jueves, 9 de noviembre de 2017

Entrevista 5 (Primera parte): Mis amigos (no sabía que fueran tan vagos)

Juan Carlos García Valdés

A mí de chiquito me decían que no jugara muchos videojuegos porque iba a quedar mencho, pero resulta que mis entrevistados del día de hoy se la pasaron jugando mañana, tarde, noche y madrugada, y resultaron seis veces más inteligentes que yo. Y no sólo eso, sino que tienen un mucho mejor nivel de inglés que el mío. Así es que los invito a leer la primera parte de esta entrevista, porque seguramente nos podremos llevar muchas enseñanzas.


Aclaración

Esta plática, tertulia, coloquio o como quieran llamarla, se llevó a cabo en el lejano mes de diciembre de 2016, cuando Donald ya había sido elegido, pero no era presidente todavía, cuando este blog iba por la entrada #42 (ahora vamos en la #87) y cuando todos los participantes éramos solteros (desde aquel entonces ya hubo por lo menos un bodorrio).  


¿Con quién platiqué y por qué platiqué con ellos?

Con dos de mis mejores amigos de la Tres Veces Heroica Facultad de Lenguas: Rebeca Ávila y Carlos Fuentes, de quienes siempre aprendo nuevas ideas y me llevo muchas reflexiones.

Rebe es de las pocas personas que conozco que tiene nivel avanzado en tres idiomas (inglés, francés y portugués) además de su lengua materna y que además es feliz.

Carlos es de las pocas personas que conozco que me duplica el número de palabras de inglés que me sé y que además es feliz. Carlos también aprende japonés, idioma del que yo no sé ni la pronunciación de Fukushima.

Ambos son traductores y gente a la que admiro.


Al mal paso…

La plática empieza desde los primeros segundos con un desencuentro. Juan Carlos, mala leche como siempre, dice lo siguiente: “Yo tengo varias preguntas que me gustaría hacerles, sobre todo porque tienen inglés avanzado, cosa que la mayoría de mis alumnos nunca va a tener”, y Rebe, un tanto sorprendida y no sé si preocupada, contesta: “No puedes decir eso en tu blog”. Obviamente yo refuto: “Sí puedo. Claro que sí puedo. Por eso es mío. Si no les gusta, pues que se vayan a otro blog” (actualización: además el blog ya va a cerrar, así es que con mayor razón).

Ya saben cómo es mi estilo y lo defenderé a muerte. Me parece que hemos sido muy “políticamente correctos” con todos: con nuestros alumnos, con nuestros colegas y con las autoridades en general. Me gustaría que me callaran la boca, que me demostraran lo contrario, que se rebelaran y dijeran “lo vamos a conseguir, vamos a conseguir ese nivel avanzado, in your face”, pero en este país hay más pretextos y justificaciones que hechos y a veces sólo basta remitirse a las cifras.

La Jornada, por ejemplo, publicaba en 2009 que sólo el 2 por ciento de los mexicanos y mexicanas, chiquillos y chiquillas, dominaba el English, así es que nos guste o no, con los hábitos y las políticas actuales, no parece haber una luz al final del camino.

Afortunadamente, Rebeca y Carlos no son los típicos mexicanos y el simple hecho de que pertenezcan a ese selecto 2 por ciento ya lo demuestra, así es que vale la pena escucharlos y aplicar lo que a ellos les ha funcionado (aunque Rebe quiera controlar lo que puedo y no puedo decir en mi blog).


La plática

Carlos nos relata su experiencia aprendiendo japonés y nos dice que algo que le ayuda mucho es platicar con su maestra, que es nativa. “En cuestión de vocabulario”, añade, “tratamos de hacer las cosas prácticas”, y luego ejemplifica: “Si estamos hablando de un tema, aunque sea de gramática, tratamos de incluir cosas que están presentes en el salón”.

