las que estuve, ya fuera porque la apatía me ganó, ya fuera porque no estaba interesado, dejé de aprender inglés por exactamente diez años.

No estoy diciendo que no lo haya utilizado en ese lapso, sino que no me preocupé o, mejor dicho, no me ocupé por aprender más.

Todo fue así hasta que ya en la Facultad de Lenguas, en sexto semestre, la gran Lis Espinoza, primero mi maestra y luego una de mis mejores amigas, me hizo ver que mi inglés estaba totalmente oxidado y que o me ponía las pilas o me dirigía al fracaso. De poco importaba que mi inglés fuera mejor que el de la mayoría. Ese no era el parámetro. Había que seguir adelante.

A estas alturas se estarán preguntando por qué les cuento todo esto y la razón es relativamente sencilla. Cuando me pongo a buscar formas en las que mis alumnos puedan mejorar me doy cuenta de que algo fundamental es lograr que ellos eviten los errores que yo cometí en el pasado, que se alejen de la gramática, que vivan el idioma y que no piensen que tener un FCE o un TOEFL es la culminación del proceso de aprendizaje.

Me he quebrado la cabeza un día tras otro para que todos mis alumnos, sin importar si son particulares o de los grupos que tengo en las escuelas, se beneficien de mi experiencia, pero como la gran Lis Espinoza me lo dijo alguna vez, “muchos no quieren avanzar, incluso si les das todo”. Ella en Facultad de Lenguas siempre ponía a disposición de todos sus alumnos cientos de archivos, libros, textos, cosas que había ido acumulando y un buen día, después de que los dos saliéramos de esa institución, me dijo: “En toda mi estancia, sólo tres personas se acercaron a pedirme esos materiales, esos libros y esos textos. Tú y otras dos personas más”. Yo no le creí al principio, pero de a poco, lo fui experimentando también.

Muchos alumnos no ocupan su tiempo adecuadamente. Si tienen clase de inglés, quieren engañar al maestro haciendo cosas de otra materia. Otros faltan a sus clases. Otros piensan que porque ya saben un poquito más que la mayoría, ya no hay necesidad de seguir aprendiendo. Y la mayoría, la gran mayoría dice no tener tiempo cuando tiempo hay de sobra; sólo hace falta un plan para utilizarlo adecuadamente.

¿Y qué les digo? ¿Qué yo estuve exento de esas faltas? Desafortunadamente no puedo hacerlo, pero lo que sí puedo intentar es que haya un cambio, por pequeño que sea, en el acercamiento al idioma y en la experiencia de aprender un idioma. E intentar avisarles con tiempo para que no se den de topes después.

Me he pasado los últimos cinco años y medio buscando formas en las que mis alumnos mejoren su nivel de inglés y no estoy satisfecho con los resultados. Pero hemos ido avanzando y en ocasiones, cada vez más, hay casos que me motivan: alumnos que toman la iniciativa y dicen “teacher, yo no aprendo así, pero esto otro me está funcionado”, alumnos que se dan la oportunidad de usar el idioma en el día a día, mediante pláticas o chats, alumnos que me llenan de preguntas, evidencia de que están alejándose de su zona de confort en el inglés.

En estos cinco años y medio, he descubierto algo más: a mí no me enseñaron el idioma, sino que lo aprendí. Por más que haya tenido a Miss Celina y a Miss Lulú y a Lis, en los idiomas la enseñanza es un 5% y el aprendizaje es el restante 95%. Ellas me guiaron y me llamaron la atención cuando tenían que hacerlo. Ellas me mostraron caminos más adecuados, pero el que se aprendió cada una de las palabras que ahora me sé fui yo.

Esa revelación no es fácil de digerir, sobre todo para una persona como yo. ¿Para qué sirve entonces un maestro de inglés o de lengua en general? Con frecuencia, me voy dando cuenta de que o sirve para guiar y motivar o no sirve para nada.

"¿Qué más puedo hacer para que aprendan?", me pregunto todos los días, cuando camino, cuando como, cuando me dispongo a dormir. No siempre hay respuestas, pero casi siempre hay luces que uno vislumbra como posibilidades.


¡Cómo me gustaría que todos pudieran ir a Our Lady of the Rosary School y que vivieran la experiencia del inglés en carne propia! O, también, por qué no, que un día les negaran el acceso a una escuela o les negaran un trabajo por no saber inglés. No es que sea cruel, pero a veces sólo así aprendemos y sólo así nos damos cuenta de todas las oportunidades que hemos desperdiciado.

A veces los éxitos son fracasos y los fracasos son éxitos, oportunidades para revelarse y crecer realmente.

jueves, 1 de junio de 2017

Destino: Londres

Juan Carlos García Valdés

Recientemente tuve la oportunidad de visitar, por primera vez, y tal vez por última, (uno nunca sabe; la vida no la tiene uno comprada) la ciudad capital de Reino Unido y a continuación me gustaría proponer un itinerario nada común para recorrer la ciudad y aprender inglés al mismo tiempo.


Accommodation y el cafecito matutino

Lo primero que se necesita, como todo en la vida, es estar bien ubicados y los hoteles de la calle Belgrave definitivamente tienen eso a su favor. Estarán a tiro de piedra de la estación Victoria y no muy lejos de las atracciones principales de la ciudad.

