jueves, 24 de agosto de 2017

Las analogías del shopping, el ahorro y el bax para aprender inglés

Juan Carlos García Valdés

La entrada de la semana pasada sobre práctica extensiva vs. práctica intensiva tuvo tantas repercusiones (uy... no saben... la gente dejó de hablar de Neymar, Rafa Márquez y Trump para darle paso a mis aportaciones) que me pareció una buena idea profundizar un poco más sobre ambos conceptos. Para ello se me ocurrió una analogía que a continuación les comparto.


El shopping y el ahorro

En la vida tenemos dinero y cada quien decide qué hacer con esas monedas y billetes. Lo que hacemos un día con nuestro money no es tan importante como lo que hacemos todos los días. Quien analiza el tema del dinero, como quien analiza el tema de los idiomas, pronto se da cuenta de que son los hábitos, y no las excepciones, los que construyen imperios, sean estos materiales o lingüísticos.

Con el dinero que tenemos, simplificándolo todo, tenemos dos opciones: deshacernos de él o quedárnoslo, y a la mayoría de las personas el hecho de pasearse como Kim Garnashian por el mall de su localidad les parece más apetecible que acudir al piggy bank a depositar sus centavitos para un futuro más prometedor.

Ahora bien, darnos la vida de lujo un día tal vez no sea un gran problema. Sin embargo, repetir los malos hábitos una y otra vez es lo que nos lleva a la bancarrota.¿Pero quién se va a privar del glamour de las compras y preferir la serenidad del ahorro? Respuesta: los inteligentes.


Práctica extensiva y shopping

Irse de shopping es a menudo disfrutable y divertido, el tiempo se nos pasa como agua, y la mayoría de los mortales no tendría inconveniente en irse de compras un día sí y otro también.

La práctica extensiva en el idioma comparte algunos aspectos con la práctica del shopping (a quien ahora mismo se esté preguntando qué diablos es la práctica extensiva le recomiendo leer la entrada anterior de este blog). Cuando practicamos extensivamente a menudo lo disfrutamos y nos divertimos y el tiempo muchas veces ni lo sentimos.


Práctica intensiva y ahorro

En cambio, la práctica intensiva se parece al ahorro. Imagínense al típico bodoque, lo mismo de doce que de veintitantos años, enfrente de su cerdito (aquí me refiero a la alcancía y no a la imagen que ofrece el espejo).

El sujeto en cuestión debería sentirse orgulloso por la pasta que ha podido guardar, pero muy frecuentemente también le acecha una sensación parecida a la ansiedad ante la cual lo único que le gustaría hacer es agarrar al puerquito, romperlo con saña, recoger las monedas y emular a sus pares, lo que aquí implica irse con Zara a Liverpool para sentirse forever twenty-one.

Por razones difíciles de entender, hemos desarrollado la idea absurda de que tener muchas cosas equivale a la riqueza. Por ende, lo mismo en el mercado que en la boutique nos abocamos a comprar todas las chucherías que no necesitamos para intentar llenar un vacío que no reconocemos. Para recordar al gran Carlos Fuentes, lo mismo compramos "la bolsa de piel de cocodrilo que la bolsa de cacahuate garapiñado", y es probable que no necesitemos ninguna de los dos. Pobreza es tener todo lo que no necesitamos.

Ahora bien, ¿por qué digo que la práctica intensiva se parece al ahorro? Pues porque cuando estamos practicando de esta forma con frecuencia nos invade esa misma ansiedad por hacer todo lo demás excepto lo que estamos haciendo. Vemos el reloj como quien ve la alcancía, con ganas de que el tiempo corra y nos liberemos por fin de las restricciones.

Por razones nuevamente difíciles de comprender, en nuestros países latinos, y vayan ustedes a saber si en otras latitudes también, al ahorro se le ve como la postergación de la felicidad misma. Vivamos el momento y ya mañana veremos cómo pagar el kilo de tortillas.

En el texto anterior, ya advertía sobre el peligro de etiquetar a la práctica extensiva como la práctica buena y a la intensiva como la práctica mala.

Comprar no es malo. Lo malo es comprar lo que no requerimos; lo malo es comprar en exceso. Y aquí es precisamente donde creo que la relación entre dinero y aprendizaje se vuelve más visible. Practicar extensivamente no es malo, pero si sólo compramos y compramos y compramos todo el tiempo y nunca ahorramos, si nunca practicamos intensivamente, nos llevará mucho más tiempo conseguir nuestros objetivos.

