jueves, 29 de junio de 2017

Mis amigos no van al baño: De La Mars a Goethe (Guía para aprovechar esos minutos que te quedan libres)

Juan Carlos García Valdés

Hace una semana les conté cómo había estado perdiendo el tiempo viendo videos en español, en lugar de dedicar mis ratos libres a mejorar mi nivel en la lengua que estoy aprendiendo: alemán. Afortunadamente, ese caso trágico tuvo una vuelta de tuerca y el tiempo que le dediqué hace poco a los videos de La Mars, el Chucky y Martha Debayle ahora lo destiné a la lengua de Goethe. En tan sólo una semana pasé de la vergüenza nacional a uno de mis períodos más productivos en el aprendizaje del idioma. Aquí les cuento qué pasó y qué pueden copiar para mejorar su nivel de inglés.


Primer cambio

Albert Einstein, antiguo jugador del Cruz Azul, dijo alguna vez que la definición de locura era “hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes” (también dijo que la segunda definición de locura era creerse mi definición de Albert Einstein).

Así las cosas, después de la revelación trágica de que me la pasaba perdiendo el tiempo cual vil mediocre, me vi casi (que) obligado a replantearme la vida misma.

Y aquí les va el primer tip: antes, escogía videos en alemán de dos a tres minutos y los escuchaba cuatro veces. Eso, por sí mismo, no está mal, pero el asunto, problema, pega, traba o complicación (para que vean que sí estuve viendo a la Micha) venía inmediatamente después: como ya había sintonizado el mismo video cuatro veces, entonces me sentía libre de culpa y sin remordimiento alguno de echarme, digamos, “Tesorito entrevista a La Mapacha”; o sea, si ya hice dieta durante dos días, ¿por qué no me puedo devorar unos tacos de suadero, buche, nana y nenepil? (¿Quién dice esa frase? Yo la he escuchado en algún lugar de un gran país… y segunda pregunta: ¿qué es el famoso nenepil?)

En fin, le hice caso al delantero de La Noria y dejé de hacer lo mismo de siempre. Afortunadamente, me encontré con un audiolibro genial de Bodo Schäfer intitulado Die Gesetze für Gewinner, que dura cinco horas, treinta y dos minutos y once segundos y, adivinen adivinadores, ahora la luz verde para ver a La Mapacha se dio cada cinco horas y no cada dieciocho segundos.

En otras palabras, el primer tip que propongo es que se den sus gustos de vez en cuando, pero que lo hagan sólo después de conseguir un objetivo serio: escuchar cinco horas de alemán es algo respetable y, entonces sí, cuando terminen, Bisogno vénganos tu reino, hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el sky, pero sólo con un video o dos y ya está, le paramos a la fiesta.


Motivación

Algo que también estaba haciendo mal era que elegía videos que me motivaban, pero no al 100 por ciento. Sin embargo, el texto de Bodo Schäfer que incluye consejos y recomendaciones para ser más efectivo, productivo y para vivir mejor, me motivó al 2655 por ciento.

Además, al estar dividido en capítulos, mi meta, aunque ambiciosa, parecía mucho más asequible. “Ya voy en el capítulo 14. Venga. Uno más. Sí se puede. Sí se puede. La ola, la ola, eeeehhhh….”, lo siento, si a alguien se le ocurre decir algo semejante, nos cierran el blog. Ni se les ocurra.


Elijan algo que repercuta positivamente en sus vidas

Sin lugar a dudas, escuchar el audiolibro arriba mencionado desencadenó un círculo virtuoso, a saber: por la mañana escuchaba a Schäfer y sus enseñanzas, al mediodía las aplicaba y veía que tenía razón. ¿Qué hacía entonces en las noches? Regresar al libro a seguir aprendiendo.

Estoy seguro de que llegó un momento en el cual lo que me importaba no era el alemán, sino el contenido y ahí es cuando la magia sucede. El verdadero aprendizaje de un idioma se suscita cuando, paradójicamente, dicho aprendizaje se vuelve secundario y cede su lugar a algo que es mucho más importante: cuando el idioma se vuelve medio y no fin, es ahí cuando avanzamos.


Querer regresar

Con los videos de tres minutos no me ocurría porque cuando lo había visto cuatro veces mi mente decía “prueba superada”, pero con este audiolibro a menudo me pasó que en la tarde sólo pensaba en el momento en el que tendría un poco de tiempo libre para seguir escuchando y aprendiendo. Había unas ganas ahí que no me fue posible detectar anteriormente.


Querer repetir

Ahora bien, lo más interesante viene a continuación: Cuando acabé de escuchar el audio, no me lo pensé ni dos segundos y volví a empezar. En cinco días he escuchado Die Gesetze für Gewinner tres veces y hoy dará inicio la cuarta lectura y lo mejor es que en cada ocasión entiendo más y más.