Llegan a mediodía, se instalan y se alistan. Para ello, ya usaron su inglés, para pedir las llaves y para preguntar sobre la ubicación de su cuarto (costo promedio de una habitación en los hoteles pequeños de esta zona: $2,000 pesos por noche; pero si van tres, pues comparten el gasto y con $667 cada uno, por noche, pues ya la hicieron).

De ahí caminan a la Victoria Station y en uno de los cafés se piden el tradicional té negro. Los cafés Costa o Nero, esparcidos por toda la ciudad, también son una buena alternativa para disfrutar un cappuccino o un mocha y para echarle un vistazo a los folletos que tienen y aprender algunas palabras.

Quince o veinte minutos son suficientes para cargar pila y dirigirse a nuestros objetivos del día. En un plan tradicional, uno se dirigiría instantáneamente al Big Ben, el parlamento, London Eye y Buckingham Palace, entre otros, pero recuerden que aquí no se trata de eso, sino de recorrer aprendiendo.


Caminatas y boletos de teatro

No hay nada como una caminata matutina al lado del medio sución río Támesis. El color del agua no es precisamente el más agradable que uno pueda encontrar en los ríos del mundo, pero a menudo habrá buskers que nos deleiten con su voz y su guitarra. Así podemos practicar un poco nuestra comprensión oral.

Pasando Waterloo Bridge, se encuentra el Teatro Nacional y estaría genial adquirir un boleto para una de las obras que ahí se presentan. Hasta hace no mucho tenían la magistral Ángeles en América de Tony Kushner, desde mi punto de vista, la mejor obra de teatro escrita en los últimos cuarenta años y ahora presentan Barber Shop Chronicles de Inua Ellams y Common de D.C. Moore.

Los precios de los boletos varían desde las 15 hasta las 50 libras, o sea que, con suerte y planeación (la suerte es a menudo planeación), con $375 pesos uno puede disfrutar de una obra de teatro y aprender y practicar la lengua inglesa.

Algo interesante también es que hay eventos y pláticas relacionadas con las obras. Por ejemplo, Inua Ellams hablará sobre su obra el lunes 19 de junio y por 5 libras (un poco más de $100 pesos), uno tiene 45 minutos de listening garantizados.

Otra opción es el Teatro Harold Pinter, en donde a partir del 9 de junio se presenta Hamlet (boletos desde 10 libras).

Links recomendados:

Teatro Nacional: https://www.nationaltheatre.org.uk/
Harold Pinter Theatre: http://www.atgtickets.com/venues/harold-pinter-theatre/


Yo no quiero gastar ni un quinto

Para aquellos *elbows (obviamente estoy haciendo un mal uso de la palabra; no me copien) que no quieran desembolsar absolutamente nada, mi recomendación es que se dirijan a la explanada de Covent Garden, que, de acuerdo con la página que a continuación les compartiré, ha tenido chows desde más o menos 1660 (la verdad no me acuerdo qué estaba haciendo por aquel entonces).

Ahí encontrarán a distintos street performers de alta calidad, que los harán reír y pasar un rato ameno, a gusto, al mismo tiempo que se olvidan de su estrés cotidiano.

Yo vi a Captain Franko y me pasé 25 minutos de maravilla. El listado completo de los artistas que pueden encontrar en Covent Garden lo pueden ver aquí: 



Pubs

Si de comer se trata, les recomiendo que se metan a un pub. Yo fui a uno de la cadena Wetherspoon y aunque ciertamente no es uno de los más tradicionales, se come rico, barato (tomando en cuenta que están en Londres) y el menú es una buena forma para aprender palabras típicas de la gastronomía inglesa.

En promedio, una comida en este lugar puede costarles entre 10 y 15 libras (de $250 a $375 pesos aproximadamente; sí, eso es lo barato en Londres… ahora sí que… “lo barato sale caro” jajaja).

No importa. Están de viaje en un lugar costoso y de cualquier forma tienen que comer, así es que decántense por un lamb shank o unos Peri-peri chicken skewers y a darle duro que es mole de olla (o su equivalente británico).


Otras opciones

Londres es la ciudad de los estadios (Wembley, Stamford Bridge, el London Stadium, también conocido como The Olympic Stadium, White Hart Lane y Craven Cottage, entre otros).

La verdad no tuve la oportunidad de ir, pero si les gusta el futbol, me han dicho (me lo dijo un pajarito) que la visita al Emirates Stadium bien vale la pena y ciertamente podría representar mucho input lingüístico para seguir aprendiendo English.

Las siguientes opciones tal vez no sean aptas para aprender inglés en el momento, pero sí para enamorarse de la ciudad y querer regresar (y quien quiere ir o regresar a Londres a menudo quiere también aprender su idioma): St James’s Park, Green Park y, sobre todo, el bellísimo Hyde Park, todos muy cerca de la casa de mi tía Liz II: Buckingham Palace.

No descarten Piccadilly Circus ni Leicester Square y vayan pronto a Londres a disfrutar de todo lo que esta ciudad ofrece y a seguir mejorando su inglés.


Manos a la obra

Viajar beneficia a nuestro inglés por lo menos en dos formas. En primer lugar, al ir a otros lugares, entramos en contacto con el idioma y descubrimos palabras y frases que habían pasado desapercibidas para nosotros con anterioridad. En segundo término, la idea de viajar nos motiva, nos hace que busquemos prepararnos para el día en el que estemos allá y nos insta a imaginar el momento en el que el idioma inglés nos permita disfrutar, salirnos de nuestra rutina y conocer nuevas culturas, personas y sitios que nos maravillen.

No dejen de viajar.

No dejen de prepararse.

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