Juan Carlos García
Valdés
Hace una semana les conté cómo había estado perdiendo el
tiempo viendo videos en español, en lugar de dedicar mis ratos libres a mejorar
mi nivel en la lengua que estoy aprendiendo: alemán. Afortunadamente, ese caso
trágico tuvo una vuelta de tuerca y el tiempo que le dediqué hace poco a los
videos de La Mars, el Chucky y Martha Debayle ahora lo destiné a la lengua de
Goethe. En tan sólo una semana pasé de la vergüenza nacional a uno de mis
períodos más productivos en el aprendizaje del idioma. Aquí les cuento qué pasó
y qué pueden copiar para mejorar su nivel de inglés.
Primer cambio
Albert Einstein, antiguo jugador del Cruz Azul, dijo alguna
vez que la definición de locura era “hacer lo mismo una y otra vez esperando
obtener resultados diferentes” (también dijo que la segunda definición de
locura era creerse mi definición de Albert Einstein).
Así las cosas, después de la revelación trágica de que me la
pasaba perdiendo el tiempo cual vil mediocre, me vi casi (que) obligado a
replantearme la vida misma.
Y aquí les va el primer tip: antes, escogía videos en alemán
de dos a tres minutos y los escuchaba cuatro veces. Eso, por sí mismo, no está
mal, pero el asunto, problema, pega, traba o complicación (para que vean que sí
estuve viendo a la Micha) venía inmediatamente después: como ya había sintonizado
el mismo video cuatro veces, entonces me sentía libre de culpa y sin
remordimiento alguno de echarme, digamos, “Tesorito entrevista a La Mapacha”; o
sea, si ya hice dieta durante dos días, ¿por qué no me puedo devorar unos tacos
de suadero, buche, nana y nenepil? (¿Quién dice esa frase? Yo la he escuchado
en algún lugar de un gran país… y segunda pregunta: ¿qué es el famoso nenepil?)
En fin, le hice caso al delantero de La Noria y dejé de hacer
lo mismo de siempre. Afortunadamente, me encontré con un audiolibro genial de
Bodo Schäfer intitulado Die Gesetze für
Gewinner, que dura cinco horas, treinta y dos minutos y once segundos y,
adivinen adivinadores, ahora la luz verde para ver a La Mapacha se dio cada
cinco horas y no cada dieciocho segundos.
En otras palabras, el primer tip que propongo es que se den
sus gustos de vez en cuando, pero que lo hagan sólo después de conseguir un
objetivo serio: escuchar cinco horas de alemán es algo respetable y, entonces
sí, cuando terminen, Bisogno vénganos tu reino, hágase tu voluntad aquí en la
tierra como en el sky, pero sólo con
un video o dos y ya está, le paramos a la fiesta.
Motivación
Algo que también estaba haciendo mal era que elegía videos
que me motivaban, pero no al 100 por ciento. Sin embargo, el texto de Bodo
Schäfer que incluye consejos y recomendaciones para ser más efectivo,
productivo y para vivir mejor, me motivó al 2655 por ciento.
Además, al estar dividido en capítulos, mi meta, aunque
ambiciosa, parecía mucho más asequible. “Ya voy en el capítulo 14. Venga. Uno
más. Sí se puede. Sí se puede. La ola, la ola, eeeehhhh….”, lo siento, si a
alguien se le ocurre decir algo semejante, nos cierran el blog. Ni se les
ocurra.
Elijan algo que
repercuta positivamente en sus vidas
Sin lugar a dudas, escuchar el audiolibro arriba mencionado
desencadenó un círculo virtuoso, a saber: por la mañana escuchaba a Schäfer y
sus enseñanzas, al mediodía las aplicaba y veía que tenía razón. ¿Qué hacía
entonces en las noches? Regresar al libro a seguir aprendiendo.
Estoy seguro de que llegó un momento en el cual lo que me
importaba no era el alemán, sino el contenido y ahí es cuando la magia sucede.
El verdadero aprendizaje de un idioma se suscita cuando, paradójicamente, dicho
aprendizaje se vuelve secundario y cede su lugar a algo que es mucho más
importante: cuando el idioma se vuelve medio y no fin, es ahí cuando avanzamos.
Querer regresar
Con los videos de tres minutos no me ocurría porque cuando lo
había visto cuatro veces mi mente decía “prueba superada”, pero con este
audiolibro a menudo me pasó que en la tarde sólo pensaba en el momento en el
que tendría un poco de tiempo libre para seguir escuchando y aprendiendo. Había
unas ganas ahí que no me fue posible detectar anteriormente.
Querer repetir
Ahora bien, lo más interesante viene a continuación: Cuando
acabé de escuchar el audio, no me lo pensé ni dos segundos y volví a empezar.
En cinco días he escuchado Die Gesetze
für Gewinner tres veces y hoy dará inicio la cuarta lectura y lo mejor es
que en cada ocasión entiendo más y más.
En otras palabras, con este enfoque llevó 16 horas de
comprensión oral en seis días, que utilizando el método de Poincaré junto con
la técnica de Hodge para la obtención de promedios da el siguiente resultado:
16/6 = 2.6 horas de práctica al día…
…lo cual no está nada mal, si tomamos en cuenta que mis
actividades no han cambiado y que, a este ritmo, podría acumular 973 horas
anuales de práctica.