El aquí y el ahora, las cosas que están presentes en el salón, esa combinación ganadora en el ámbito espiritual, parece tener también mucha aplicación en el campo de los idiomas y nada más pensemos en un bebé al que le hubieran hablado de la física cuántica en vez del chupón y del sistema económico neoliberal en lugar del ya tradicional “¿ke kiele el beibi?” (a veces he llegado a pensar que los bebés han de tener una imagen muy dañada de nosotros. “¿Por qué nos hablan así?”, se han de preguntar, pero la verdad es que si les habláramos como Sheldon y Leonard de The Big Bang Theory, pues no entenderían ni pío… o bueno, pío tal vez sí, pero lo demás nanais… perdonen lectores e invitados mi bello léxico).

Lo que dice Carlos es muy cierto y a veces complicamos de más el aprendizaje. Eso por un lado, pero también es cierto que a veces dejamos pasar los errores una y otra vez. Nos hacemos de la vista gorda y todo para que no se arme la… gresca. Carlos recalca que los errores deberían de hacerse notar cuando se cometan y agrega que cuando le han hecho ver sus propios mistakes, eso le ha ayudado bastante a mejorar.


Según dicen las malas lenguas… de Adele…

Lo que dice mi entrevistado sobre vocabulario me hace recordar lo que un día me dijo mi entrevistada. Cuando éramos más jóvenes, pero igual de bellos, Rebe, otras compañeras de cuyos nombres no quiero acordarme y yo, nos reuníamos para practicar con el objetivo de pasar nuestra certificación de inglés avanzado (bueno, Rebe sólo nos ayudaba porque ella ya la tenía).

Y un día ocurrió lo que siempre ocurría: hubo una pregunta en la que todos nos quedamos con la cara de What, salvo Rebe, que más bien ponía cara de “Whaaat, está súper fácil”, y entonces yo le pregunté, como quien espera una palabra mágica: “¿Cómo le haces? ¿Cómo te la sabes?” (Carlos también se la hubiera sabido, pero en ese entonces no practicábamos juntos).

Su respuesta, la de Rebe, debo decirlo, fue inesperada para mí. Yo que intuía la recitación de un compendio gramatical al cual pudiera recurrir inevitablemente cada vez que me surgieran dudas, me llevé, en cambio, un escueto, pero cierto: “Pues la verdad no sé, pero sale en una canción de Adele” (y la verdad ese momento nunca se me va a olvidar).

Rumour has it” (esa era la frase en cuestión que resolvía el enigma) “that” mientras los demás estudiábamos el idioma (tremendo mistake), nuestra entrevistada se dedicaba a cantar… ¿y adivinen quién salía mejor cada vez que había examen? Rebe-ladoramente (no vayan a escribirla así, en la vida real, por lo que más quieran, por el futuro de la Selección Mexicana en el Mundial, yo lo hago porque es my blog, pero ustedes antes muertos que sin v de villa) ya no les digo porque ya se los dije.


Zelda, Mario y compañía

No mucho después de que recordamos a la cantante de Tottenham y de que Rebe enfatiza que ella “hacía el mayor esfuerzo por aprenderse las canciones”, cosa que me parece le falta a la mayoría, que sólo tararean sin saber muy bien lo que cantan, llegamos, tal vez sin quererlo, al primero de los dos grandes temas que tocamos en la entrevista y es ahí donde me doy cuenta de que mis amigos son unos vagos, o al menos lo fueron en su infancia (ya más bien remota jajaja).

Mientras yo en la primaria tenía que estar repasando el trinomio cuadrado perfecto (“ajá, claro… ya mejor di que lo viste en el kínder”), ellos se la pasaban jugando videojuegos. Carlos incluso señala que “si hay un gran culpable de que haya aprendido inglés, ese culpable son los videojuegos”, una opción que nuestro entrevistado resalta como una excelente forma no sólo para distraernos un poco, sino también para aprender más sobre la cultura en general.

