Juan Carlos García Valdés
Hace un año me compré uno de los mejores libros que he leído: Fanatical Prospecting, de Jeb Blount. Al adquirirlo, me esperaba páginas y páginas de contenido invaluable, lo cual encontré, pero lo que no pensé que fuera a obtener era una membresía de un año, sin costo adicional, para la página de internet del libro en cuestión.
Como sucede con las cosas que uno no espera, me emocioné ante el hecho de tener acceso a cientos de recursos exclusivos y no pasaron más de tres horas cuando yo ya estaba leyendo el primer e-book y viendo el primer video.
El siguiente día sucedió lo mismo y el tercero también, pero después pasó lo que frecuentemente pasa: las actividades cotidianas se apoderan de nuestro tiempo y uno va posponiendo lo que empezó con toda la energía y con las mejores intenciones.
Similitud con los idiomas
Ocurre lo mismo con los idiomas. La primera semana estamos llenos de emoción, la segunda todavía y, sin embargo, casi nunca nos caracteriza la constancia a largo plazo.
"Sí practicaría, pero no tengo tiempo. Es que antes sí podía, pero justo ahora mi jefe me pidió un nuevo proyecto / tengo que empezar mi servicio social / el Cruz Azul calificó a la liguilla"
Total que siempre hay un buen pretexto para que lo importante se vuelva aplazable y sí los voy a criticar, pero no voy a negar que a mí también me ha pasado lo mismo: para muestra un botón o, lo que es lo mismo en este caso, el uso o desuso que hice de mi membresía.
Cronología del desperdicio
A finales de diciembre me dije que no la podía utilizar porque tenía la cena de fin de año, tres post-posadas, un Boxing Day que nunca atiendo y una cena de fin de año que cada vez me importa menos.
En enero, mientras tanto, me dije que lo que podía hacer en enero también lo podía hacer en febrero, en febrero lo pospuse para marzo, en abril viajé, en mayo me acoplé de nueva cuenta y en junio, julio y agosto me repetí que era verano y que en verano uno descansa.
Septiembre fue el mes patrio (¡qué novedad!) y cuando octubre llegó, decidí que noviembre era el mes ideal para usar la subscripción. "Tendré presión y todo funciona bajo presión", me dije muy confiado.
El 20 de noviembre me di cuenta que yo seguía sin hacer nada y entonces decidí que el último fin de semana de noviembre lo dedicaría mayoritariamente a Fanatical Prospecting, algo que sí hice.
De cualquier forma, algo quedó confirmado: soy mexicano y aunque sea un poco distinto a los demás mexicanos, sigo siendo uno de ellos y actúo más o menos como ellos, dejando, por ejemplo, todo (o casi todo) para el final.
La membresía tiene un costo de 27 dólares el primer mes y de 97 los subsecuentes, lo que significa que estuve a punto de desaprovechar el equivalente a 20 mil pesos, algo, una vez más, típico del mexicano promedio.
Mis alumnos también son mexicanos
Mis alumnos, por mencionar un caso, también son mexicanos y ellos también han desaprovechado becas y membresías al por mayor.
A una de ellas le di una beca del 100% por un año y asistió cuatro veces y otra decidió emularla y sólo fue tres.
Vivimos en el mundo de la informalidad y la poca constancia, y eso en los idiomas es el acabose. Algunos lo ocultan con otras aventuras lingüísticas (nunca avanzan en inglés, pero saben decir hello, goodbye en 48 idiomas, incluidos varios que nadie ha hablado en los últimos trescientos años) y otros simplemente desisten.
La ley del aproximado
Toda mi experiencia en este mundo y en otros mundos (ok no), me ha llevado a formular y a creer firmemente en la ley del aproximado, que dicta palabras más, palabras menos, lo siguiente:
"Uno está destinado a ser más o menos algo".
No digo con lo anterior que este destino sea como aquel de las tragedias griegas (inevitable), sino que es el que vamos forjando con nuestros hábitos diarios, esos sí, después de dos, tres o cuatro décadas, sumamente complicados de revertir.
Por consiguiente, no es a menudo el sino en su versión moderna el que no podemos cambiar, sino el cúmulo de acciones cotidianas como levantarnos o dormirnos media hora más temprano, leer un libro cada semana o practicar inglés una hora por día, lo que no podemos concretar (¡ay no, qué flojera!)
Y así la vida nos va acorralando en un destino más o menos entendible por todos: a Pepito le toca vivir una vida más o menos sufrida, ser de clase media y casarse con alguien dentro del 40% de personas más guapas del país.
A veces las predicciones fallan un poco y resulta que Pepito acabó teniendo un poco más de dinero, pero casado con una federalista.
En cualquier caso, el primer corolario de la ley del aproximado dicta que:
Primer corolario
"Quien trabajó por conseguir cosas grandes a menudo termina consiguiendo más que quien trabajó por conseguir cosas mediocres".
Así les pasa a los países, a las empresas y a las personas, que frecuentemente consiguen un poco menos de lo que se propusieron y en escasas ocasiones, un poco más.
Lo que no sucede es que el país que toda su historia luchó por ser tercermundista de pronto se vea a sí mismo como potencia mundial, que la empresa que se preocupa por mejorar e innovar desaparezca de repente, si bien no siempre será la primera de su ramo, y que la persona que luchó por ser un vagabundo termine siendo un Bill Gates o Warren Buffet.
Casi nadie consigue lo que quiere, pero la mayoría no queda muy lejos. El problema radica entonces en la formulación de los objetivos y sería conveniente aspirar a algo magnánimo, para que incluso en la posibilidad del fracaso no quedemos tan mal parados.
También aplica para el inglés
El inglés no es la excepción y quien se plantea tener un nivel intermedio termina muchas veces con uno básico, mientras que el que aspira a lo básico no pasa de los monosílabos.
Hay que plantearse un inglés perfecto para que se tenga uno decente y hay que luchar por un destino aproximado: conseguir más o menos lo que se quiere.
Esto se hace en el día a día, en diciembre lo que toca en diciembre y en enero lo que le corresponde a enero. Empezar a posponer es la receta perfecta para no abandonar nunca la mediocridad.
Manos a la obra
¿Quieren hablar? Hablen hoy. ¿Quieren mejorar su listening? Mejórenlo hoy. ¿Quieren conocer nativos? Conózcanlos hoy. No se vayan a parecer a cierto autor de blog que deja las cosas para después y que luego se pregunta quién le ha robado el mes de abril y de mayo y los del verano y los de los últimos cuatro inviernos.
Puedes compartir cualquier
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