973 horas anuales de
práctica…
…no es lo ideal, pero es mejor que nada. A ese paso,
alcanzaré el nivel de alemán que quiero en aproximadamente cuatro años, lo cual
todavía suena a algo lejano, pero cuatro años se pasan rápido. Es como si
dijera que en el próximo Mundial de Fútbol, no en el de Rusia, sino en el de
Catar-o-a-ver-dónde-se-hace ya tendré mi Deutsch
como lo quiero tener.
“Pero nosotros no
tenemos tiempo JC”
Cada vez me convenzo más de que dicha frase es una gran
falacia y eso, tal vez, lo aprendí gracias a Bodo Schäfer y su maravilloso
audiolibro. En una parte del texto, Schäfer señala que algo fundamental es la
capacidad de hacer, de realizar, de pasar a la acción y creo que eso es
totalmente cierto.
Sin afán de ventanear a mis alumnos, cada vez me percato más
de que muchos de ellos, como muchos políticos de este país, como muchos
ciudadanos de esta nación, son seres de palabra fácil que no trasciende a los
hechos.
Muchos me juran y me perjuran que esta semana sí van a
repasar, sí van a ir a sus clases, sí van a ver series y películas en inglés,
sí van a leer, sí van a practicar, sólo para que la próxima vez que los vea uno
diga que no pudo porque su vecina Tecolora se enfermó de sarampión, otro
mencione la muerte de su abuelo Eustaquio por cuarta vez como excusa y uno más
señale que no pudo dedicarle tiempo al English
porque hubo un atentado en la Franja de Grasa que no les permitió concentrarse
(lo siento, pero al inventarse los pretextos, a menudo también reinventan la
geografía como la alumna avispada que un día me corrigió porque Estocolmo no
era la capital sueca, sino Estroburgo, de acuerdo con sus fuentes. “Ok”, le
dije, “creo que vas a estar exenta de mi clase. Con tal de no verte nunca
más”).
Subestimamos, de
acuerdo con Schäfer
Ya empiezo a aprenderme el texto en alemán de memoria, sin
quererlo, debo decirlo, y una de mis partes favoritas es cuando el autor señala
que “la mayoría de nosotros exageramos lo que podemos hacer en un año, pero
subestimamos lo que podemos hacer en diez”.
Así las cosas, no deberíamos estar pensando en el nivel de
inglés que queremos tener dentro de 365 días, ni haciendo preguntas mensas
(dicen que no hay preguntas tontas; yo digo que sí las hay; conclusión: sí las
hay) sobre si en dos meses ya tendremos la fluidez de Sir Francis Tocino o si con
un curso de cuatro horas a la semana, sin hacer nada más, ya en dos semestres
la armamos acá nivel rifado.
¿Por qué no mejor nos dejamos de payasadas y pensamos a largo
plazo? Lo sé, lo sé, estamos en Mexicalpán de las Tunas y aquí eso está
prohibido, pero ya es hora de que vayamos cambiando la canción rayada y de que
entendamos que volvernos bilingües cuesta, pero también retribuye.
La mayoría de mis
alumnos y mis amigos no van al baño
Así como subestimamos lo que podemos hacer en diez años, me
parece que también minimizamos lo que la acumulación de minutos puede lograr.
Muchos de mis conocidos, alumnos, allegados, neighbors y acá,
se la pasan diciéndome que ellos no practican porque su trabajo los consume (yo
sólo veo que les consume el cerebro) o porque tienen tanta tarea de otras
materias que simplemente ya no pueden más, y yo lo que digo es que todos ellos
no van al baño.
A estas alturas del partido, se preguntarán a qué me refiero
y a continuación se los digo.
Hoy por la mañana, cuando acabé de bañarme y me iba a
rasurar, peinarme, perfumarme y ponerme lipstick
(hay uno de ciruela intenso que me mata… obvio no… lo mío, lo mío, es el
naranja cremosito… ¡ya!), me dije a mí mismo: JC, así sean tres o cinco
minutos, este es el momento de empezar bien el día y poner a Bodo Schäfer, lo
cual hice.
Lo mismo decidí cuando me vestí, desayuné, fui al baño a
hacer del zwei y cuando descansé y
acomodé papeles, con lo cual llevo hoy tres horas de comprensión auditiva en
alemán, pero por lo visto, mis prójimos:
No se visten o amanecen vestidos,
No se echan unos huevitos o un huitlacoche por la morning,
No deponen,
No se sosiegan,
Ni ordenan sus Panama
Papers,
Pero ¿qué creen?
Que yo sí…
y así…
me quito de pretextos.
Manos a la obra
Así seas Barack Obama o el hijo de la vecina, si no practicas
es porque te estás organizando muy mal. Pero mira, es tu tiempo y son tus
decisiones y yo no voy a ponerme a escribir un blog para decirte lo que tienes
que hacer. Eso sí me daría mucha flojera.
Puedes compartir cualquier
duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com
Visita
CAD Lenguas en Facebook:
y
dale like a nuestra página.