Yo les confieso a mis invitados que están ante un verdadero ignorante del tema (o sea yo, por si no quedaba claro) y Carlos nos da cátedra y nos proporciona una clasificación extensa de los distintos tipos que hay. Rebe se desmarca un poco y acepta que ella sólo jugaba Mario Kart y Zelda, pero lo importante aquí es lo que ya les he comentado en otras entradas a mis dos lectores recurrentes: que la inclusión de la música y los videogames es un must si de verdad queremos avanzar.

Rebe añade que en uno de los juegos tenía que hablar con la gente porque debía juntar máscaras. “Te cuentan la historia y te dicen lo que necesitan que tú hagas por ellos; entonces ya lo haces y te dan la máscara. Tenía que entender lo que me estaban pidiendo”, dice nuestra entrevistada que agrega una de las mayores ventajas: “Lo bueno de los videojuegos es que tú no tienes que buscar mucho el significado de las palabras, sino que vas haciendo cosas y de repente te das cuenta de lo que quiere decir cada palabra. Además, la historia hace que te acuerdes”.

Cuando les pregunto sobre los videojuegos modernos, nuestro entrevistado, Carlos Fuentes, destaca dos cosas: por un lado, el hecho de que antes, lo que prevalecía era el cuadro de texto y ahora los personajes ya hablan, lo que nos puede favorecer mucho en listening; y por otro, que ante la posibilidad de jugar en tiempo real con otras personas de distintas partes del mundo, nos es posible desarrollar nuestro oído para acentos específicos como el de los hablantes alemanes o rusos.

Todo lo anterior nos hace estar de acuerdo en que las escuelas deberían de tener más videojuegos y menos SAC. “Eso estaría muy bien. Ayudaría a cumplir objetivos más reales”, dice Carlos.

Yo me aventuro y suelto un contundente: “Pondré un Xbox en la oficina”, pero parece que soy político consumado porque a casi un año del encuentro no hay ni Xbox ni Nintendo 64 ni Atari en mi lugar de trabajo. Y eso que Carlos se ofreció a prestarme el suyo, a pesar de que Rebe me dijo que, según ella, el Xbox es más para niños, hombrecitos, guys y que a lo mejor me vendría mejor un Nintendo, que es un poco más familiar, más para todas las audiencias, para niños y niñas.


¿Qué viene en la segunda parte de la entrevista?

De verdad quería incluirlo todo aquí, pero me hubiera salido la entrada más larga en la historia del blog y fue por ello que decidí dividir la entrevista en dos. Lo que viene en la segunda parte es imperdible: el método inverso de Rebe para aprender portugués, la revelación de las clases y la confirmación de que incluso los nativos cometemos errores, el problema de las anotaciones, la música para aprender historia (cortesía de Carlos), la función de los memes, Facebook e Instagram para aprender idiomas y muchas cosas más.


Bonus track

El hecho de que esta entrevista se haya grabado en 1982 y que apenas la publique me permitió darme cuenta de algo que les quiero recomendar. Esto no tiene nada que ver con los idiomas, pero a lo mejor los hará felices. Ahí les va mi consejo: si pueden, graben algunas conversaciones con sus amigos o con sus familiares más queridos. Grábenlas y déjenlas en el baúl de los recuerdos por algunos meses o años. A lo mejor las ocupaciones del día a día harán que no se vean muy seguido, pero créanme que un audio, si lo tienen, les permitirá recrear las anécdotas, las risas y todos los buenos momentos, incluso si se encuentran solos.


Manos a la obra

¿Tienen canciones con las que han aprendido algo de gramática recientemente? ¿Tienen a alguien que les haga ver sus errores? ¿Ya pusieron su Xbox en su casa o lugar de trabajo? No dejen pasar ni un día más. Mario necesita ganar una carrera y la princesa Zelda requiere su ayuda. Y como dice Adele y dicen nuestros entrevistados de hoy, rumour has it que si no incorporan la música y los videojuegos a su aprendizaje, alguien más sí lo hará. 


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