Juan Carlos García
Valdés
La entrada de la semana pasada sobre práctica extensiva vs.
práctica intensiva tuvo tantas repercusiones (uy... no saben... la gente dejó
de hablar de Neymar, Rafa Márquez y Trump para darle paso a mis aportaciones)
que me pareció una buena idea profundizar un poco más sobre ambos conceptos.
Para ello se me ocurrió una analogía que a continuación les comparto.
El shopping y el ahorro
En la vida tenemos dinero y cada quien decide qué hacer con
esas monedas y billetes. Lo que hacemos un día con nuestro money no es tan importante como lo que hacemos todos los días.
Quien analiza el tema del dinero, como quien analiza el tema de los idiomas,
pronto se da cuenta de que son los hábitos, y no las excepciones, los que
construyen imperios, sean estos materiales o lingüísticos.
Con el dinero que tenemos, simplificándolo todo, tenemos dos
opciones: deshacernos de él o quedárnoslo, y a la mayoría de las personas el
hecho de pasearse como Kim Garnashian por el mall de su localidad les parece más apetecible que acudir al piggy bank a depositar sus centavitos
para un futuro más prometedor.
Ahora bien, darnos la vida de lujo un día tal vez no sea un
gran problema. Sin embargo, repetir los malos hábitos una y otra vez es lo que
nos lleva a la bancarrota.¿Pero quién se va a privar del glamour de las compras y
preferir la serenidad del ahorro? Respuesta: los inteligentes.
Práctica extensiva y shopping
Irse de shopping es
a menudo disfrutable y divertido, el tiempo se nos pasa como agua, y la mayoría
de los mortales no tendría inconveniente en irse de compras un día sí y otro
también.
La práctica extensiva en el idioma comparte algunos aspectos
con la práctica del shopping (a quien
ahora mismo se esté preguntando qué diablos es la práctica extensiva le
recomiendo leer la entrada anterior de este blog). Cuando practicamos
extensivamente a menudo lo disfrutamos y nos divertimos y el tiempo muchas
veces ni lo sentimos.
Práctica intensiva y
ahorro
En cambio, la práctica intensiva se parece al ahorro.
Imagínense al típico bodoque, lo mismo de doce que de veintitantos años,
enfrente de su cerdito (aquí me refiero a la alcancía y no a la imagen que
ofrece el espejo).
El sujeto en cuestión debería sentirse orgulloso por la pasta
que ha podido guardar, pero muy frecuentemente también le acecha una sensación
parecida a la ansiedad ante la cual lo único que le gustaría hacer es agarrar
al puerquito, romperlo con saña, recoger las monedas y emular a sus pares, lo
que aquí implica irse con Zara a Liverpool para sentirse forever twenty-one.
Por razones difíciles de entender, hemos desarrollado la idea
absurda de que tener muchas cosas equivale a la riqueza. Por ende, lo mismo en
el mercado que en la boutique nos abocamos a comprar todas las chucherías que
no necesitamos para intentar llenar un vacío que no reconocemos. Para recordar
al gran Carlos Fuentes, lo mismo compramos "la bolsa de piel de cocodrilo
que la bolsa de cacahuate garapiñado", y es probable que no necesitemos
ninguna de los dos. Pobreza es tener todo lo que no necesitamos.
Ahora bien, ¿por qué digo que la práctica intensiva se parece
al ahorro? Pues porque cuando estamos practicando de esta forma con frecuencia
nos invade esa misma ansiedad por hacer todo lo demás excepto lo que estamos
haciendo. Vemos el reloj como quien ve la alcancía, con ganas de que el tiempo
corra y nos liberemos por fin de las restricciones.
Por razones nuevamente difíciles de comprender, en nuestros
países latinos, y vayan ustedes a saber si en otras latitudes también, al
ahorro se le ve como la postergación de la felicidad misma. Vivamos el momento
y ya mañana veremos cómo pagar el kilo de tortillas.
En el texto anterior, ya advertía sobre el peligro de
etiquetar a la práctica extensiva como la práctica buena y a la intensiva como
la práctica mala.
Comprar no es malo. Lo malo es comprar lo que no requerimos;
lo malo es comprar en exceso. Y aquí es precisamente donde creo que la relación
entre dinero y aprendizaje se vuelve más visible. Practicar extensivamente no
es malo, pero si sólo compramos y compramos y compramos todo el tiempo y nunca
ahorramos, si nunca practicamos intensivamente, nos llevará mucho más tiempo
conseguir nuestros objetivos.