Por supuesto que hablo en sentido figurado. Imagínense que al escuchar canciones, ver películas y leer libros, lo que están haciendo es comprarlos para ustedes mismos. Ya la escucharon, la song, ya la vieron, la movie, ya lo leyeron, el book, y esas historias contenidas en esos materiales ya son suyas por los siglos de los siglos. Pero ahora toca también ahorrar un poco, un 10 o un 20 por ciento, y ahí es donde van rápido al diccionario y buscan el significado de la palabra, ahí es donde estudian por unos minutos una estructura gramatical o escriben algunas oraciones con el vocabulario nuevo. Algo un poco menos excitante, pero conveniente. Práctica intensiva o ahorro para que después el shopping, la práctica extensiva, se vuelva más sencillo


El problema de practicar 100% de forma intensiva explicado desde la analogía del ahorro  

La explicación al hecho de por qué los alumnos simplemente no aprenden inglés en el sistema educativo tradicional está aquí. En la Escuela Primaria Benito Juárez, en la Secundaria Johnny Laboriel y en la preparatoria Luis Figo, los maestros y coordinadores de inglés, brillantes la mayoría de ellos, dirigen todo, sabiéndolo o no, a la práctica intensiva (contestar libros y ejercicios, explicar temas gramaticales, aprenderse listas de vayan ustedes a saber qué cosas y poco más). En otras palabras, la fórmula que usan es Intensivo 100%, Extensivo 0% (y los alumnos tampoco ayudan mucho: “a mí lo que me den en la clase y ya; ni crean que voy a estar repasando por fuera… ni que fuera tonto”).

Trasladen esa fórmula a su vida financiera e imaginen que ustedes decidieran ahorrar el 100% de lo que ganan. Desde ya, les auguro un fracaso total. Ahorrar es bueno, pero ahorrarlo todo, absolutamente todo, no tanto. Imagínense que se enferman y necesitan un medicamento, pero no lo pueden comprar porque ustedes hicieron la pinky promise de ahorrarlo todo, todo, todo. Ridículo. O que ya les dio hambre y quieren irse a comprar una torta de tamal, para preservar la línea curva de esas Goodyears que se han ido formando en su abdomencito, por pasarse de roscas, pero que no pueden porque ustedes lo van a guardar todo. Al seguir esta línea extremista, la vida se vuelve impráctica y al seguir esta misma directriz en las escuelas, el aprendizaje del inglés se vuelve inviable. Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo arrulle (sí me lo sé, pero me gusta más así).


Ganar por puntos y ganar por knockout

No sé si les guste el box, pero si no, yo creo que les hace falta ver más bax. Ya en serio, y alejándonos de los commercials, es importante saber cómo se deben ganar las batallas cuando estamos practicando y es que así como en el calcio a veces se vence usando el catenaccio y a veces el jogo bonito, no se gana de la misma forma cuando se practica de manera extensiva que cuando se practica de manera intensiva.

¿Por qué menciono lo anterior? Porque hay gente que practica de manera extensiva y quiere ganar por knockout y hay otros que lo hacen de forma intensiva y quieren ganar por puntos y así no funciona. Es como si quisiéramos ganar la Serie Mundial con touchdowns, la Copa Davis por medio de penales a lo panenka o una final siendo el Cruz Azul. Imposible.

Cuando se practica de manera extensiva se gana por puntos, por cansancio, por haber estado ahí chorrocientas mil horas: no es que nos sepamos todas las palabras de la canción desde el primer momento, pero después de haberla escuchado trescientas veces, ya la podemos cantar con los ojos cerrados, en f, a capela y mezclándola con un pasito tun tun.

Por el contrario, cuando practicamos de manera intensiva, el triunfo lo conseguimos por knockout. No nos sabemos la palabra, vamos al amansaburros, vemos el significado del vocablo y hacemos una asociación que nos permita quedarnos con ese término por el resto de nuestros días. 

Si lo hacemos de otra forma, no conseguiremos el número de horas suficientes para alcanzar el nivel deseado o prolongaremos tanto la práctica intensiva que nos hartaremos, frustraremos y abandonaremos nuestra encomienda.


Manos a la obra

Estoy convencido de que saber la diferencia entre práctica extensiva y práctica intensiva y actuar en consecuencia es la clave para aprender un idioma. Espero que estas dos analogías (shopping y box) te hayan brindado más elementos para practicar de manera adecuada.

Tal vez no te hace falta ver más bax, pero sí meterle más galleta a tu aprendizaje del inglés. ¿Qué esperas? ¿Qué Trump sea presidente, que las carreteras se caigan y que las Chivas sean campeonas? Pues te aviso que todo eso, por más improbable que fuera, ya pasó y tú sigues balbuceando.

Puedes compartir cualquier duda, pregunta, comentario o sugerencia escribiendo al correo electrónico juan.garciavaldes@cadlenguas.com

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