En otras palabras, con este enfoque llevó 16 horas de comprensión oral en seis días, que utilizando el método de Poincaré junto con la técnica de Hodge para la obtención de promedios da el siguiente resultado:

16/6 = 2.6 horas de práctica al día…

…lo cual no está nada mal, si tomamos en cuenta que mis actividades no han cambiado y que, a este ritmo, podría acumular 973 horas anuales de práctica.


973 horas anuales de práctica…

…no es lo ideal, pero es mejor que nada. A ese paso, alcanzaré el nivel de alemán que quiero en aproximadamente cuatro años, lo cual todavía suena a algo lejano, pero cuatro años se pasan rápido. Es como si dijera que en el próximo Mundial de Fútbol, no en el de Rusia, sino en el de Catar-o-a-ver-dónde-se-hace ya tendré mi Deutsch como lo quiero tener.


“Pero nosotros no tenemos tiempo JC”

Cada vez me convenzo más de que dicha frase es una gran falacia y eso, tal vez, lo aprendí gracias a Bodo Schäfer y su maravilloso audiolibro. En una parte del texto, Schäfer señala que algo fundamental es la capacidad de hacer, de realizar, de pasar a la acción y creo que eso es totalmente cierto.

Sin afán de ventanear a mis alumnos, cada vez me percato más de que muchos de ellos, como muchos políticos de este país, como muchos ciudadanos de esta nación, son seres de palabra fácil que no trasciende a los hechos.

Muchos me juran y me perjuran que esta semana sí van a repasar, sí van a ir a sus clases, sí van a ver series y películas en inglés, sí van a leer, sí van a practicar, sólo para que la próxima vez que los vea uno diga que no pudo porque su vecina Tecolora se enfermó de sarampión, otro mencione la muerte de su abuelo Eustaquio por cuarta vez como excusa y uno más señale que no pudo dedicarle tiempo al English porque hubo un atentado en la Franja de Grasa que no les permitió concentrarse (lo siento, pero al inventarse los pretextos, a menudo también reinventan la geografía como la alumna avispada que un día me corrigió porque Estocolmo no era la capital sueca, sino Estroburgo, de acuerdo con sus fuentes. “Ok”, le dije, “creo que vas a estar exenta de mi clase. Con tal de no verte nunca más”).


Subestimamos, de acuerdo con Schäfer

Ya empiezo a aprenderme el texto en alemán de memoria, sin quererlo, debo decirlo, y una de mis partes favoritas es cuando el autor señala que “la mayoría de nosotros exageramos lo que podemos hacer en un año, pero subestimamos lo que podemos hacer en diez”.

Así las cosas, no deberíamos estar pensando en el nivel de inglés que queremos tener dentro de 365 días, ni haciendo preguntas mensas (dicen que no hay preguntas tontas; yo digo que sí las hay; conclusión: sí las hay) sobre si en dos meses ya tendremos la fluidez de Sir Francis Tocino o si con un curso de cuatro horas a la semana, sin hacer nada más, ya en dos semestres la armamos acá nivel rifado.

¿Por qué no mejor nos dejamos de payasadas y pensamos a largo plazo? Lo sé, lo sé, estamos en Mexicalpán de las Tunas y aquí eso está prohibido, pero ya es hora de que vayamos cambiando la canción rayada y de que entendamos que volvernos bilingües cuesta, pero también retribuye.


La mayoría de mis alumnos y mis amigos no van al baño

Así como subestimamos lo que podemos hacer en diez años, me parece que también minimizamos lo que la acumulación de minutos puede lograr.

Muchos de mis conocidos, alumnos, allegados, neighbors y acá, se la pasan diciéndome que ellos no practican porque su trabajo los consume (yo sólo veo que les consume el cerebro) o porque tienen tanta tarea de otras materias que simplemente ya no pueden más, y yo lo que digo es que todos ellos no van al baño.

A estas alturas del partido, se preguntarán a qué me refiero y a continuación se los digo.

Hoy por la mañana, cuando acabé de bañarme y me iba a rasurar, peinarme, perfumarme y ponerme lipstick (hay uno de ciruela intenso que me mata… obvio no… lo mío, lo mío, es el naranja cremosito… ¡ya!), me dije a mí mismo: JC, así sean tres o cinco minutos, este es el momento de empezar bien el día y poner a Bodo Schäfer, lo cual hice.

Lo mismo decidí cuando me vestí, desayuné, fui al baño a hacer del zwei y cuando descansé y acomodé papeles, con lo cual llevo hoy tres horas de comprensión auditiva en alemán, pero por lo visto, mis prójimos:

No se visten o amanecen vestidos,

No se echan unos huevitos o un huitlacoche por la morning,

No deponen,

No se sosiegan,

Ni ordenan sus Panama Papers,

Pero ¿qué creen?

Que yo sí…

y así…

me quito de pretextos.


Manos a la obra

Así seas Barack Obama o el hijo de la vecina, si no practicas es porque te estás organizando muy mal. Pero mira, es tu tiempo y son tus decisiones y yo no voy a ponerme a escribir un blog para decirte lo que tienes que hacer. Eso sí me daría mucha flojera.
        
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