Por supuesto que hablo en sentido figurado. Imagínense que al
escuchar canciones, ver películas y leer libros, lo que están haciendo es
comprarlos para ustedes mismos. Ya la escucharon, la song, ya la vieron, la movie,
ya lo leyeron, el book, y esas
historias contenidas en esos materiales ya son suyas por los siglos de los
siglos. Pero ahora toca también ahorrar un poco, un 10 o un 20 por ciento, y
ahí es donde van rápido al diccionario y buscan el significado de la palabra,
ahí es donde estudian por unos minutos una estructura gramatical o escriben
algunas oraciones con el vocabulario nuevo. Algo un poco menos excitante, pero
conveniente. Práctica intensiva o ahorro para que después el shopping, la práctica extensiva, se
vuelva más sencillo
El problema de
practicar 100% de forma intensiva explicado desde la analogía del ahorro
La explicación al hecho de por qué los alumnos simplemente no
aprenden inglés en el sistema educativo tradicional está aquí. En la Escuela
Primaria Benito Juárez, en la Secundaria Johnny Laboriel y en la preparatoria Luis
Figo, los maestros y coordinadores de inglés, brillantes la mayoría de ellos,
dirigen todo, sabiéndolo o no, a la práctica intensiva (contestar libros y
ejercicios, explicar temas gramaticales, aprenderse listas de vayan ustedes a
saber qué cosas y poco más). En otras palabras, la fórmula que usan es
Intensivo 100%, Extensivo 0% (y los alumnos tampoco ayudan mucho: “a mí lo que
me den en la clase y ya; ni crean que voy a estar repasando por fuera… ni que
fuera tonto”).
Trasladen esa fórmula a su vida financiera e imaginen que
ustedes decidieran ahorrar el 100% de lo que ganan. Desde ya, les auguro un
fracaso total. Ahorrar es bueno, pero ahorrarlo todo, absolutamente todo, no
tanto. Imagínense que se enferman y necesitan un medicamento, pero no lo pueden
comprar porque ustedes hicieron la pinky
promise de ahorrarlo todo, todo, todo. Ridículo. O que ya les dio hambre y
quieren irse a comprar una torta de tamal, para preservar la línea curva de esas
Goodyears que se han ido formando en su abdomencito, por pasarse de roscas,
pero que no pueden porque ustedes lo van a guardar todo. Al seguir esta línea
extremista, la vida se vuelve impráctica y al seguir esta misma directriz en
las escuelas, el aprendizaje del inglés se vuelve inviable. Ni tanto que queme
al santo, ni tanto que no lo arrulle (sí me lo sé, pero me gusta más así).
Ganar por puntos y
ganar por knockout
No sé si les guste el box, pero si no, yo creo que les hace
falta ver más bax. Ya en serio, y
alejándonos de los commercials, es
importante saber cómo se deben ganar las batallas cuando estamos practicando y
es que así como en el calcio a veces
se vence usando el catenaccio y a
veces el jogo bonito, no se gana de
la misma forma cuando se practica de manera extensiva que cuando se practica de
manera intensiva.
¿Por qué menciono lo anterior? Porque hay gente que practica
de manera extensiva y quiere ganar por knockout
y hay otros que lo hacen de forma intensiva y quieren ganar por puntos y así no
funciona. Es como si quisiéramos ganar la Serie Mundial con touchdowns, la Copa Davis por medio de
penales a lo panenka o una final siendo el Cruz Azul.
Imposible.
Cuando se practica de manera extensiva se gana por puntos, por
cansancio, por haber estado ahí chorrocientas mil horas: no es que nos sepamos
todas las palabras de la canción desde el primer momento, pero después de haberla
escuchado trescientas veces, ya la podemos cantar con los ojos cerrados, en f,
a capela y mezclándola con un pasito tun tun.
Por el contrario, cuando practicamos de manera intensiva, el
triunfo lo conseguimos por knockout. No
nos sabemos la palabra, vamos al amansaburros, vemos el significado del vocablo
y hacemos una asociación que nos permita quedarnos con ese término por el resto
de nuestros días.
Si lo hacemos de otra forma, no conseguiremos el número de horas suficientes para alcanzar el nivel deseado o prolongaremos tanto la práctica intensiva que nos hartaremos, frustraremos y abandonaremos nuestra encomienda.
Si lo hacemos de otra forma, no conseguiremos el número de horas suficientes para alcanzar el nivel deseado o prolongaremos tanto la práctica intensiva que nos hartaremos, frustraremos y abandonaremos nuestra encomienda.
Manos a la obra
Estoy convencido de que saber la diferencia entre práctica
extensiva y práctica intensiva y actuar en consecuencia es la clave para
aprender un idioma. Espero que estas dos analogías (shopping y box) te hayan brindado más elementos para practicar de
manera adecuada.
Tal vez no te hace falta ver más bax, pero sí meterle más galleta a tu aprendizaje del inglés. ¿Qué
esperas? ¿Qué Trump sea presidente, que las carreteras se caigan y que las
Chivas sean campeonas? Pues te aviso que todo eso, por más improbable que
fuera, ya pasó y tú sigues balbuceando.
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